La escena que describió a Reuters William Snyder, la cabeza de la división del grupo de restructuración corporativa de Deloitte, fue la ciudad de Houston, Estados Unidos, con un mar de consultores y abogados especializados en bancarrotas yendo de aquí para allá.
Pero resulta que la imagen no se ve solo en Texas, donde sin duda ha habido afectaciones por el desplome de los precios del petróleo. No. Se ve en sector de retail, de salud, en minería y finanzas. Las quiebras de repente están a la orden del día.
En el primer trimestre de este año 26 empresas que cotizan en bolsa se acogieron a la ley de insolvencia de Estados Unidos, en comparación con las 11 del año pasado en el mismo periodo, de acuerdo con Reuters.
De esas, seis dieron cuenta de más de US$1.000 millones en activos, el más alto monto desde la crisis financiera d 2009. En total, pasaron lista de US$34.000 millones en activos, segunda cifra después del récord de US$102.000 millones de hace seis años.
Sin duda la quiebra más grande fue la del operador de casinos Caesars Entertainment, que dejó de ser buen negocio desde la época de la crisis financiera. Era el zombi del mundo corporativo estadounidense: era un muerto que caminaba con el dinero que entraba de los inversionistas al borde de la locura por la represión de las tasas de interés por parte de la Fed durante seis años.
Luego está Doral Financial, la empresa de servicios de seguridad Altgrity y la emblemática Radioshack. La primera compañía del sector de gas y petróleo aparece en el puesto seis y se trata de Quicksilver Resources. En una lista de 15, hay seis petroleras.
Pero esto no es atribuible solo a la caída de los precios del petróleo, sino de comportamientos nocivos durante los últimos años, mucha deuda en medio de una economía que se las arreglaba con las uñas. El día de cobro ha llegado.
Para quienes guardan la esperanza de que sea algo circunstancial, es de recordar que aquí se habla solo de las empresas públicas, pero por ejemplo el sector de energía está lleno de empresas privadas, como Samson Resources, que en marzo advirtió que tal vez tendría que acogerse a la bancarrota.