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El director del Banco de la República no sólo conoce la historia del país, también sabe que su legado permite entender el presente y comprender el futuro de nuestras instituciones.
Por esas cualidades que escasean entre nuestros dirigentes, el doctor Jota Uribe decidió hacerle un homenaje a Virginia Gutiérrez de Pineda, pionera en el país de los estudios en ciencias sociales: plasmó su efigie en los próximos billetes de $10.000.
La profesora e investigadora Virginia Gutiérrez es la menos conocida entre los personajes cuyas imágenes fueron incluidas en billetes de otras denominaciones: Carlos Lleras Restrepo, Alfonso López Michelsen, Gabriel García Márquez y Débora Arango.
Pero esa circunstancia es explicable.
En Colombia, los investigadores de todo género nunca han tenido la importancia que se merecen. Los programas políticos de los dirigentes del país, se han elaborado con base en ideologías. Pocas veces lo han hecho con fundamento en los estudios reveladores de los académicos.
Virginia Gutiérrez de Pineda aportó su conocimiento, adquirido a lo largo de sus investigaciones in situ, de las instituciones y sus problemas.
Ella describió con rigor la identidad regional, sus diferencias y similitudes, así como las causas de su conformación y los impedimentos para la construcción de una “identidad colombiana”.
La descripción de esos fenómenos ha permitido elaborar, en un mundo cruzado por bloques geopolíticos e ideológicos, algunos de los programas que han permitido emprender acciones dirigidas a “orientar en la diferencia”.
Durante 40 años he analizado los planes de desarrollo de cada período gubernamental. Esos estudios me han permitido verificar que en ellos no ha faltado ningún tema social, político, cultural, simbólico, y hasta económico, que no haya sido estudiado por la maestra Virginia Gutiérrez.
Y lo que digo no es una exageración. La biodiversidad y multiculturalidad, reconocidas a última hora por la Constitución del 91, fueron, desde los años cincuentas, el eje del planteamiento teórico de Virginia.
Ella investigó y halló las tipologías familiares y las culturas regionales asentadas en contextos ecológicos diversos.
Ella describió las historias de destrucción y aislamiento que se dieron en nuestra nación desde la conquista hasta nuestros días.
Ella puso de relieve las maneras disímiles que a lo largo de la historia han utilizado las comunidades para apropiarse de valores éticos y religiosos.
Ella mostró la multiplicidad de arquitecturas, gastronomías y ritualidades de esas comunidades.
Ella reseñó, al estudiar la entraña de nuestra nación, la pluralidad de normatividades culturales frente a la niñez, la juventud, la adultez y el envejecimiento.
Ella desentrañó el papel del hombre y de la mujer en la sociedad y en la cultura.
Detallar estas y muchas otras realidades, fue la tarea de esta pionera de las ciencias sociales.
Infortunadamente, ni sus muchos alumnos –entre ellos yo, quien seguí su huella y atendí su reto– ni los dirigentes del país hemos adoptado las soluciones insinuadas por ella en sus estudios.
Si lo hubiéramos hecho a tiempo, nos habríamos evitado los últimos 65 años de desangre, improvisaciones, repeticiones y “tanteos”.
La emisión del billete de $10.000, gracias al Banco de la República, hará posible que los ciudadanos se interesen por saber quién fue Virginia Gutiérrez de Pineda.
Ojalá también los colombianos, a partir de ahora, se interesen por leer su obra y por asimilar sus descubrimientos y sus directrices investigativas.
*Socióloga especializada en Antropología Social y Familia. Profesora Titular y Maestra Universitaria Jubilada de la UN. Alumna desde los 17 años, y luego co-investigadora, de la Maestra Gutiérrez de Pineda, y autora de sus propias investigaciones guiadas y evaluadas por ella hasta su muerte.