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¿Para qué ser Armani?

Según el Banco Mundial, las economías en desarrollo deben diseñar moda que busque la superación de la pobreza.

María Alejandra Medina C. / Enviada espeacial Medellín
01 de octubre de 2014 - 04:15 a. m.
Emiliano Duch, especialista en competitividad del Banco Mundial. / Inexmoda
Emiliano Duch, especialista en competitividad del Banco Mundial. / Inexmoda
Foto: Andres Henao

El sector textil y de confección tiene que apuntarle a lo corto. Y no porque deba ambicionar poco o pensar en pequeño, sino porque el futuro de la industria se perfila en las series cortas de producción. El mercado colombiano, y el latinoamericano en general, no tienen cabida en el negocio de los básicos y los grandes lotes de confección, en donde China es rey.

Así lo cree Emiliano Duch, especialista en práctica global de comercio y competitividad del Banco Mundial. Para él, que países como Colombia quieran entrar a un segmento de bajo costo no tiene sentido al hacer un acercamiento al crecimiento de las exportaciones de los países asiáticos. Desde China llegó al país el 50% de las importaciones en 2013, según el Centro Virtual de Negocios, lo cual sumó US$412 millones.

Pero, de acuerdo con Duch, es también un sinsentido porque siguiendo ese camino no se puede superar la pobreza. El Banco Mundial se ha propuesto que la pobreza extrema esté por debajo del 3% para 2030. Una estrategia de bajo costo, como la que se aplica en los países asiáticos, se basa en una mano de obra barata. “No nos vale con pagarle US$2 a un trabajador en Bangladesh para que un consumidor en Estados Unidos compre una camisa a un precio ridículo”, dijo en su intervención en la Convención Mundial de la Moda.

El camino tampoco está en ser el gran diseñador. “En este modelo hay un presupuesto de publicidad inmenso para el reconocimiento de marca”, explicó Duch. La fabricación es la misma y los salarios igual de bajos que en el caso anterior, pues es un negocio que lleva las utilidades a los centros de poder. “Las escuelas de diseño han perjudicado al sector porque hacen creer a los estudiantes que van a ser el próximo Armani”, dijo.

La clave está en la fast fashion, según Duch, negocios de serie corta que no confeccionan con miras a tres o hasta seis meses, sino que se proyectan para innovar cada 28 o 30 días y producir pequeños lotes de cada producto. El efecto será un ahorro significativo porque no se recurre a la financiación. “El margen que se repartía entre los bancos se traslada al productor”. Los salarios, en teoría, serán mejores y la pobreza menor.

El Estado, de otro lado, no debe proteger al sector, según Duch, sino impulsar la competitividad, “decir: ‘vaya y compita’”. El secreto para la industria, en definitiva, está en hallar aliados, gestionar el negocio del detalle y tener propios puntos de venta.

Para Carlos Eduardo Botero, presidente ejecutivo de Inexmoda, la fast fashion es un modelo al que le están apuntando las compañías colombianas. Sin embargo, cree que “el estado tiene que intervenir en temas de ilegalidad y contrabando hasta que cree las condiciones para que los empresarios puedan competir”.

 

 

mmedina@elespectador.com

@alejandra_mdn

Por María Alejandra Medina C. / Enviada espeacial Medellín

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