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Importaciones agropecuarias, las más altas en nueve años

La SAC señala que plan Colombia Siembra del Gobierno no avanza.

Redacción Negocios
26 de enero de 2016 - 08:47 p. m.

La Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) señaló que el crecimiento de las importaciones de productos agrícolas y agroindustriales entre enero y noviembre de 2015 fue el más alto de los últimos nueve años.

El dato de compras en el exterior de ese tipo de productos sumó en total 10,6 millones de toneladas, con un valor de US$5.400 millones, lo que significa un aumento de 9,9% en volumen y una caída de 6,4% en el valor respecto al mismo período del año anterior. El gremio hace estos cálculos con base en información de la Dian.

“Estos resultados hacen evidente la dependencia que ha venido desarrollando el país en materia de importación de productos agropecuarios y agroindustriales, resultado de la falta de una política agraria de estado que brinde las condiciones necesarias para potenciar la inversión y el crecimiento de la producción agropecuaria”, señaló la SAC.

En el periodo al que se refiere el gremio, se importaron 6,5 millones de toneladas de cereales, 9% más que las reportadas un año atrás, principalmente de maíz, que registró un total de 4,4 millones de toneladas con un aumento del 16%.

Al maíz le sigue el trigo, que alcanzó 1,5 millones de toneladas, un descenso de 11,3%. La importación de fríjol de soya subió 39,6%; la de torta de soya, 15,6%; la de aceite de palma, 26,3%; la de leche, 20,3%, y la de arroz, un sorprendente 264%.

“El sector privado representado en la SAC, tiene la esperanza de que con el anunciado Plan Colombia Siembra, que cuenta, según el Ministerio de Agricultura, con $1,6 billones, el país pueda sustituir en el corto plazo parte de los 10 millones de toneladas de alimentos y materias primas agropecuarias que hoy importa, con la posibilidad de exportar, y está dispuesto a trabajar de la mano con el gobierno en esta iniciativa”.

El plan Colombia Siembra fue lanzado en octubre pasado y busca sembrar un millón de hectáreas más en un lapso de tres años (2015-2018). Es de recordar que según el Censo Nacional Agropecuario, en Colombia actualmente hay siete millones de hectáreas sembradas (Lea La meta del millón de hectáreas que tiene Minagricultura).

“Lo que sí preocupa es que desde el lanzamiento del Programa, en octubre del año pasado, no se han presentado acciones concretas para su desarrollo, teniendo en cuenta que el periodo de ejecución va de 2016 a 2018”, señaló la SAC.

La falta de claridad de la procedencia de los recursos así como la concreción de las estrategias han sido puntos que gremios y académicos han criticado del plan que ejecuta el Ministerio de Agricultura. (Lea ¿Qué le falta a Colombia Siembra?).

La apuesta por las Zidres

El Gobierno ha resaltado que una acción clave para impulsar la siembra de hectáreas es la implementación de la ley de Zonas de Interés de Desarrollo Rural Económico y Social (Zidres), que está a la espera de sanción presidencial. Las Zidres son una suerte de zonas francas para el agro, que han sido criticadas por organizaciones, campesinos, políticos y académicos que argumentan que esa figura permitirá la legalización de acumulación irregular de baldíos de la Nación, entre otras cosas. (Lea Así quedó la ley de Zidres).

Durante el último debate de la ley en plenaria del Senado en diciembre pasado, el senador del Movimiento Alternativo Indígena y Social (Mais), Luis Evelis Andrade Casama, afirmó que “no estamos en descuerdo con las Zidres y el desarollo en todo lo bueno que tenga. Pero sí nos preocupa que no haya alianzas reales que permitan que los afros, indígenas, campesinos pobres, puedan mejorar sus condiciones de vida”.

El senador agregó, en respuesta a la cifra según la cual más del 70% de los baldíos adjudicados a campesinos han sido vendidos (cifra que se usó como agrumento para demostrar que los baldíos sólo en manos de los campesinos no es lo óptimo para la productividad), que “no sólo de tierra vive el campesino, también requiere apoyo para lo productivo y el desarrollo, pero no desde la imposición como se ha hecho”.

Insitituciones como Oxfam han argumentado que no se oponen a un modelo de desarrollo rural que mezcle actividad agroindustrial con agricultura familiar, siempre y cuando se garanticen condiciones para la productividad, la seguridad alimentaria y el trabajo digno. De acuerdo con el censo agropecuario, sólo 16% de los productores rurales tienen maquinaria y construcciones, y el 10 y el 11% ha recibido asistencia técnica y pedido un crédito, respectivamente. (Lea Campo: la infraestructura no aguanta).

 

 

Por Redacción Negocios

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