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Palma, hasta en las chocolatinas

El uso del aceite de esta planta se extiende a otros sectores, como el de los alimentos, pero incluso también en la generación de energía.

Jhon Moreno, Periódico del Meta
28 de septiembre de 2015 - 02:00 a. m.
La palmicultura en Colombia ha generado unos 140.000 empleos directos e indirectos, beneficiando a más de 60.000 familias. / David Campuzano
La palmicultura en Colombia ha generado unos 140.000 empleos directos e indirectos, beneficiando a más de 60.000 familias. / David Campuzano

Cuando Vincenzo Tapella, vicedirector de aceites y grasas del departamento de compras de Chocolates Ferrero, empezó a enumerar las ventajas que ha tenido la incorporación del aceite de palma en productos como Nutella y los huevos Kinder Sorpresa, muchos dimensionaron hasta dónde ha llegado el fenómeno de la palma de aceite en el planeta y a qué otras marcas podrá llegar.

Colombia es el cuarto productor mundial de palma y primero en América Latina, con más de 490.000 hectáreas sembradas, pero está muy lejos de países como Indonesia que, siendo el primero en el mundo, tiene 10 millones de hectáreas cultivadas.

Con todo y el futuro prometedor que tiene la palma de aceite en Colombia, por la versatilidad de sus subproductos, es necesario mejorar la productividad de las hectáreas ya sembradas, que sea sostenible con el medio ambiente y capaz de impactar socialmente en las zonas donde se desarrollen sus cultivos, a tal punto que aporte en el posconflicto.

El presidente ejecutivo de la Federación de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), Jens Mesa Dishington, dijo a El Espectador que los inversionistas que no han logrado capitalizar todo el potencial productivo de la palma en sus cultivos deberían trabajar más en ese sentido antes que en expandirse.

“Debemos pasar de la cultura extensiva que algunos tienen a una intensificación de la actividad. En Colombia hay cultivos de menos de 10 toneladas de fruta por hectárea y hay otros de 30 toneladas. Hay espacio para mejorar la productividad y garantizar que, si uno tiene un cultivo, por pequeño que sea, va a ser altamente productivo”, explicó el presidente de Fedepalma.

Bernd Ditschar, gerente de ventas de Fertilizantes América, explicó por su parte que el objetivo de asegurar las buenas prácticas de manejo en los cultivos es cerrar las brechas entre la productividad actual y la máxima productividad potencial.

“Las buenas prácticas reducen las brechas para aumentar el rendimiento al final. En Colombia hay un potencial que calculo entre 24 y 25 toneladas por hectárea, y sólo hay 16 en promedio. También se debe cambiar la mentalidad del productor, porque para implementar esas políticas de buenas prácticas tardamos más de dos años en socializarlas y convencer a algunos”, dijo Ditschar.

Las buenas prácticas pasan por la sustentabilidad de la palma de aceite con el medio ambiente, un tema que ha causado escozor entre los palmeros debido a las críticas de algunos grupos ecologistas por el supuesto impacto que tendría en el alto consumo de agua en grandes extensiones de cultivos, en especial en esta época de sequías en Colombia.

Científicos como Jean-Pierre Caliman, director del Smart Research Institute, y Cécile Bessou, del Centro de Cooperación internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (Cirad), coincidieron en señalar que el supuesto consumo excesivo del vital líquido por estas plantas es un mito, pues se ha podido comprobar que la palma de aceite usa la misma cantidad de agua que otros cultivos. Sin embargo, dijeron, es necesario hacer mediciones adicionales para poder obtener la huella hídrica real, que comprende todo el ciclo de producción.

“Hay muchas críticas en torno a la palma, por eso las mismas compañías se han comprometido a disminuir los gases de efecto invernadero y ese es un buen ejemplo industrial para otros sectores”, dijo Cécile Bessou.

Con todo, este parece ser “el cultivo de la paz en el campo”, pues ya se adelantan proyectos de asociatividad con pequeños productores en la región Caribe que se han convertido en ejemplo de la manera como campesinos se convierten en empresarios de su parcela e incluso en socios de una extractora que se construye en Codazzi (César). Esta propuesta podría ser replicada en otros productos.

“Vamos a priorizar el megaplan de siembra, el cultivo de palma de aceite, pues tenemos muchas tierras para producir. Más aún si tenemos en cuenta el aporte social que ha hecho este cultivo, el cual queremos seguir fortaleciendo. El sector llevó esta actividad a zonas rurales donde no se desarrollaba ningún proceso productivo”, dijo el ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri.

Agregó que la palmicultura ha reducido la pobreza en el sector rural, pues genera unos 140.000 empleos directos e indirectos, con lo cual beneficia a más de 60.000 familias. Esto sin contar el proyecto en ciernes que tienen algunas de las compañías agroindustriales de palma para convertir en energía que se pueda comercializar en el mercado nacional.

Por ahora, Ferrero, en voz de su vicedirector, afirmó que abrigaba la esperanza de que su empresa pueda adquirir muy pronto el aceite de palma con certificación de la RSPO producido en Colombia.

Por Jhon Moreno, Periódico del Meta

 

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