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Perfil de un hombre caribe

Economista, historiador y sociólogo, de esos con los que es posible disentir y hacer cosas.

Alberto Abello Vives
03 de marzo de 2013 - 09:00 p. m.
Adolfo Meisel Roca, el nuevo codirector del Banco de la República. / Cortesía
Adolfo Meisel Roca, el nuevo codirector del Banco de la República. / Cortesía

El jueves, desde muy temprano, su teléfono empezó a timbrar y no cesó hasta media noche. En las redes sociales de círculos de académicos, empresarios y periodistas del Caribe colombiano circulaba la noticia. Había regocijo. El presidente Santos había llamado a ese economista que fuera mencionado el día de su posesión por su aporte a la concepción de un fondo de compensación dirigido a las regiones más pobres de Colombia. Adolfo Meisel Roca, a partir de ese momento, era el nuevo codirector del Banco de la República, y a los pocos minutos el ministro de Hacienda lo presentó oficialmente en el Hotel Santa Clara.

Meisel se desempeñaba como gerente del Banco en Cartagena desde hace dos décadas. Es un economista —de esos ortodoxos con los que es posible disentir y hacer cosas— , historiador y sociólogo. Una rica combinación de disciplinas que lo hacen un hombre plural, que le sirven para la vida y el trabajo, donde se destaca dejando ricos aportes a la investigación y la cultura. Lo que hizo no tenía precedentes en la historia del Banco. Organiza y dirige el Centro de Estudios Económicos Regionales, donde forma a jóvenes investigadores y desde donde entrega al país cientos de estudios sobre las regiones y la historia colombianas, con énfasis en el Caribe colombiano, su tierra. Le deja a Cartagena una nueva historiografía. Durante años convocó a los principales estudiosos de la historia cartagenera para indagarla siglo por siglo; el ejercicio está completo y publicado. La ciudad pasa entonces de aquella Historia General de Eduardo Lemaitre a la nueva historia publicada con juicio por el Banco.

En 1989 escribió para la Universidad de Cartagena su primer libro sobre la región. Allí estaba el germen de lo que sería su obsesión: el rezago del Caribe colombiano, sus causas y posibles soluciones. Es un investigador activista de la causa regional. Llevó sus ideas a cualquier espacio posible: una reunión gremial o un barrio. El año pasado publicó otro de sus libros, el cual compendia artículos que examina por qué su Caribe perdió el siglo XX. Promovió foros y simposios, seminarios y publicaciones.

Durante 2007 organizó, junto con otras instituciones, el Taller del Caribe. Un ejercicio departamento por departamento indagando por los obstáculos a su desarrollo. Comenzó un 2 de febrero, el día de la Virgen de las Mercedes, en Riohacha, y terminó un 2 de noviembre con la firma del Compromiso Caribe por parte de gobernadores y alcaldes recién elegidos y amplios sectores sociales. Aún se recuerda al Pibe Valderrama y a Ernesto McCausland poniéndose la camiseta.

Como investigador ha sido un viajero por el Caribe. De Nabusímake a Punta Gallinas, de parranda vallenata al Carnaval de Barranquilla. De San Andrés al Sinú. Por eso se supo de él también por sus crónicas sobre el mercado de Bazurto a las tres de la mañana o una ruta gastronómica que certifica.

Como gestor promueve la operación del área cultural del Banco con lujo de detalles. Hace once años convoca a sus amigos e instituciones a un programa de fomento de la lectura, Leer el Caribe, que forma maestros en literatura caribeña y estimula la lectura entre jóvenes escolarizados. Le deja a Cartagena una enorme colección de arte local documentada e investigada.

Es en sí un hombre caribe. De verdad, verdad. No como ese falso estereotipo con los que históricamente se acusa a las gentes del Caribe y se sigue reproduciendo sin cesar. Es un hombre en esencia regional, sin localismos; con una profunda formación universal, gran experiencia y gozoso de la vida.

Por Alberto Abello Vives

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