Los diamantes no necesariamente son eternos. Por lo menos no en Japón, donde los propietarios de joyas están deshaciéndose a un ritmo récord de las piezas no deseadas a cambio de efectivo y despachándolas a compradores en China e India.
El atractivo de los anillos y aretes con incrustaciones de piedras que marcaron los estilos lujosos de los décadas 1980 y 1990 va desapareciendo a medida que la población envejece y la economía languidece. En un país que no tiene minas y que una década atrás era el segundo mayor comprador, las exportaciones de diamantes usados crecieron 77% este año, según el Ministerio de Finanzas.
“Quiero gastar el dinero para viajar o ir a comer afuera en vez de guardar el diamante en mi armario”, dijo un ama de casa después de vender un anillo de diamantes de dos quilates en una tienda de Komehyo Co., en el efervescente distrito Shinjuku de Tokio. Se negó a decir cuánto le habían dado, sólo que era menos de lo que pagó hace 30 años.
En tanto la población se contrae y el número de jubilados crece, Japón ve aumentar el mercado de bienes de segunda mano dado que la gente se deshace de artículos suntuarios adquiridos durante los años de auge.
Canjear piedras preciosas por yenes también se ajusta al plan del primer ministro, Shinzo Abe, de alentar más compras y menos ahorro en momentos en que el Gobierno trata de reactivar una economía que todavía se está recuperando del estallido de una burbuja de los precios de los activos a comienzos de los años 1990.
Vida más simple
En 2013, aproximadamente 25% de la población tenía más de 65 años, en comparación con 12% en 1990. Para algunas personas, recibir efectivo significa librarse de cosas innecesarias para llevar una vida más simple, concepto conocido como danshari.