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Santo pescado

El consumo aumentará 60% esta semana. Es la temporada más importante del año para 800 mil familias que se dedican a la actividad.

Óscar Guesgüan Serpa
31 de marzo de 2015 - 03:36 a. m.

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Monseñor Fabián Marulanda, expresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y obispo emérito de Florencia, asegura que “en alguna época la carne era demasiado cara y el pescado más barato. Se pedía que el ahorro que hacían dejando de comer carne lo destinaran a los pobres”. Así explica por qué durante Semana Santa los católicos no consumen carne roja.

Con el tiempo se modificó la norma y ahora “el Viernes Santo se tiene que hacer una mortificación. Entonces, si te gusta la carne la debes cambiar por otro alimento, pero si la cambias por pescado y te gusta más el pescado, pues no hay ninguna mortificación”, explica.

El poder de la fe es tal que en Colombia, donde cerca del 80% de la población es católica, el consumo de pescado aumenta 60% durante esta celebración religiosa, según el Ministerio de Agricultura. Los cinco días en los que se conmemora la pasión, muerte y resurrección de Jesús son los que más aportan a los 5 kg que come un colombiano en promedio al año.

“El consumo habitual de pescado en la canasta familiar colombiana no es alto. Para Semana Santa el consumo se duplica. A Bogotá pueden llegar unas 2.000 o 3.000 toneladas de productos adicionales”, explica Winston Darío Hernández, administrador general de la Corporación de Comerciantes de la Plaza de Mercado de Paloquemao (Comerpal).

Aunque el boom comercial beneficia a los comerciantes de los productos de mar y de río, con respecto a carnes de otro tipo, en el país son más las veces que hay un filete de res en la mesa que uno de pescado.

“El consumo de la carne de cerdo, a partir de 2011, pasó a la franja de 5 a 10 kg debido a un programa del fondo de porcicultores (...) y el de la carne bovina estuvo en la franja de 15 a 20 kg”, revelan cifras de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca.

Sin embargo, más allá de las cifras, en las plazas de mercado se respira otro ambiente. Las carnes rojas y brillantes empiezan a quedarse en las vitrinas. Un hombre al que su overol y sus manos manchados con sangre delatan se lamenta de la caída de las ventas de carne, no solamente esta semana sino desde que empezó la vigilia.

En la plaza de mercado de Paloquemao, en Bogotá, como si se tratara de un ring de boxeo, de un lado están los que comercian con pescado y del otro quienes lo hacen con carne de res. Este último corredor sirve hoy para salirse de la multitud que se agolpa a preguntar por los precios de este o aquel pescado.

“Le tengo bagre con o sin ropa”, grita uno de los vendedores, quien se encarga de que en la lejana Bogotá se distribuya la producción nacional, el 75% de la cual corresponde a pequeños pescadores, unas 800.000 familias.

A propósito de este sector, el ministro de Agricultura, Aurelio Iragorri, manifestó que “Colombia produce 175.000 toneladas de productos pesqueros y acuícolas, y realiza importaciones de 102.000 toneladas de productos pesqueros al año”.

El director del Centro Virtual de Negocios, José Esteban Rojas, agregó que en 2014 la entrada de pescado al país, proveniente de países como Noruega, Ecuador y China, alcanzó los US$241 millones.

La diversificación en este tipo de alimentos, como dice el gerente de Comerpal, ha convertido al público colombiano en “conocedor: puede identificar cuáles pescados vienen de río o de mar”.

Claro está que este año la alta volatilidad del dólar, que ayer cerró en $2.575,70, va a estimular la compra de la producción nacional. Entonces, si usted es católico, no dude de que lo más probable es que este jueves y viernes santos coma algo proveniente del Caribe, el Pacífico o alguna de las cinco vertientes hidrográficas del país. No se mortifique, coma pescado.

Por Óscar Guesgüan Serpa

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