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Las mulas ahora son cibernéticas

Ganancias desde la casa y tiendas en línea con grandes ofertas, las estrategias de las redes de crímenes cibernéticos para convertirlo a usted en un criminal.

David Mayorga / Cancún, México
26 de agosto de 2011 - 04:56 p. m.

Es un simple correo electrónico. Puede llegar directamente a su bandeja de entrada o sobresalir entre su carpeta de mensajes no deseado; en su título, una promesa exuberante: “Gane miles de dólares desde la comodidad de su casa”. Y de esta forma, usted está a un clic de convertirse en una mula cibernética.

Esta es sólo una de las modalidades empleadas actualmente por las organizaciones de crímenes cibernéticos para lavar los millones de dólares que diariamente obtienen a través de fraudes por computadores. De hecho, según cifras de la firma de seguridad cibernética Kaspersky Lab, más de 50.000 de este tipo de ataques se registran a diario en Iberoamérica.

“Estamos hablando de redes que han robado muchísimo dinero y necesitan lavarlo porque si lo utilizan pueden ser ubicados”, sostiene Dmitry Bestuzhev, director para América Latina del Equipo Global de Investigación y Análisis de la firma rusa, en su Congreso Anual de Análisis para la región que se realiza en la ciudad mexicana de Cancún.

En su afán por monetizar el producto de estas actividades, han diseñado dos estrategias fundamentales para convertir a personas con buena fe en mulas cibernéticas. La primera, dirigida a personas naturales, ofrece enormes ganancias por simplemente conectarse todo el día a internet desde el computador de la casa.

“Para parecer honestos, estos criminales envían un contrato en el que usted se compromete a recibir cierta cantidad de dinero en su cuenta y reenviarles un porcentaje. Pero para las autoridades es una prueba más que lo compromete en una operación internacional de lavado de activos”, explica Bestuzhev, y agrega que, además de correos electrónicos, los criminales emplean anuncios en páginas de internet y ofertas de trabajo.

La segunda funciona como una estrategia mixta: crean tiendas en línea ficticias ofreciendo artículos tecnológicos a precios bajísimos para captar la atención, tanto de compradores como de personas jurídicas (tiendas, distribuidores, etc.) quienes, tras una consignación, reciben a domicilio un producto “blanqueado”.

Karspersky ha identificado que éste es sólo uno de los seis eslabones que componen a las actuales redes de crímenes cibernéticos que actúan en la región. Ellos consisten en un desarrollador, una persona experta en programación que se dedica de tiempo completo a elaborar herramientas por las cuales se pueda efectuar el fraude: un programa que se aloja en el computador, o en el cajero automático, incluso en el teléfono inteligente, para defraudar a las personas.

El siguiente es un revendedor, quien le vende este programa a un criminal para que efectúe el fraude. De acuerdo a la sofisticación de la herramienta, el precio de venta puede sobrepasar los US$250, los cuales son multiplicados a US$887 cuando se afecta a un usuario promedio (al cabo de una semana, en la que se pueden infectar a decenas de miles de computadores, se puede robar US$5 millones).

Pero ante la aparición de revendedores falsos, que estafaban tanto a desarrolladores como a criminales, fue necesario la aparición de validadores, que elaboran listas de confianza según comprador y vendedor.  Los últimos dos son los más vulnerables: la víctima y la mula cibernética.

Un esquema que se refina a diario, al mismo ritmo que crecen en la región los ataques cibernéticos: según estadísticas de Kaspersky, entre 2009 y los ocho primeros meses de 2011, los ataques crecieron en América Latina a una tasa de 490%. Un ritmo acorde con el crecimiento económico que viven hoy en día los países del continente.

Para Bestuzhev, la mejor forma de combatir este peligroso esquema es una vieja lección moral: ser honesto. “Hay que dejar de recurrir a la ilegalidad a la hora de consumir. Huirle a esas ofertas milagrosas porque hay que entender que nada en la vida es gratis. Ante el crimen, la mejor cura es la educación”, destaca.

Por David Mayorga / Cancún, México

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