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El modelo que genera polémica

A propósito de la designación de Rubén Darío Lizarralde como ministro de Agricultura, críticos y empresarios discuten si es viable que el Gobierno aplique en el campo la fórmula de producción de la palma.

Redacción Negocios
09 de septiembre de 2013 - 10:00 p. m.
Según Fedepalma, el modelo asociativo genera 135.000 empleos en las regiones donde se cultiva la palma. / Archivo
Según Fedepalma, el modelo asociativo genera 135.000 empleos en las regiones donde se cultiva la palma. / Archivo

Tan pronto se conoció que Rubén Darío Lizarralde había sido designado como nuevo ministro de Agricultura, las críticas comenzaron a arreciar. Su pasado como gerente de Indupalma, uno de los principales productores de aceite extraído de la palma africana, fueron el insumo para que los críticos del Gobierno manifestaran sus dudas sobre la idoneidad de Lizarralde para decidir las políticas del sector.

Incluso, el senador Jorge Enrique Robledo aseguró que el nuevo funcionario estaría impedido para asumir el cargo porque la Ley 1437 de 2011, en el numeral 16 del artículo 11, prohíbe el nombramiento de un ciudadano en un alto cargo público si en el año previo a su designación actuó como gerente en una asociación o grupo económico. El congresista afirmó además que Lizarralde fue un actor clave para que Indupalma generara negocios en la Altillanura, con el beneplácito de la cartera, por $650.000 millones.

Otros críticos lanzan preguntas abiertas sobre si su nombramiento significa que el Gobierno acogerá el modelo de producción de la palma como el paradigma para mejorar la producción en el agro, sobre todo en momentos en que en La Habana, en el marco del proceso de paz con las Farc, se discute el futuro del campo.

Aquel modelo se ha venido implementando en los últimos 10 años en las zonas palmeras a través de la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma) y se basa en la asociación entre pequeños y medianos productores y una empresa comercializadora o “ancla”. Bajo dicho modelo, los primeros obtienen beneficios como la creación de un historial crediticio, además de asegurar sus ingresos durante 25 años, mientras los segundos acceden a los incentivos económicos del Gobierno y desarrollan tanto nuevas líneas de negocios como programas de asistencia técnica y acompañamiento a los cultivos.

“El sector genera aproximadamente 135.000 puestos de trabajo, entre directos e indirectos. Hoy tenemos alrededor de 80.000 hectáreas sembradas por medio de 120 alianzas productivas que incorporan a más de 6.000 pequeños productores”, asegura Jens Mesa, presidente del gremio.

Estos proyectos se caracterizan por su planeación en cada una de sus fases de ejecución. Todos ellos se basan en compromisos por escrito entre los actores, en los cuales se fijan aspectos técnicos, gerenciales, administrativos, comerciales y sanitarios, entre otros. También sobresalen por su figura organizacional, pues estas alianzas pueden funcionar como asociaciones, cooperativas, empresas de trabajo asociado, empresas comunitarias, sociedades anónimas, etc.

Otro punto clave del modelo es su planeación económica, donde, además de los recursos públicos dispuestos por el sector a través de Finagro, se puede recurrir a fondos propios, créditos bancarios, inversiones privadas e incluso participaciones de ONG y fundaciones de cooperación internacional.

La filosofía de esta política de responsabilidad social empresarial es la inclusión de los pobladores de la zona de influencia, muchos de ellos con un pasado asociado al desplazamiento forzado, bajo altos estándares de calidad de vida. En una investigación de 2011 sobre la calidad del sector, Fedesarrollo encontró que “el sector palmicultor incrementa en 50,8 puntos porcentuales la probabilidad de tener seguridad en salud y pensiones, y en 60,8 puntos la probabilidad de contar con salud, pensiones y riesgos profesionales simultáneamente”.

Esto le permitió al sector, según cifras gremiales, aumentar el área sembrada de palma de aceite en el país de 337.038 hectáreas en 2008 a 452.7435 hectáreas el año pasado (ver gráfico), mientras que las exportaciones de productos derivados pasaron de 153.213 toneladas en 2010 a 239.959 toneladas en 2012.

Sin embargo, Robledo pone en duda que esas cifras puedan replicarse a escala nacional: “Hay que saber cuál es la verdad de ese modelo que, de pronto, les dio plata a unos dos o tres campesinos. Porque puede que sea exitoso para la palma, pero ¿para todo el agro? Hay opiniones que dicen también que lo que ha hecho Indupalma es convertir a los campesinos en siervos de los inversionistas. Sin duda va a ser un debate de muchos detalles que se tendrá que hacer”.

Será una discusión con un cargado componente político: “Santos les está arreglando los negocios a los amigos y clientes del exembajador Urrutia. Y quiere tapar todo con el cuento de que Indupalma (sic) se inventó un modelo maravilloso para los campesinos”.

Por Redacción Negocios

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