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Élite de Davos: el público no confía en ustedes

Durante los días del Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) quedó de nuevo al descubierto que académicos y técnicos siguen generando confianza, pero gerentes, gobiernos y supervisores son los últimos en la lista.

Gillian Tett, Financial Times
26 de enero de 2013 - 09:00 p. m.
El primer ministro británico, David Cameron, junto con la canciller alemana Ángela Merkel, en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza).  / AFP
El primer ministro británico, David Cameron, junto con la canciller alemana Ángela Merkel, en el Foro Económico Mundial en Davos (Suiza). / AFP

Si mañana hubiera una gran crisis y usted necesitara consejos tranquilizadores, ¿dónde los buscaría? ¿En sus amigos de Facebook, la red Linked In o en los “tuiteros”? ¿O esperaría a que los ejecutivos de negocios y los funcionarios gubernamentales solucionaran el problema y le dieran información en la que pueda confiar?

Por estos días el mundo se ve asaltado por retos, que van desde los shocks repentinos (como las crisis financieras o la gripa aviar) hasta problemas que se desarrollan a largo plazo (como la contaminación ambiental y la vejez de la población). Y esta semana he estado transitando la nieve de Davos, como miles más, escuchando a los líderes mundiales pontificar sobre estas desdichas.

Tradicionalmente, esto ha generado mucha retórica grandilocuente, junto con solicitudes de “cooperación” para que todos puedan reconstruir la “confianza”. Pero al tiempo que se intercambia el lenguaje piadoso, así como la champaña y las tarjetas profesionales, lo que pocos en la élite alguna vez se arriesgan a preguntarse es si alguien por fuera del ambiente enrarecido de Davos realmente va a creer en algo de lo que digan.

Una encuesta hecha pública por Edelman, una firma de relaciones públicas, sobre los márgenes de Davos, ofrece unos datos sorprendentes. Una vez al año, Edelman le pregunta a la gente en 26 países en qué instituciones y sectores empresariales confía y cuál información creen. Como en cualquier encuesta, ésta tiene sus fallas: la “confianza” es un tema subjetivo y la encuesta Edelman no siempre concuerda con otras investigaciones, como la de Mori.

Pero lo que Edelman dijo esta semana señaló unas tendencias interesantes. Si se miran los niveles de confianza en el mundo de hoy, desde una perspectiva de cinco años, o desde la crisis financiera del 2008, ha habido una fuerte caída en la credibilidad que generan las empresas, los gobiernos y los medios.

No obstante, durante los últimos meses ha ocurrido un pequeño cambio: la proporción del público informado que confía en el Gobierno, por ejemplo, ha aumentado a un promedio de 46% en 26 países, con respecto a un 38% en 2012. Para los negocios y los medios ha pasado de 47% a 56% y 55% respectivamente. Esto sigue siendo bajo con respecto a los estándares históricos, pero podría insinuar un cambio.

Además, los detalles nacionales en esta encuesta contienen algunos giros dignos de señalar. En los Estados Unidos, por ejemplo, el nivel de confianza en los bancos aumentó de forma aguda durante los últimos dos años, mientras que la confianza en España, Gran Bretaña e Irlanda se vino abajo.

En Gran Bretaña se desmoronó la confianza en los medios durante los últimos meses. Los consumidores estadounidenses y británicos confían más en las pequeñas compañías que en las grandes empresas.

Sin embargo, el detalle más interesante gira hice de la pregunta que presenté al comienzo de esta columna: ¿alguien confía en la élite? Hace un par de décadas, la encuesta Edelman arrojaba que la gente les daba una calificación alta a las figuras de “autoridad”, como líderes políticos y gerentes. Ahora los académicos y expertos técnicos siguen generando confianza, pero los gerentes, los funcionarios gubernamentales y los supervisores son los últimos en la lista.

Entretanto, la confianza en la tecnología se ha disparado. La gente puede no confiar en los bancos o en los burócratas, pero confía en sus Blackberry, iPhone y amigos de Facebook.

Desde cierta perspectiva es una muy buena noticia: un mundo de confianza “horizontal” tendría el potencial para ser un lugar más democrático. Pero también es un reto que gane la sabiduría de las cibermultitudes. La respuesta a esta situación requerirá muchos más que unos tuits ocasionales por parte de la élite de Davos.

Por Gillian Tett, Financial Times

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