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No se investigó a peces grandes de Interbolsa

De cómo la Superfinanciera resultó muy eficaz para investigar a una firma gracias a un anónimo y, en cambio, jamás revisó a la comisionista.

Alberto Donadio
25 de abril de 2013 - 11:30 p. m.
La firma Interbolsa fue intervenida en noviembre pasado por el gobierno de Juan Manuel Santos. / Archivo
La firma Interbolsa fue intervenida en noviembre pasado por el gobierno de Juan Manuel Santos. / Archivo

¿Dónde estaba la Superintendencia Financiera mientras Interbolsa realizaba las operaciones ilegales y riesgosas que la llevaron a la quiebra? Es la pregunta que se hacen los miles de clientes de la comisionista que hoy contabilizan las pérdidas que sufrieron. De lo que encontró El Espectador, se diría que la respuesta parcial es que la entidad estaba investigando falsas pirámides.

Es lo que afirman los socios de una compañía de Bucaramanga dedicada a fomentar empresas de ciencia y tecnología. Su historia es el epílogo de la eficiencia de la Superfinanciera para indagar donde no debía y, en contraste, revela la lentitud para intervenir esa bola de nieve en que se fue convirtiendo Interbolsa.

Hace dos años la Superintendencia comisionó a Marco Fidel Martínez y a José Édgar Tobón para investigar en Bucaramanga, por captación ilegal, a una sociedad que funciona en una sede de la Universidad Industrial de Santander (UIS). La firma se llama Promotora de Empresas de Tecnología, Innovación y Ciencia (Pretic).

Ésta no capta dinero del público, como sí sucedía con Interbolsa, pero Martínez y Tobón aterrizaron prontamente en Bucaramanga para indagar acerca de la compañía. Curiosamente, para ordenar la investigación la Superfinanciera sólo se demoró dos meses desde el momento en que se formuló una queja de cuatro líneas en el portal de internet de la entidad.

“Nos traen al revisor fiscal o lo traemos con la policía”, exigieron de entrada Martínez y Tobón, según recuerda el representante legal de Pretic, Humberto Pradilla Ardila (autor de un libro sobre capital de riesgo y profesor titular de la UIS durante 30 años). Martínez y Tobón estuvieron una semana en Bucaramanga en las oficinas de Pretic. “Llegaron muy orondos comiendo helados a la sede Bucarica de la UIS en pleno centro de la ciudad”, añadió Pradilla.

La investigación empezó en marzo de 2011 y duró nueve meses más. “Cada 15 días nos mandaban un requerimiento”, sostuvo Pradilla. En diciembre de ese año la Superintendencia concluyó que Pretic no había violado la ley y archivó la investigación.

Los efectos de la visita, sin embargo, fueron devastadores para Pretic. De acuerdo con Pradilla, “el daño económico fue de $800 millones mínimo, y dejamos un año de hacer negocios. La investigación fue una calumnia. Se perdió toda la fe, todo el impulso. Se supo que estábamos investigados y perdimos credibilidad. Fue una picardía”.

Los socios de Pretic no entendieron en su momento por qué los estaban investigando, pues Pretic no recibe plata del público sino que funciona como incubadora de empresas. Por ejemplo, apoyó la creación de Ergostrikes, empresa santandereana única en Colombia que produce vehículos recumbentes, como bicicletas modificadas que mejoran la posición del cuerpo con un mínimo de esfuerzo. También impulsó la firma Vectorsonic, dedicada a eliminar los vectores de transmisión del dengue.

Humberto Pradilla consideró que la Superfinanciera fue irresponsable al investigar a una entidad que opera dentro de una universidad pública. “¿A quién se le ocurre que una universidad oficial va a permitir captación ilegal?”, dijo. Por su parte, Luz Ángela Barahona, la superintendente delegada que ordenó la visita, no devolvió una llamada ni contestó preguntas enviadas por El Espectador.

Alegando reserva, la Superfinanciera le negó a Pretic copia de la investigación. Pero gracias a un recurso de insistencia, el magistrado Óscar Armando Dimaté, del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, ordenó que se le mostrara a Pretic el expediente. Fue así como un año después los socios de Pretic descubrieron con asombro el origen de la investigación. La queja de cuatro líneas aparecía presentada por John Herreño desde el correo electrónico john_herreño@hotmail.

“Hola, quisiera saber qué tan legal es esta compañía, y si tienen autorización para ejercer dicha actividad, parece una pirámide, porque he investigado y nada de lo que dicen es cierto, no existe ninguna de estas empresas exitosas que afirman tener. El directo responsable es un señor llamado Humberto Pradilla”. Ese era todo el sustento de la queja. Pero la Superfinanciera corrió.

Lo más anómalo de este episodio seguiría después. Humberto Pradilla reconoció el nombre de Herreño al leer la queja pues éste había trabajado en Pretic y desde 2008 ofició como socio. Lo recomendó un político local que dijo que Herreño tenía experiencia en la bolsa en Londres.

Como un cruce de casualidades, John Jairo Herreño Marín fue años después vicepresidente financiero de Invertácticas, la sociedad de Alessandro Corridori que se apoderó de Fabricato con préstamos que le facilitó Interbolsa, desviando el dinero de clientes que pensaban que su plata estaba en títulos seguros de renta fija.

Los visitadores supieron al llegar a Bucaramanga que el nombre que aparecía en la queja coincidía con el de un socio de la entidad investigada, pues recibieron copias de las escrituras. La Superintendencia sabía que la queja podía estar motivada por diferencias entre exsocios.

Según Pradilla, Herreño se fue disgustado porque le pidieron que devolviera las acciones que tenía por incumplir el compromiso de conseguir inversionistas para la incubadora de empresas. “Se fue arrechísimo”, anotó.

Pretic le pidió a Herreño $2 millones por el arriendo de la oficina que había ocupado en la sede Bucarica. Herreño no pagó. Se fue de Bucaramanga acosado por las deudas en otros negocios, dijo Pradilla. Cuando conocieron los antecedentes de la visita de la Superintendencia, los socios de Pretic sintieron que la entidad se había prestado para una venganza caprichosa de Herreño. Por eso presentaron una denuncia penal contra Herreño por injuria y calumnia.

La queja ante la Superfinanciera fue “una artimaña fraguada” para desacreditar a Pretic, según Alfonso Rivera Pérez, el abogado contratado por Pretic para adelantar la denuncia. En el mismo documento se lee que también se acusó por los mismos delitos a Cristian Alberto Arenas Díaz, quien utilizó el portal de la Superfinanciera con el mismo fin.

John Herreño fue hasta marzo miembro suplente de la junta directiva de Fabricato, la compañía que controlaba su jefe, Alessandro Corridori. Además, en 2012 fue durante varios meses asistente del presidente de la textilera, Juan Carlos Cadavid. Fabricato le pagaba a Herreño el arriendo de un apartamento en El Poblado, según reveló El Colombiano.

Herreño, de 33 años, es ingeniero financiero de la Universidad Autónoma de Bucaramanga y además perteneció a la junta directiva de Millonarios. Consultado por El Espectador, dijo que él no presentó la queja y que ese correo de Hotmail no es suyo. Señaló que cualquiera puede crear una cuenta con su nombre y agregó que no tuvo ningún contacto con la Superintendencia ni antes ni después de la investigación a Pretic. “Qué malo que la Superintendencia hubiera aceptado esa denuncia”, afirmó. Además negó que Pretic fuera una pirámide o que hubiera tenido diferencias con Pradilla.

En contraste, Humberto Pradilla dijo que para poner una queja en el portal de la Superintendencia hay que inscribirse con nombre, cédula y dirección. Insistió en que Herreño fue el autor de la queja. “Si le preguntan a los de las Farc en Cuba si hicieron algo malo, dicen que no”.

Mientras se aclara el enredo, lo cierto es que Marco Fidel Martínez y José Édgar Tobón, los visitadores que estuvieron en Bucaramanga en 2011, fueron comisionados a comienzos de este mes junto con otro funcionario para realizar una visita por captación ilegal en dos sociedades que operan en el edificio de Interbolsa en Bogotá, Valores Incorporados y Rentafolio Bursátil y Financiero.

La inspección se ordenó cinco meses después de la quiebra de la comisionista y años después de que esas sociedades captaran más de US$90 millones de clientes del Fondo Prémium que ofrecía Interbolsa. Los préstamos irregulares que hicieron esas sociedades son hoy de difícil o imposible recuperación para miles de clientes que creían que su dinero estaba seguro. Para los damnificados de Interbolsa, la visita llega muy tarde.

Por Alberto Donadio

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