Los empresarios Uribe Moreno

Reciclaje, artesanías y actividades inmobiliarias hacen parte de las actividades de los hijos del expresidente Uribe. Han participado en sociedades en Colombia, Panamá e Islas Vírgenes. Hablaron con El Espectador de su crecimiento empresarial.

Alexander Marín Correa
20 de abril de 2013 - 06:00 p. m.
Jerónimo (izq.) y  Tomás Uribe Moreno.  / El Espectador
Jerónimo (izq.) y Tomás Uribe Moreno. / El Espectador

Tomás (32 años) y Jerónimo (30), los hijos del expresidente Álvaro Uribe Vélez, de nuevo han sido centro de atención tras conocerse, a través de una investigación del Consorcio de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), que ambos tuvieron una empresa en Islas Vírgenes, reconocido paraíso fiscal. La noticia revivió las especulaciones de quienes creen que su éxito es producto de la influencia y el poder de su padre, más que del crecimiento de sus negocios en la última década.

Con base en datos públicos en Colombia y el exterior, El Espectador adelantó una búsqueda de las sociedades que han creado Tomás y Jerónimo Uribe, y de aquellas en las cuales han tenido participación. El rastreo mostró que tienen presencia en al menos nueve empresas: seis en Colombia, dos en Panamá y una en Islas Vírgenes. Todas fueron registradas entre los años 2003 y 2010, tiempo durante el cual los jóvenes empresarios vivieron con su padre en la Casa de Nariño.

Las sociedades son: C.I. Ecoeficiencia S.A.S., Sapia C.I. S.A.S. (Salvarte), Zona Franca de Occidente, Promotora Gran Sabana, Yogur S.A. y Ecoindustry S. A., todas registradas en Colombia; Achlys Investment y Achlys Business Corp., registradas en Panamá, y finalmente la recién conocida Asia America Investment, de Islas Vírgenes. Los resultados de las empresas muestran crecimiento en los últimos años.

En especial, tres de ellas han crecido notablemente en activos, ingresos y ganancias en la última década: Sapia, Ecoeficiencia y Zona Franca de Occidente. Entre las tres reportaron en 2011 activos por casi $80.000 millones, ingresos operacionales por casi $86.000 millones y ganancias por casi $8.000 millones. Su crecimiento económico es evidente al revisar en detalle los balances financieros de los últimos años y compararlos con otras empresas pertenecientes a los mismos sectores.

Sapia S.A.S. fue la primera sociedad que crearon. Es la firma asociada a los reconocidos almacenes de artesanías Salvarte y fue constituida en 2002 con capital mínimo. Hoy cuenta con diez almacenes en Bogotá y exportaciones a distintos países. En 2010 empezó a reportar balances ante la Superintendencia de Sociedades, en los que registraron ingresos operacionales por $6.500 millones, ganancias brutas de casi $3.000 millones y ganancias netas de $200 millones, tras pago de impuestos.

La segunda, Ecoeficiencia, es la que mejor ilustra el crecimiento de las sociedades de los hermanos Uribe. Fue creada en 2003, con $10 millones. De acuerdo con uno de los socios, la idea de la firma era comprar cartón y vender cajas, pero luego les plantearon que se encargara de manejar excedentes industriales. Sus primeros clientes fueron Cervecería Leona y Postobón. Hoy tienen 35 clientes. “Entre 2004 y 2008 tuvimos excedentes, que nos permitieron dar un gran salto”, dice uno de los socios.

Ecoeficiencia reporta desde 2008 su balance general a la Supersociedades, en el que se puede ver su crecimiento. Su capital suscrito es de $2.000 millones. Sus ingresos pasaron de $23.000 millones en 2008 a $43.000 millones en 2011; su utilidad, de $660 millones en 2008 a $2.383 en 2011, y sus ganancias son cercanas a los $1.000 millones anuales. Pese a pertenecer a un sector tan inestable como la recolección de desechos industriales, hoy es líder en el medio.

Finalmente aparece Zona Franca de Occidente, constituida en 2008. Esta fue motivo de debate debido a que los hermanos Uribe compraron los lotes en Mosquera dos años antes de que se declarara la zona franca. Aunque no aparecen en la junta directiva de esta empresa, otros miembros de Ecoeficiencia sí. Y a pesar de que no se reportaron movimientos significativos en sus primeros dos años, en 2011 sí hubo gran actividad. Pasó de tener ganancias de $44 millones en 2010 a $6.611 millones en 2011. Sus activos alcanzan $60.000 millones.

En cuanto a las otras empresas, no se conocen sus movimientos financieros o no registran mayor actividad, al menos en los reportes ante la Superintendencia de Sociedades. Por su parte, las empresas en Panamá siguen vigentes, aunque se desconocen sus movimientos. Fueron constituidas a través de oficinas de abogados en ese país, razón por la que los hermanos Uribe no aparecen como propietarios. 

El Espectador indagó si las empresas de los Uribe tuvieron contratos directos con entidades del Estado durante el gobierno de su padre, pero no se concretaron hallazgos. Se encontraron, sí, tres contratos en 2012 que no superan los $30 millones, con el Instituto Nacional de Salud y la Personería de Bogotá. La empresa Sapia S.A.S. aparece reportada por la DIAN como deudora morosa, es decir, tiene cuentas pendientes en impuestos. Según sus dueños, sus obligaciones están al día y se trata de un caso en litigio.

La versión de los Uribe

En un escrito enviado a El Espectador, en respuesta a los interrogantes alrededor de su crecimiento empresarial, los hermanos Tomás y Jerónimo Uribe señalaron que sus ganancias son el resultado de una larga trayectoria de trabajo, que comenzó desde que eran niños. “Creamos la primera empresa hace 12 años y nos hemos preparado académicamente para ser empresarios. Nuestros socios son personas de intachable reputación, que pueden dar fe de nuestra honradez y disciplina”.

Los hermanos Uribe precisaron que empezaron a trabajar desde niños limpiando las pesebreras en El Ubérrimo, y en vacaciones para su abuelo materno. También vendieron engrudo (pegante casero) en el colegio y Tomás limpió baños en un Burger King. Antes de los 20 años crearon Salvarte. “Nos inculcaron trabajar y estudiar siguiendo el ejemplo del abuelo Darío Moreno. Además, nuestro padre nos repitió que la finca debe manejarse con criterio de empresa agropecuaria. Llevamos el emprendimiento en la sangre”, indicaron.

Sobre sus actuales empresas, explicaron que se enfocan en tres frentes: venta de productos artesanales, con Salvarte; manejo de residuos industriales, con Ecoeficiencia, y sector inmobiliario, con Yogur, relacionada con el tema de la zona franca de Occidente. Frente a las empresas constituidas en el extranjero, admitieron que la registrada en Panamá sigue vigente y que la de las Islas Vírgenes nunca operó.

Sobre Salvarte detallaron que empezó exportando sombreros a España. Fue un fracaso. Luego compraron pulseras a la comunidad zenú y pronto las exportaron a 47 países, comenzando con Australia, donde Tomás se encargó de abrir mercado con 20 tiendas. “Salvarte abrió puntos de venta hasta que nos fusionamos con la sociedad de unos compañeros de la Universidad de los Andes. Desde entonces somos accionistas minoritarios”.

De Ecoeficiencia dijeron que se trata de una empresa con certificaciones de calidad, que brinda soluciones a las industrias para manejar sus residuos. “No recogemos basura en la calle, ni operamos rellenos. Eso es un mito de los detractores de mi papá. Ofrecemos servicio de alta calidad, con gran solidez técnica. Competimos en licitaciones y tenemos una tasa de éxito del 43%. Es un tema muy serio, donde los negocios no se ganan por el apellido”.

Sobre su participación en el mercado inmobiliario (Yogur), dicen que viene por herencia, pues su familia materna lleva 50 años en el negocio de la propiedad raíz. “El primer proyecto fue la Zona Franca de Occidente. Con la familia y amigos de Medellín, adquirimos un predio de la empresa Bavaria y lo entregamos a Zona Franca de Bogotá (ZFB)”. Hoy esta empresa es líder en Colombia en la operación de zonas francas. “No intervenimos en los trámites para obtener la calificación de zona franca”, explicaron.

En cuanto a sus compañías en el exterior, dijeron que la empresa de Islas Vírgenes fue creada para vender artesanías, pero no despegó. Se salieron sin pagar capital suscrito ni recibir dinero. Sobre la empresa en Panamá, reconocen que fue creada para internacionalizar la labor de Ecoeficiencia. “Achlys no desarrolla actividad industrial ni comercial y está debidamente reportada ante las autoridades colombianas. No tiene un centavo en el extranjero. Las únicas cuentas que tenemos en el exterior las abrimos para estudiar en Estados Unidos”.

En criterio de los Uribe, el problema es que su historia como empresarios quieren contarla los opositores de su padre. “Elegimos el emprendimiento y nos hemos mantenido alejados de la política, pero no vamos a evadir ningún tema”, agregaron. “Por principios y respeto a la carrera de nuestro padre, tenemos por regla responder. Eso sí, nos extraña que sea nuestra vida empresarial la que se cuestione, cuando hay familiares de otros políticos cuyo patrimonio excede con creces el nuestro”.

“¿Por qué no se debaten las fortunas creadas con la pauta estatal? ¿Por qué no se indagan los impuestos y recursos por ventas de algunas grandes empresas de medios? El debate a las actividades empresariales de familiares de políticos no puede ser selectivo. Es más, podemos afirmar que durante los ocho años que nuestro padre fue presidente, no tuvimos un contrato con el Estado ni llamamos a funcionarios públicos a intrigar por negocios”, recalcaron.

A la pregunta de si creen que el apellido les ayudó a abrir puertas, respondieron: “En un país polarizado como éste, el apellido Uribe abre puertas pero también las cierra. Hay clientes que nos dan cita por aprecio a mi papá, y quieren conocer nuestro trabajo. Pero hay otras, como una de Cali, donde nos dijeron que, por directrices de la compañía, no podían trabajar con personas relacionadas con política. Nuestros contratos los hemos ganado en licitaciones. Como todos, nos toca competir”.

Sobre la alternativa de hacer públicas sus declaraciones de renta, Tomás y Jerónimo Uribe respondieron: “Lo hemos pensado y lo hemos discutido. Pero nos preguntamos: ¿por qué tenemos que hacerlo si hemos hecho las cosas bien y hemos trabajado honradamente? ¿Tenemos que hacerlo para satisfacer el apetito de algunos periodistas y hacer un show? Ya mi papá se las entregó al procurador general de la Nación. No entendemos por qué debemos hacer un show de algo privado”, concluyen.

*Correo: jamarin@elespectador.com

Por Alexander Marín Correa

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