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Hace tres años la economía colombiana atrajo las miradas de los inversionistas internacionales. Fue en 2010, tras el estallido de la crisis financiera incubada en Wall Street y las primeras señales de rescates económicos en Europa, cuando la revista The Economist y el banco HSBC crearon un nuevo acrónimo para señalar a los países con el mejor potencial de crecimiento: los Civets, integrados por Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica.
Este reconocimiento fue sólo el punto de partida, pues Colombia se convirtió así en uno de los seis países emergentes más apetecidos por el capital foráneo, al punto de que la inversión extranjera directa pasó de un promedio de US$8.000 millones en el lustro de 2006 a 2010, a US$15.600 millones. Un avance en el que tiene mucho que ver la calificación “grado de inversión”, otrogada por las principales agencias crediticias del mundo, para la deuda nacional.
Colombia es hoy, según el Fondo Monetario Internacional, la economía número 28 del planeta con un PIB que, en 2013, podría ascender a US$420.000 millones. Y el Gobierno es el primer interesado en que ese crecimiento no sea, simplemente, el reflejo de un buen momento, sobre todo por las múltiples protestas que a lo largo del año han protagonizado los productores agrarios por el encarecimiento en los costos de la cosecha y la disminución de las ganancias a la hora de su venta.
Por esa razón la Cancillería se alió con la consultora británica Oxford Business Group (OBG) para producir el primer gran informe sobre el estado actual de la economía y las posibles vías para su fortalecimiento. “Es un documento estratégico para generar nuevas fuentes de empleo y atraer más inversiones”, señaló María Ángela Holguín, ministra de Relaciones Exteriores.
Pero más allá de esa intención The Report: Colombia 2013, el estudio de más de 300 páginas de extensión, es el recuento pormenorizado de la evolución que las cuentas nacionales han tenido en el curso de los últimos cinco años.
“Los inversionistas han hecho un reconocimiento claro de que el país va por buen camino”, señala Oliver Cornock, editor en jefe adjunto de OBG, quien resalta los progresos logrados en dos áreas puntuales: “En infraestructura, hubo un incremento del 51% en el presupuesto de ejecución para 2013 mientras que, en lo referente a inflación, el Banco de la República está haciendo un trabajo muy fuerte para mantenerla en números bajos y evitar un alza generalizada de los precios en otros sectores, que es lo que conforma la enfermedad holandesa”.
Los investigadores se centraron en las “cinco i”, los sectores clave en los que el país tiene que diversificar su economía para evitar las consecuencias indeseables de una posible caída en los precios del petróleo y el carbón, los commodities (materias primas) que mueven la economía. Y, si bien en innovación ven un avance importante gracias a la política de destinar 10% de las regalías a proyectos de investigación, hay dos áreas en las que es preciso realizar un trabajo urgente: informalidad e inequidad.
“Es necesario que toda la población se inmiscuya en el crecimiento económico a través del sector privado”, comenta. Es el factor clave para evitar un resurgimiento de la violencia y del crimen organizado que podrían darse al traste con el auge de los últimos años: “Los inversionistas, tras la crisis financiera de 2008, tienen mucha aversión al riesgo, siendo la inestabilidad política una de sus aristas. Sin embargo, las conversaciones de paz de La Habana progresan y mandan un mensaje de que Colombia es un país sólido”.
dmayorga@elespectador.com