Sin embargo, según personas familiarizadas con el tema, también enfrenta multas adicionales por parte de los supervisores de derivados de Estados Unidos, que no hacen parte del acuerdo actual.
Se espera que el banco más grande de los Estados Unidos en términos de activos admita un mal comportamiento en las conciliaciones con la Comisión de Bolsas y Valores, la Reserva Federal, la Oficina de Control de Divisas y la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido, añadieron las fuentes.
No se espera que la resolución, que podría ser anunciada esta semana, involucre a la Comisión de Comercio en Futuros de Commodities (CCFC). La CCFC está investigando si el banco manipuló el índice de cese de pagos de crédito, que se conoce como el IG9, cuando comerciaba con derivados de crédito en el corazón del desastre de “la ballena”.
La CCFC, que tiene supervisión sobre los mercados de derivados, está buscando aplicar una multa y que el banco admita que manipuló el índice, según las fuentes. El banco se ha negado a admitir la manipulación, lo cual ha complicado las conversaciones en torno a la conciliación. Sin embargo, estas negociaciones siguen siendo fluidas y todavía puede llegarse a un acuerdo.
Los supervisores de banca y títulos han estado investigando si JPMorgan les reveló de forma apropiada a los inversionistas y a los supervisores el tamaño de las pérdidas en comercio con derivados por parte de la oficina principal de inversiones del banco. El mes pasado, los fiscales federales de Manhattan presentaron cargos criminales contra dos excorredores con sede en Londres, por, presuntamente, ocultar las pérdidas. Durante una rueda de prensa en la que la Comisión de Bolsa y Valores también presentó cargos civiles contra los corredores, las autoridades criticaron el programa de cumplimiento de reglas del banco. Los corredores han negado cualquier actuación incorrecta.
Mientras que el pacto actual incluiría admisiones, se espera que éstas sigan la línea de los comunicados que ya publicó Jamie Dimon, director ejecutivo. En junio, Dimon dijo que la estrategia de correduría estaba “mal vetada, mal monitoreada y mal controlada”, pero añadió: “No se ocultó nada ni se mintió. No hablamos mierda. Punto”.
El admitir la culpa podría fortalecer la mano de los demandantes privados, entre ellos los inversionistas de banca que exigen una compensación por la caída en el valor de las acciones luego del escándalo de la “ballena de Londres”. Dimon ha prometido pelear contra los litigantes privados “hasta el final”.