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El rescate de los bancos españoles

La ausencia de un sistema de garantías que rija el sistema bancario de la Eurozona podría pasarle una abultada factura a la banca española.

Salomón Kalmanovitz
10 de junio de 2012 - 09:00 p. m.

La Comunidad Económica Europea es un gigante con pies de barro. Cuenta con un banco central, pero no con un sistema financiero dotado de instrumentos mínimos de apoyo: un seguro de depósitos, un prestamista de última instancia, un fondo de garantías y un supervisor bancario, aplicando una regulación estricta para que los bancos operen de manera cautelosa.

En efecto, el Banco Central Europeo les presta a los bancos centrales de cada país miembro, pero bajo una política muy ortodoxa impuesta por Alemania que se ha convertido en una obsesión de Estado, desde la hiperinflación que sufrió en 1921. Cuando se presentan crisis bancarias, son los gobiernos los que tienen que dedicar recursos fiscales para recapitalizar los bancos más afectados. No se trata precisamente de los Estados Unidos de Europa.

Tómese por contraste Estados Unidos de América. Un estado cualquiera, California, se acerca a la quiebra fiscal y eso puede contagiar a los bancos californianos que han adquirido deuda de ese estado. Pero desde antes, la Reserva Federal presta lo que necesiten todos los bancos del país para que una crisis fiscal no desemboque en una crisis financiera. Incluso cuando se dejó quebrar a Lehman Brothers en 2008 y hubo contagio al resto del sistema financiero, se aprobó rápidamente una legislación de emergencia que le permitió a la Reserva Federal prestarle 800.000 millones de dólares al sistema financiero. De esta manera se impidió que la crisis se profundizara. Esa plata se recuperó más adelante, cuando los bancos comenzaron a arrojar utilidades.

En Europa la quiebra y recuperación de los bancos de Irlanda, Portugal, Grecia y ahora España amenazan con reventar las finanzas de sus gobiernos, que se han tornado insolventes. España contaba con un superávit fiscal antes de la crisis y su deuda pública era relativamente pequeña (60% del PIB), pero hoy aparece con un déficit considerable que debe financiar con tasas de interés muy elevadas.

Quizás demasiado tarde para impedir que Grecia se retire de la Unión, si el resultado de las elecciones del 17 de junio favorece a los nacionalistas de izquierda y derecha, las autoridades europeas están adelantando la construcción de las instituciones financieras requeridas para apoyar y regular la banca en cada uno de los países miembros.

El 6 de junio, según The Economist, se iniciaron las gestiones para establecer una unión bancaria, dotada de poder centralizador y fondos suficientes para regular y supervisar a los bancos, así como para recapitalizar a los que estén enfermos y asegurar los depósitos del público. También se habla de una unión fiscal, algo que es difícil de lograr, en tanto que los impuestos y el gasto público son de la esencia de la democracia y no van a ser entregados a una autoridad supranacional.

La crisis en España es de confianza, porque el gobierno reconoció sólo recientemente que sus bancos tenían serios problemas, relacionados en especial con el financiamiento del auge de propiedad raíz que reventó hace cuatro años. Los retiros del sistema financiero español se calculan en 100.000 millones de euros a la fecha y para recapitalizar los bancos se requieren 60.000 millones, equivalentes a 6% del PIB, algo que constituye un problema que puede ser resuelto con facilidad.

Como todavía no existe el sistema de soporte a la banca europea, España logró el 9 de junio el apoyo de los ministros de finanzas de los países más ricos, con Alemania a la cabeza, hasta por 125.000 millones de euros, lo que llevó al Fondo Monetario Internacional a calificarlo como el doble de lo que se requiere para apuntalar los bancos que están tambaleando.

Puede que cuando reabran los mercados el día de hoy se despeje un tanto el futuro económico de Europa, pero falta pasar la prueba del desenlace de la tragedia de Grecia.

Por Salomón Kalmanovitz

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