Los estados miembros de la OTAN gastan más de US$1 billón al año en su defensa colectiva. Sin embargo, según la alianza, no es suficiente. La anexión de Crimea por parte de Rusia y la crisis en el Este de Ucrania dominarán la próxima cumbre de la OTAN, quizás la reunión más importante de los líderes de la alianza desde el fin de la Guerra Fría. Pero el gasto en defensa será el más trascendental, aunque sea el tema que se aborde con menos honestidad.
Cada Estado miembro reafirmará su importancia, y Gran Bretaña, el anfitrión, seguramente resaltará su lugar como una de las tan sólo cuatro naciones en la alianza que gastan 2% o más de su Producto Interno Bruto en defensa.
No obstante, es Estados Unidos quien mantienen la alianza a flote, con un gasto de US$735.000 millones en sus fuerzas militares cada año. El gasto promedio en defensa de cada nación miembro de la OTAN es de 2,9% del PIB. Si se elimina a los Estados Unidos, el gasto promedio de los países europeos es de tan sólo 1,6%.
Para la alianza es cada vez más importante cómo se gasta el dinero, y no sólo cuánto. Los miembros europeos más pequeños gastan una cantidad desproporcionada de fuerza humana; los más grandes tienen más tecnología, pero son pobres en cooperación conjunta.
En medio de estos problemas, hay preguntas con respecto a si la administración de la OTAN necesita de más poderes para resolverlos.
“La alianza debe tener una conversación adulta con respecto al gasto en defensa por parte de los europeos”, dijo James Stavridis, que hasta el año pasado fue el comandante supremo aliado de la OTAN y ahora es el decano de la Escuela Fletcher de Leyes y Diplomacia de la Universidad de Tufts. “Sigue siendo mucho menos del 2% mínimo del PIB al que todos se han comprometido”.
Un análisis de los presupuestos de defensa europeos, realizado por McKinsey, arrojó que habían sido menores a la meta por US$50.000 millones entre 2008 y 2012. Se proyecta que en 2015 serán de US$4.000 millones menos del objetivo.
Luego de las incursiones rusas a Ucrania, Polonia, Letonia, Lituania y Estonia, todos han dicho que aumentarán el gasto en defensa a más del 2% del PIB. Aunque es algo loable, esto tan sólo resuelve una parte mínima del problema, añadiendo un gasto regional de tan sólo US$1.500 millones más, según análisis hechos por la propia OTAN.
El peso está, entonces, sobre los países de Europa que más gastan en defensa: Gran Bretaña, Francia, España e Italia. Colectivamente gastan US$200.000 millones en defensa anualmente. Sin embargo, siguen siendo US$61.000 millones menos de lo que prometen como miembros de la OTAN, es decir, el 2% de su PIB.
También será un tema importante la manera como se reduzcan los presupuestos en la alianza. “Estamos llegando al punto en el que nunca vamos a lograr más del 2%”, dijo Stavridis. “Pero incluso si llegásemos, para muchos aliados esta cifra se gasta en costos administrativos y de personal. Se gasta muy poco en entrenamiento de operaciones”. Los estados miembros que en el papel están cerca a los gastos de defensa que han prometido, como Grecia, con 2,3%, Turquía, con 1,8%, y Portugal, con 1,5%, de hecho no gastan mucho para mantener de forma activa a sus tropas. Grecia gasta tan sólo 17% de su presupuesto anual de defensa en equipos nuevos, Turquía el 20% y Portugal, 9,2%.
Los países más pequeños gastan sustancialmente menos: tan sólo el 2,8% del presupuesto de Bélgica se gasta en equipos nuevos y Eslovenia gasta un magro 1,5%.
Entre el pesimismo con respecto al presupuesto, quienes están cerca de la OTAN buscan nuevas formas para convertir este tema potencialmente divisorio en algo que los aliados puedan emplear para conformar un frente común. Una forma de lograrlo sería que la alianza comenzase a crear medidas para aumentar la eficacia, como el número de material bélico y de tropas que pueden utilizarse para desplegar rápidamente a un grupo de combate de la OTAN. Esto en lugar de que sean objetivos abstractos.
Para mejorar la coordinación, los aliados más grandes de la OTAN en Europa quizás deban ceder más poder a una administración fortalecida de la organización. Esto se podría hacer a través de la habilidad para contratar sus propios programas de suministros.
El Sistema de Vigilancia Aliada en Tierra, de US$1.600 millones, que incluye drones de última tecnología Global Hawk y que tendrá como base a Italia en 2017, podría liderar el camino.
Con las turbulencias que acontecen en Europa, las decisiones de la cumbre podrían tener un profundo efecto sobre la credibilidad de la OTAN, y serán observadas de cerca desde fuera de la alianza.
“Es muy importante cómo lo percibirá Rusia. Piensa que los líderes occidentales son patéticos, fácilmente manipulables y superados por una política ágil”, dijo Michael Clarke, director general del Royal United Services Institute, un centro de pensamiento con sede en Londres.
“Hay una sensación cada vez más fuerte entre los parlamentarios de Europa de que la tendencia a la reducción en el gasto en defensa ha llegado a su punto más bajo”, añadió. “De lo contrario, esta cumbre será vista como un fracaso histórico”.