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El trago amargo de café

El sector está dividido. Caficultores dicen que la protesta es justa por el bajo precio del grano, mientras que los dirigentes le echan la culpa a la revaluación.

Edwin Bohórquez Aya
26 de febrero de 2013 - 10:40 p. m.
Los manifestantes, según el Movimiento por la Dignidad Cafetera, llegaron a los 70 mil. / Cortesía La Patria
Los manifestantes, según el Movimiento por la Dignidad Cafetera, llegaron a los 70 mil. / Cortesía La Patria

Piden mayor control sobre la actividad minero-energética.

De las épocas doradas del negocio cafetero no queda nada. Los jugosos precios internacionales que se pagaban en la década de los 60 y 70 se evaporaron y la bonanza económica sólo dejó recuerdos de tamañas plantaciones que soportaban una economía básicamente agrícola con ganas de acrecentar su naciente industria. Sus ganancias daban para construir carreteras, acueductos, electrificación rural, escuelas y, ante todo, desarrollo social con sus propias instituciones bancarias. Eran, como un buen diamante, la joya de la corona. Pero la dinámica económica cambió y ahora, 40 años más tarde, no queda más que un trago amargo y desabrido.

Esa es la imagen que describen los caficultores de Colombia sobre su presente. Los mismos que al amanecer de este lunes, desde Quindío, Caldas, Risaralda, Huila, Tolima, Santander, Nariño y Cauca, protestan por el que consideran el abandono del Estado frente al peor momento que atraviesa el sector cafetero colombiano. La razón de fondo: el precio que se paga por el grano en el mercado internacional (95% de la producción total se va para el exterior), los elevados costos de producción y, básicamente, el infortunio de ser protagonistas de un negocio que lo único que no deja son ganancias.

Más de 30.000, de ellos entre labriegos, pequeños sembradores, trilladores, compradores, exportadores y comercializadores, dejaron a un lado los sacos recolectores para protestar en busca de soluciones. Piden mayores subsidios por cada carga (hoy se les pagan $60.000 por 125 kilos cosechados), una rebaja en el precio de los insumos y un mayor precio de sustentación por carga. Aclaran que no son exigencias imposibles, se trata sólo de medidas que les permitan sostener uno de los renglones que más exportaciones le genera al país.

“Las cosas están complicadas, la protesta es justa y necesaria y no están dando soluciones. Cuando usted no quiere arreglar un problema, nombra una comisión. Quien la encabeza es una persona muy preparada, pero no es un negociador. No es la persona indicada para arreglar este problema. Estamos esperando los demás miembros, pero que ojalá no sean de la Federación”, declara Carlos Alberto Gómez, productor cafetero del Quindío y exdirigente del departamento.

Se refiere a la designación, por parte del Gobierno, de Juan José Echavarría (entrevista página 4) al frente de la Comisión para el Estudio de la Política y la Institucionalidad Cafetera y que, de acuerdo con el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, liderará el equipo que “producirá sus recomendaciones en el transcurso de este año y serán insumo para convocar a una constituyente cafetera que se tramitará a través de las instituciones cafeteras, particularmente del Congreso Cafetero”. Pero Echavarría fue enfático en que ésta no fue creada para solucionar el paro, sino para encontrar soluciones de largo plazo, estructurales y de fondo.

Y aunque esta comisión pretende reunir a todas las voces del sector, lo que no está previsto es que se conforme un equipo de diálogo para convencer a los cafeteros de dejar la protesta y regresar a sus cafetales. Luis Genaro Muñoz, presidente de la Federación Nacional de Cafeteros, les habló como dirigente y les incitó “a sentarnos a conversar y no hacerlo (la protesta) por las vías de hecho”. Hago un llamado a la serenidad para que no se cierren las carreteras y no se atente contra el bien público y privado, apuntó.

Pero allí es donde aparece otra de las inconformidades de los cafeteros: la Federación que los representa. “Cuando fui miembro del Comité de la Federación, se propuso muchas veces que se reformara desde adentro, pero no fueron capaces. De eso hay pruebas, porque entre quienes más lo insistieron estuve yo en Medellín en el discurso de los 85 años de la Federación. Desde hace rato estamos buscando esa reforma, pero no se ha podido lograr”, apunta Gómez. Y lo dicen porque no es un secreto entre el corrillo de dirigentes que el sector no se siente representado por esta organización.

¿Hasta dónde van a llegar con las protestas? “El futuro es grave: lo que pasa es que estamos mal enfocados, no es sólo del gremio cafetero, es del sector productivo del país: los lecheros, los cafeteros, los cacaoteros, y el florero de Llorente son los cafeteros. El problema social va a ser duro cuando vengan los TLC en forma y acaben con el sector productivo, porque lo único que ha crecido con los acuerdos comerciales son las importaciones. Esta es la primera señal”, puntualiza.

Su propuesta, como la de muchos de los que viven de este negocio, es “ trancar la minería. El sector minero-energético está acabando con el sector productivo, ellos deberían hacer una contribución minera tal como nosotros la tuvimos en su momento (contribución cafetera). En unos años, cuando Estados Unidos sea potencia sacando su gas y no tengamos cómo generar dólares con las ventas del petróleo, va a estallar todo este problema aún más. Si no toman nota de frenar la minería, esto va para una debacle”.

Lo que sí está claro es que el paro va para largo. Ya han sonado rumores de que los camioneros se podrían unir a la protesta por lo que aseguran es una pobre infraestructura que eleva los gastos operativos, un acpm demasiado caro y una sobreoferta de vehículos con muy poca carga. Y en la fila aparecen arroceros, cacaoteros y algodoneros.

“Es triste que se llegue a situaciones de hecho, pero es un grito desesperado de los caficultores que no tienen cómo hacer sus prácticas de cultivo”, apunta Elías Mejía, productor cafetero de Calarcá (Quindío). “Vivo el desespero de todos. Si no tenemos un precio piso, que es lo que se pide, nuestros cultivos y la renovación que se han venido haciendo se irán a pique y es como si no se hubiera hecho nada en los últimos años”, agrega. ¿Y si el panorama sigue igual y no se toman medidas, qué pasará? “La gente se va a desplazar a los cinturones de miseria. Yo definí que lucho este año y si no se logra nada positivo, dejo la finca con un celador y me voy”, advierte Gómez.

Tanto Mejía como Gómez viven la preocupación que, en detalle, relata Óscar Gutiérrez Reyes, líder del Movimiento por la Dignidad Cafetera y una de las cabezas visibles de esta protesta: “Llevamos dos días de paro: 70.000 caficultores en todos los departamentos. En algunos sitios el Gobierno, con la fuerza pública, levantó unos pocos cafeteros, pero se movilizaron hacia otras zonas. No pudieron desbaratar el paro. Aquí estamos esperando a que el Gobierno venga a hablar con la dirigencia. Ellos buscaron hacerlo el domingo, pero a la carrera y no pararle bolas a la rebeldía cafetera”.

En propuestas puntuales, Gutiérrez pide que las ayudas que hoy da el Gobierno se tripliquen para poder hacer viable el sector. Seguimos en este paro. Nosotros no tenemos contempladas las vías de hecho, son concentraciones en las carreteras. Por qué en vez de gastar plata llevando policías y en gases y tanquetas no se sientan con nosotros y negocian, apunta el líder, quien haciendo cuentas dice que “estamos en unos 80 heridos sin contar los de Fresno, donde sacaron a la gente de la vía”.

Desde la otra orilla, Mario Gómez, del Comité Nacional de Cafeteros, tiene presente que la situación es complicada. “El año pasado dejaron de ingresar al gremio el equivalente al billón y medio de pesos. Y eso por cuenta de que el precio se bajó, la cosecha no creció, incluso bajó, y por la revaluación. Esta última es la causa fundamental de este problema cafetero. En este sector se tiene el 97% de sus gastos en pesos y el 95% de lo que produce se exporta. Cuando esos dólares llegan al país es cuando se pierde, porque al cambio no pagan lo que uno esperaba”. En cifras concretas dice: “La revaluación en los últimos cuatro años se llevó el 35% del ingreso cafetero. No se vio. Un río tormentoso se lo llevó y nadie pudo hacer nada”.

Carlos Ignacio Rojas, presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Exportadores de Café, tras los dos días de protesta, también tiene su propio resumen ejecutivo: “Aún no se han sentido, porque las exportaciones son un proceso más largo, pero se puede prever si los recolectores de café no están trabajando y hay granos que se caigan o se sequen en el árbol. Con una semana que se pare, ya se sentirá la perdida de la cosecha. Una semana ya es preocupante”, advierte. Y el primer desabastecido sería Estados Unidos, el principal consumidor de café colombiano.

Cuentas más, cuentas menos, así está el negocio cafetero del país. Con un futuro un tanto amargo, frío, sin sabor y con falta de cuerpo. Con los cafeteros en las vías y dispuestos a alargar su protesta. “Lo que estamos viendo es el resultado de más de 10 años de muy malos precios”, recalca Rojas. Y con unos dirigentes tratando de elevar el posicionamiento que en los años 70 tuvo el café de Colombia, pues en los últimos cinco años la participación del país como productor se ha caído a la mitad en el mercado mundial.

Por Edwin Bohórquez Aya

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