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Matices del cierre fronterizo

La medida ha presentado buenos resultados, según el gobierno venezolano. No obstante, entre las autoridades comerciales colombianas hay acuerdo en que no es una solución integral.

Maria Alejandra Medina Cartagena
13 de septiembre de 2014 - 04:18 p. m.
Matices del cierre fronterizo

"Nos olvidamos de los venezolanos", dice Lina*, una comerciante de ropa en Cúcuta que asegura que el cierre nocturno de la frontera, que ya completa un mes, les ha afectado poco y nada. Esto, porque durante casi dos años el comercio del lado colombiano se ha venido mentalizando a que su naturaleza tiene que ser interna. Desde que el Bolívar se fue a pique, el venezolano ya no viene a comprar.

La tasa de cambio con la moneda del país vecino (VEF) llegó a rozar los $1.200 (COP) hace cinco años. Hoy, después de haber caído a los $280, apenas llega a los $320. "Ha sido duro porque en Cúcuta no hay empresas sólidas. Dependemos del comercio", cuenta Lina. Y ha sido difícil justamente porque ella hace parte de los comerciantes que no hacen lo que otros: pasar la frontera, comprar mercancía a precio de huevo y volver a revenderla ocho veces más cara. "La Harina PAN allá puede costar $200 y aquí la venden a $1.600".

Por eso, el cierre. Ahora, el anuncio que hizo Nicolás Maduro, según el cual durante el último mes ha habido una reducción evidente de la ilegalidad entre un 20% y 50%, habla bien de la medida.

Y de este lado también hay visto bueno, relativo. "A nosotros los empresarios nos parece bien que (el cierre) continúe, siempre y cuando se coordine por los dos países", dice Magdalena Pardo, presidenta de la Cámara de Comercio Colombo Venezolana (CCCV). "Hay que mantener la libre circulación de personas. No se debe perjudicar la convivencia de la gente de la frontera", agrega. Lina, por su parte, dice que respecto al paso de personas no percibe mayor complicación. "La gente sabe a qué hora abren y cierran la frontera". Así que, si quedan del otro lado, lo hacen advertidos.

En lo que hay consenso es que, por más efectiva que esté siendo el cierre de la frontera, esa no puede ser la solución definitiva. Mientras el diferencial de la tasa de cambio y de los precios se mantenga o empeore, "existirá el incentivo para seguir delinquiendo", dice Pardo. "El contrabando no se controla a punta de medidas coercitivas".

En definitiva, para la legalidad el cierre no es mella. "La medida no afecta de manera fundamental al comercio legal. Se afecta porque ha habido demoras y se represan los vehículos", dice Javier Díaz, presidente de la Asociación de Comercio Exterior (Analdex), y recuerda que el problema es para los de la frontera.

Ahora, ¿qué es la ilegalidad? Pardo asegura que "una cosa es el contrabando de las grandes mafias binacionales y otra es cuando una persona que vive en la frontera pasa a hacer mercado". Comercio transfronterizo. "A eso no se le puede llamar contrabando". Y es lo que sucede, pues de acuerdo con Lina, "molestan mucho por cualquier bolsita que lleve". Por eso la presidenta de la CCCV insiste en que "lo que hay que perseguir son las grandes cantidades de alimentos que tienen a una organización mafiosa detrás".

Sin embargo, lo complicado está en definir esa delgada línea que divide a alguien que está trayendo sus enceres o, por el contrario, elementos para revender. El contrabando no es un problema solo por tener un impacto en términos tributarios, sino porque empeora la situación de desabastecimiento de Venezuela. "Allá faltan leche, pañales. Me parece fatal ver aquí las bodegas llenas", concluye Lina.

*El nombre se cambió por seguridad.

 

Por Maria Alejandra Medina Cartagena

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