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¿Cómo se portará el petróleo?

Mientras se estabiliza alrededor de un nuevo piso fijado por el costo de la producción marginal, el precio oscilará exacerbado por la especulación en mercados financieros.

Ramón Espinasa *
04 de enero de 2015 - 02:00 a. m.
El precio del barril de petróleo ha caído más de 40 por ciento desde julio de 2014. / Bloomberg
El precio del barril de petróleo ha caído más de 40 por ciento desde julio de 2014. / Bloomberg

Para empezar, es necesario analizar las causas fundamentales de la caída de los precios en el segundo semestre de 2014. Los precios se han reducido a la mitad: de US$110 por barril a principios de junio a US$55 a mediados de diciembre. Por el lado de la oferta, la razón principal se encuentra en un crecimiento muy acelerado de la producción de petróleo en Estados Unidos. Este país ha incorporado casi cuatro millones de barriles diarios (Mbd) netos de producción en los últimos cuatro años. Mientras, por otro lado, el crecimiento de la demanda mundial de crudo se ha desacelerado en los últimos dos años.

Fue precisamente el anuncio de la revisión a la baja de los pronósticos de crecimiento económico de la economía mundial para 2015 la que provocó el inicio del colapso de los precios el 7 de octubre, en la reunión anual conjunta del FMI-WB. Esto se aceleró cuando la OPEP, en la reunión ordinaria del 27 de noviembre, anunció que no iba a cortar producción para acomodar la creciente producción estadounidense. Estos dos eventos pusieron de relieve los cambios fundamentales presentes en el mercado y han llevado al literal derrumbe de los precios en el último trimestre de 2014.

La medida tomada por la OPEP estuvo influida por una posición muy firme de Arabia Saudita y sus aliados del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG). La decisión de la OPEP ha decretado de hecho una guerra de precios en el mercado petrolero internacional. Los países del golfo Pérsico tienen, combinados, las reservas más abundantes y los costos más bajos de producción del mundo. Su objetivo es contener la entrada de la producción incremental de los Estados Unidos. Pero sobre todo quieren mantener su preeminencia en el mercado petrolero internacional.

Los países del GCC tienen además economías y poblaciones relativamente pequeñas, con baja capacidad de absorción, y pueden compensar la caída del precio con altos volúmenes de exportación, por ello pueden resistir precios relativamente bajos mejor que nadie.

Antes de aventurarnos a hacer un escenario para el año que comienza, es importante poner en contexto la magnitud de la producción adicional a partir de petróleos no convencionales en los Estados Unidos, unos 4 Mbd. Esto es 60% más que la producción de Venezuela, Brasil o México. Es un tercio mayor que la producción de Irak, el segundo productor de la OPEP, y aproximadamente un 40% de la producción de Rusia. La magnitud de las reservas de petróleos no convencionales de Estados Unidos le permite aumentar significativamente la producción actual con las tecnologías existentes. La restricción viene por los costos de producción. Estas son técnicas de producción todavía en desarrollo y los costos de producción se han reducido ostensiblemente en el último par de años.

En el contexto anterior se puede construir un escenario de precios para el año 2015. Si el objetivo es contener el incremento de la producción en Estados Unidos, el costo de mantener la producción de petróleo no convencional en este país determinará el precio del petróleo, mientras se recupera la demanda mundial y presiona la subida de los precios. El consenso en cuanto a los costos de mantener los volúmenes actuales de producción de petróleo no convencional en Estados Unidos está entre US$50 y US$60. Esto dependerá mucho de la evolución de las tecnologías de producción, lo cual puede seguir abaratando los costos de producción. Mientras se estabiliza alrededor de un nuevo piso fijado por el costo de la producción marginal, el precio oscilará exacerbado por la especulación en mercados financieros.

* Especialista Líder en Petróleo y Gas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). 

Por Ramón Espinasa *

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