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Platino sangriento

La incertidumbre en torno a la política minera, los altos costos, así como una lucha interna con el Congreso Nacional Africano, ha debilitado la confianza de los empresarios en la economía más grande de este continente.

Andrew England Helen Thomas
18 de agosto de 2012 - 09:00 p. m.
En Ciudad del Cabo, Sudáfrica, las protestas no se hicieron esperar. Arengas contra la policía y exigencias de respeto a la vida fueron los mensajes transmitidos por los manifestantes. / EFE
En Ciudad del Cabo, Sudáfrica, las protestas no se hicieron esperar. Arengas contra la policía y exigencias de respeto a la vida fueron los mensajes transmitidos por los manifestantes. / EFE

Jacob Zuma, el presidente de Sudáfrica, dijo el jueves que iniciaría una investigación en torno a los enfrentamientos mortales en una mina de platino, luego de que la policía admitiera que murieron al menos 34 personas y decenas más resultaron heridas cuando los agentes abrieron fuego contra los manifestantes.

La violencia del jueves sacudió a la nación, pues las imágenes evocaron memorias de las tácticas brutales empleadas por las fuerzas del Estado bajo el régimen del apartheid. Mostraban a la policía enfilándose para disparar con rifles de asalto y pistolas contra los trabajadores, entre los cuales había muchos armados con machetes, lanzas y garrotes.

“La investigación nos permitirá llegar a la verdadera causa del incidente y obtener las lecciones necesarias”, dijo Zuma. “Sin embargo, hoy no es el momento para señalar dedos o hacer acusaciones”.

Riah Phiyega, que fue nombrada hace poco jefa nacional de policía, dijo que los agentes, que habían sido desplegados en altos números al complejo minero de Marikana, operado por Lonmin, la compañía listada en la bolsa de Londres, utilizaron la fuerza para protegerse, luego de que a principios de la semana se hubieran presentado enfrentamientos.

La policía estaba acorralando a un grupo de manifestantes, cuando “el grupo militante se abalanzó contra la policía, haciendo disparos y blandiendo armas peligrosas”, dijo Phiyega.

El conflicto en la mina comenzó hace una semana, en parte a causa de una huelga realizada por los operadores de las perforadoras de roca, que se complicó por una disputa entre sindicatos que rivalizan: el Sindicato Nacional de Mineros (NUM, por sus siglas en inglés) y el nuevo sindicato, que es más militante: el Sindicato de la Asociación de Mineros y Constructores (Amcu, por sus siglas en inglés).

Diez personas, entre ellas dos agentes de policía, fueron asesinados a principios de la semana y la huelga fue declarada ilegal. Los manifestantes recibieron la advertencia el jueves de que serían despedidos si no trabajaban al día siguiente.

La situación ha forzado a Lonmin, la tercera productora de platino más grande del mundo, a detener su producción en el país, que tiene dos tercios de las reservas mundiales del metal.

La tragedia pondrá en el ojo de la atención pública a la policía, que aún recibe acusaciones de desmanes de autoridad durante las protestas, en un país donde las cicatrices del apartheid siguen siendo sensibles.

Los enfrentamientos se dieron en el trasfondo de una frustración cada vez mayor a causa de los altos índices de pobreza y desempleo, en una de las sociedades más desiguales del mundo.

Los políticos populistas, como Julius Malema, el exlíder de la Liga de Juventudes del Congreso Nacional Africano, el partido que gobierna el país, han intentado aprovecharse del descontento para insistir en la nacionalización de las minas. Los ministros han dicho que la nacionalización no es la política del gobierno, pero el sector minero es un objetivo fácil, pues muchos consideran que ha beneficiado a una pequeña élite, en su mayoría blanca.

Las tensiones en las minas, que fueron desencadenadas por la disputa entre ambos sindicatos, han estado cerca de su punto de ebullición durante meses. A principios de este año Impala Platinum sufrió una huelga de seis semanas, con violentos enfrentamientos entre sindicatos rivales que dejaron un saldo de tres muertos.

El temor de las mineras es que la influencia de Amcu se extienda hacia otros sectores de la industria y genere más tensiones. La Cámara de Comercio e Industria de Sudáfrica dijo que las protestas se estaban convirtiendo en “sinónimos de violencia e intimidación”.

Durante los últimos años las compañías mineras han tenido relaciones relativamente buenas con NUM y la mayoría de las disputas se han saldado pacíficamente, pero el debate sobre la nacionalización, la incertidumbre en torno a la política minera, los altos costos, así como una lucha interna con el Congreso Nacional Africano, han debilitado la confianza de los empresarios en la economía más grande de África.

Las protestas violentas y la brutal respuesta policial en la mina de platino son un duro golpe a la industria minera de Sudáfrica y hacen eco a la reputación que hay en el sector de que el lugar es difícil y económicamente indeseable.

Los analistas de Citigroup repitieron los temores que los ejecutivos de la industria les habían dicho en privado, según los cuales las muertes en Rustenburg podría generar una reacción en cadena en otras regiones mineras de Sudáfrica.

“La influencia del sindicato más militante, Amcu, sobre la NUM, que es más amistosa a la ANC, es preocupante porque estos eventos pueden ser la punta del iceberg en términos de la insatisfacción minera y la insatisfacción general en la sociedad”, dijeron.

Andrew Levy, un consultor legal para temas de relaciones laborales, dijo que creía que las circunstancias que llevaron a los enfrentamientos en Marikana son aisladas: “Los patrones de negociación en otras industrias están razonablemente bien establecidos”, dijo.

Otras figuras de la industria lamentaron el último golpe a la reputación de la industria minera en Sudáfrica y la incertidumbre que rodea a la política minera y las relaciones laborales.

Por Andrew England Helen Thomas

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