“Ni con precios altos el país es competitivo para extraer oro”

Tras el desplome del metal a sus mínimos en cinco años, León Teicher asegura que el problema de Colombia es que el Gobierno no creó condiciones para desarrollar el negocio extractivo. Es más importante combatir la minería ilegal, aclara.

Óscar Güesguán Serpa
27 de julio de 2015 - 12:27 a. m.

La caída de la demanda de China, la recuperación de la economía de EE.UU. y la continuidad de Grecia en el euro golpearon la cotización del oro. La semana pasada cerró a US$1.086 por onza y alcanzó uno de los niveles más bajos de los últimos cinco años.

El Espectador habló con León Teicher, presidente de Continental Gold, para conocer el efecto que tiene la destorcida en los productores nacionales. La cabeza de la canadiense dice no sentirse tan preocupado por los precios como por la falta de políticas para el sector minero, la inestabilidad jurídica y la extracción ilegal.

¿Le preocupa la caída de los precios?

Sí y no. Cuando bajan los precios no es bueno, pero hay que entender que en este negocio de las commodities los ciclos no son de semanas, ni de meses. Venimos de unos precios al alza desde hace algunos años y ahora llevamos un par de precios a la baja. Es natural que ocurra. Hay que poner los precios en el lente del mediano y largo plazo y van a volver a subir. Cuando uno está produciendo y quiere asegurarse de vivir a largo plazo, debe estar seguro de tener costes bajos para que cuando haya momentos como este se pueda sobrevivir.

La caída del petróleo, aunque en principio se consideró coyuntural, terminó por ser una crisis estructural. ¿Podría pasar lo mismo con el oro?

Los precios del oro pueden estar bajos durante meses o años, pero son bajos dependiendo de donde se esté produciendo. US$1.000 y US$1.100 por onza no es bajo. Si retrocede diez años, estaban por debajo de lo que están ahora, y si retrocede veinte se puede encontrar con US$200 por onza. Cayeron con respecto a hace cuatro años, pero no son históricamente bajos. Uno tiene que ser capaz de producir a menos de US$1.100.

¿Este es un campanazo para que los productores ahorren?

El campanazo está dado hace rato. Hubo proyectos en el mundo que se desarrollaron con costos muy altos y ahora, sobre todo a quienes están en producción, se les cayeron los ingresos. Los que estamos en exploración no recibimos ingresos, entonces no suben ni bajan. Se hace difícil levantar capital porque la gente quiere invertir cuando los precios están altos, pero cuando bajan no.

¿Es difícil conseguir inversión?

Más importante que eso es que en Colombia hablemos de los temas que sí controlamos: cómo hacer para generar más proyectos, que sí se perforen más pozos de petróleo, que sí se aumenten las reservas, independientemente de los precios. Cuando la onza costaba más, todo el mundo atacaba la industria extractiva por los impactos ambientales negativos, porque no daba recursos necesarios en las regiones, porque aportaba pocos impuestos, porque generaba enfermedad holandesa.

¿Y cómo está la industria?

Siempre nos ponen a hablar de las cosas que no son. El Gobierno no hizo las cosas que tenía que hacer para crear una institucionalidad que promoviera la inversión y la estabilidad jurídica. Los proyectos se atrasaron hasta que los agarró la caída de los precios, y quieren atribuirle los males a ese fenómeno. Hay que preguntarse por qué es tan difícil hacer una mina, por qué hay tanta disfuncionalidad estatal, por qué los permisos son tan complicados, por qué uno tarda años esperando a que el Ministerio de Minería se coordine con el de Ambiente, con la ANLA, con el Ministerio de Defensa y los municipios.

¿Lo inquietan más los problemas de política pública que la cotización?

No importa si los precios son bajos o altos si no existen las condiciones para desarrollar el negocio. Si se hubieran desarrollado la minería y el petróleo cuando los precios estaban altos, hoy en día se recortaban gastos y se mantenían los ingresos. Ese es el problema de la disfuncionalidad del Estado y la falta de una política coherente para que el negocio funcione.

¿Somos competitivos para que los inversionistas en este momento prefieran a Colombia sobre otro destino para apostar sus recursos?

No somos competitivos, ni con precios altos, ni con bajos. Por supuesto, cuando suben se pueden compensar muchos problemas. En un proyecto se calculan los promedios del precio a veinte años, pero es mucho más costoso sentarse dos años a esperar un permiso que lo que cuesta operar una mina. Es más grave para el sector que le cambien las reglas de juego.

¿Producir en Colombia es costoso?

Sí. El otro problema grave de la producción es que se exportaron en 2014 más de 66 toneladas, de las cuales nueve son oficiales, legales, el resto es ilegal. Mafia y crimen organizado que crean corrupción y desbaratan el medio ambiente. Es muchísimo más importante controlar la minería ilegal que preocuparse por los precios.

¿Cuáles son los efectos de esa minería ilegal?

Está dañando los pueblos, sobornando a la Policía, al Ejército y a los alcaldes. En Colombia se debería controlar la minería criminal con la fuerza del Estado y crear un ambiente jurídico para que se desarrolle el negocio, así se puede hacer incluso a US$800 la onza.

¿Cuáles son las medidas más inmediatas que se necesitan?

Ya se perdió una oportunidad, pero eso no quiere decir que no toque hacer lo que no se ha hecho, pues los precios subirán. Si acá hubiera una política de Estado coherente, desarrollaríamos más minas a precios actuales o más bajos.

Por Óscar Güesguán Serpa

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