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Próxima gran crisis de Brasil asusta a banqueros

El auge del gasto en consumo impulsado por el crédito amenaza con ahondar la recesión –que ya es la peor desde 1990– y dejar a la vez a millones de brasileños luchando por pagar sus préstamos.

Bloomberg
18 de octubre de 2015 - 02:00 a. m.

En los polos industriales deteriorados y llenos de estmog que rodean el extremo sur de São Paulo, la próxima gran crisis está echando raíces.

El mercado de trabajo, durante largo tiempo el único punto óptimo económico cuando el crecimiento se estancó, experimenta de golpe un rápido dteterioro, empujando el desempleo desde un mínimo récord de 4,3 por ciento a fines de 2014 hasta un 7,6 por ciento. En ningún otro lugar los despidos están alimentando tanto ese aumento como aquí, en este decidido complejo de fábricas de acero, automóviles y autopartes construido décadas atrás por empresas como Ford Motor Co. y Volkswagen AG. São Paulo ahora está perdiendo casi 20.000 empleos cada mes, estima la federación industrial del estado.

Hablando en privado con los banqueros más importantes de Brasil, casi todos señalan el desempleo como una preocupación crucial. Por empezar, es la base de la insatisfacción nacional que promueve los pedidos de juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff y está creando una parálisis a nivel de política en Brasilia, la ciudad capital. Más importante aún, en un país que ha basado su modelo de crecimiento en los últimos años en un auge del gasto en consumo impulsado por el crédito, amenaza con ahondar la recesión –que ya es la peor desde 1990– y dejar a la vez a millones de brasileños luchando por pagar sus préstamos.

Esta es la situación en que se encuentra Rossini Santos.

Santos, trabajador siderúrgico de 43 años, se había endeudado para financiar su nuevo estilo de vida de clase media. Primero fue una hipoteca por US$80.000 en 2009 para comprar una casa pequeña de una planta cerca de la fábrica donde trabajaba. Luego, a comienzos de 2014, fue un préstamo por US$17.000 para comprar un Chevrolet Prizm. A los pocos meses, sin embargo, comenzaron a surgir problemas cuando su empleador, fabricante de moldes para autopartes, se presentó en quiebra. La compañía siguió funcionando pero a los tumbos, y en agosto, Santos fue despedido junto con docenas de otros trabajadores. Ahora recibe 1.380 reales (US$360) mensuales por el seguro de desempleo, apenas un tercio de su salario de trabajador siderúrgico.

“Y ahora tengo una hipoteca y el préstamo por un auto”, dijo. “Y sin salario, tengo que ajustarme el cinturón”.

Que la tasa de desempleo, generalmente un indicador rezagado en cualquier economía, haya sido el último dato que se desplomó en la recesión no es inusual, naturalmente. Pero lo que llama la atención aquí es cómo, después de confundir a los economistas locales manteniéndose tan obstinadamente baja durante tres años de crecimiento flojo, la tasa repentinamente dio semejante salto en apenas cuestión de meses.

En una semana de una serie de diálogos informales con banqueros de São Paulo, el desempleo surgió una y otra vez a la hora de explicar las razones por las que la recesión y la crisis financiera podrían intensificarse. Les preocupa que el aumento de la tasa de desempleo esté apenas comenzando; que esté erosionando la demanda, dejando vacíos centros comerciales anteriormente atestados; y que, en definitiva, pueda hacer aumentar los impagos de préstamos.

“Todos están convencidos de que la crisis no terminó”, dijo Marcilio Moreira, ex ministro de Finanzas, integrante del equipo de gobierno de comienzos de los noventa que tuvo dificultades para dominar la hiperinflación. Las cosas van a empeorar, dijo, “en términos de producción, inflación y desempleo”.

Es una mala noticia para Santos, el trabajador siderúrgico despedido.

Por Bloomberg

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