:format(jpeg)/www.elespectador.comhttp://thumbor-prod-us-east-1.photo.aws.arc.pub/kajKKVnVMrKTf_7PUuKPiV8ADpI=/arc-anglerfish-arc2-prod-elespectador/public/5H2S3WCGNBA4JAJXQ4IQM53XVE.jpg)
Algunos no pudieron evitar una pequeña sonrisa vengativa al iniciar su jornada laboral, cuando encontraron el mensaje en su cuenta de correo electrónico. “Necesitamos un presidente que lleve a la compañía en su nueva dirección”, fueron las palabras con el que se toparon ayer los empleados de Microsoft, firmado nada más y nada menos que por Steve Ballmer, el presidente de la compañía.
De esa forma se despidió el economista que en el año 2000 recibió la misión de liderar al gigante tecnológico de manos de Bill Gates, su fundador. Un recorrido que no estuvo ausente de grandes fracasos, al punto de que el fabricante del principal sistema operativo utilizado en el mundo a finales de los años 90 perdió, en la década siguiente, su predominancia. De hecho, según la consultora StatCounter, su navegador, Internet Explorer, era usado por el 70% de los internautas en el mundo, indicador que hoy se encuentra en 25%.
Por eso no es de extrañar que Ballmer haya sido elegido en 2012 por la revista Forbes como el peor presidente de una firma estadounidense listada en bolsa: “No sólo ha impedido la entrada de Microsoft a algunos de los mercados más lucrativos (dispositivos móviles, música portátil y tabletas), sino que en el proceso ha sacrificado las ganancias y crecimiento tanto de su compañía como del ecosistema, tal como ocurre con Dell, HP e, incluso, Nokia”.
Entre las falla que los analistas le achacan durante su trayectoria sobresalen Zune, el reproductor de MP3 que buscaba competirle al iPod de Apple; los múltiples lanzamientos de versiones de Surface, la tableta que nunca pudo pisarle los talones al iPad; y, ante todo, la edición Vista, la edición del sistema operativo que cosechó pésimos resultados en los tres años que estuvo en el mercado.
“Fue un paso errado y costoso que llevó a muchos usuarios a quedarse con Windows XP, su versión previa, por más de una década”, consignó Lance Ulanoff, editor en jefe del sitio web especializado en tecnología Mashable.
Aunque ese camino de fallos parecía estar corrigiéndose en los últimos años con operaciones estratégicas como la compra de Skype en 2011 por US$8.500 millones, o la venta de Mediaroom (su plataforma de video en línea) a Ericsson, para concentrar toda su estrategia de entretenimiento bajo la división de Xbox (encargada de producir la consola de videojuegos del mismo nombre).
La estrategia era clara: la compañía debía dejar a un lado el mercado de los computadores de escritorio y los portátiles, cuyas ventas, de acuerdo a la consultora Gartner, cayeron 10,6% en el primer trimestre de este año frente al mismo período de 2012. La nueva vocación debía ser el mercado móvil, para que Microsoft se consolide como proveedor de servicios y productos para un ecosistema con ventas que crecen a una tasa interanual de 67,9%.
Pero Ballmer decidió dar un paso al costado al anunciar ayer su retiro. El hombre de negocios, de momento, planea disfrutar su fortuna avaluada en US$15.200 millones, que lo ubica, según Forbes, en el millonario número 51 del mundo.
La noticia de su renuncia fue bien recibida por los accionistas, que vieron cómo sus títulos subían después del medio día un 7,53% para ubicarse en US$34,82, una señal de que la compañía podría volver a los años dorados en que sus papeles se transaban a US$70, justo cuando Gates le traspasaba el mando a Ballmer.
Ese camino deberá recorrerlo su sucesor. Entre los candidatos sobresalen Qi Lu, vicepresidente ejecutivo de la compañía, o Stephene Elop, quien dejó la división de Negocios para dirigir en 2010 al fabricante de celulares Nokia, su aliado en el desarrollo del sistema operativo Windows Phone.
dmayorga@elespectador.com