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¿Se encarrilará la Economía?

El Espectador presenta las perspectivas para 2011 basadas en las cinco locomotoras que seleccionó el Gobierno como dinamizadoras del país: agro, construcción, infraestructura, innovación y minería.

Salomón Kalmanovitz* / Especial para El Espectador
01 de enero de 2011 - 09:00 p. m.

La economía colombiana en 2011 obtendrá un crecimiento de alrededor 4%, si la economía mundial no entra nuevamente en recesión. Los altos precios de las materias primas, sustentados en el fuerte crecimiento asiático, fomentarán la creciente producción de petróleo, carbón y oro que se constituirá en el eje dinámico de la economía. El fortalecimiento del consumo por la baja inflación y la revaluación del peso, a su vez, servirá de acicate para la producción e importación de bienes.

El tercer trimestre de 2010 tuvo un crecimiento de sólo 3,6% frente a 2009, arrastrado por la construcción (-10,5%) y, dentro de esta, por las obras públicas (-15,2%).

La llegada de una nueva administración frente a la saliente que quemaba sus últimos pesos y no le dejaba nada a la entrante, explica la pronunciada caída. Así las cosas, el crecimiento de 2010 difícilmente terminará por encima de 4%, lo que ensombrece el panorama del año entrante.

Para 2011 es de esperar un aumento importante de las obras públicas para atender la emergencia invernal, lo cual se realizará durante la segunda parte del año, una vez conseguidas las fuentes de financiamiento que destapará la administración Santos y se organicen esquemas de operación. Posiblemente, se recurrirá más al esquema de concesiones privadas, que fueron poco utilizadas por el largo gobierno de Uribe y, por lo tanto, su crecimiento podrá ser mayor. La construcción de edificaciones presenta un ritmo moderado en 2010 que probablemente se mantendrá, en la medida en que hay buena oferta de oficinas y viviendas, aunque también hay suficiente financiamiento hipotecario.

El Gobierno ha armado su plan de desarrollo sobre cinco locomotoras, lo cual da la sensación de mucho empuje, pero más detenidamente resulta reflejar una carencia de priorización: ¿en dónde se invertirán preferentemente los recursos públicos disponibles, que por el momento son escasos?

La primera locomotora, la minería, no depende del gasto público sino de la inversión extranjera y se mantendrá a niveles similares a los de 2010, cuyo crecimiento supera ya la cifra de 12%; haría bien el gobierno en rechazar las empresas mineras depredadoras y cobrarles a todas impuestos más altos, porque agotan unos recursos que no se pueden renovar. Este crecimiento minero puede provocar la asfixia de las exportaciones de otros bienes, como manufacturas y flores, y aumentar la penetración de importaciones en el mercado local.

La vivienda es otra de las locomotoras escogidas por el Gobierno, para la cual se espera que se continúe con la otorgación de subsidios y lograr un número mayor de beneficiarios, algo que se resuelve con presupuesto adicional que no hay. Parece tratarse de un ministerio politizado que lo hará poco eficiente.

La agricultura puede ser la rama que reciba más atención del Gobierno, dadas la legislación de tierras y de víctimas que deben atender a los desplazados, lo cual debe complementarse con fuertes inversiones públicas. Es difícil concebir, sin embargo, que se restituyan tierras despojadas en regiones en las que prevalecen los señores de la guerra. Se podría hacer reforma agraria con tierras incautadas al crimen organizado, pero lo que evidencia la acción pública reciente es la devolución o el regalo de las propiedades a sus dueños ilegales o a políticos y sus familiares.

Hacen mucha falta en el sector agropecuario bienes públicos que van desde diseminación de buenas prácticas, redes de acopio y de frío hasta establecer centros de control fitosanitario que faciliten las exportaciones, algo presente en los planes del ministro Juan Camilo Restrepo. No se le debe escapar que la agricultura puede resultar víctima del fomento indiscriminado a la minería.

La otra locomotora es la innovación, que puede estar en todas partes o en ninguna y pasa por una política educativa y de investigación que no parece haber recibido la debida atención por el nuevo gobierno. Es notoria la carencia de un(a) tecnócrata en el Ministerio de Educación, como sí se han nombrado en la mayoría de las carteras del nuevo gobierno.

En 2011 se pueden complicar los problemas de Europa y la economía de Estados Unidos puede recaer, convirtiéndose en frenos adicionales del crecimiento de Colombia.

 * Decano de Ciencias Económico-Administrativas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.

Por Salomón Kalmanovitz* / Especial para El Espectador

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