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'Sin café, ¿cómo vivirán estos pueblos?'

En las vías y pueblos de Risaralda, Caldas, Antioquia y Huila, miles de cultivadores sentaron sus voces de protesta ante una coyuntura en la que el precio de la carga del grano ($511.000) no está compensando los costos de producción.

Juan Miguel Álvarez*
25 de febrero de 2013 - 08:03 p. m.
El tráfico se vio interrumpido por los productores en las carreteras del Valle del Cauca. / Vanguardia Liberal
El tráfico se vio interrumpido por los productores en las carreteras del Valle del Cauca. / Vanguardia Liberal

UNO. Con la luz del alba llegó el primer puñado de caficultores al sector de El Jazmín, límites entre Santa Rosa de Cabal y Chinchiná. Su sorpresa: un contingente de unos 20 policías aperados con escudos y porras, ya formaba a la vera de la calzada. Un hombre de unos 30 años, conocido entre los caficultores de la región como ‘Paleto’ y quien ha sido uno de los líderes de este plantón, dijo: “Por mucha policía que venga, nosotros somos más”.

Pasadas las 6:15 de la mañana, en el lugar ya se agolpaban unos 500 caficultores de todos los estratos: si los cultivadores de pequeñas parcelas habían arribado en jeeps y en chivas coloridas, los medianos y grandes finqueros aparcaron sus camionetas en los islotes de grava. Cada vehículo fue marcado con los carteles de la protesta: “Caficultores emputaos (sic) en huelga nacional”, “Protestamos o nos quebramos”, “Por la dignidad campesina, paro nacional 25 de febrero”, entre otros.

En los restaurantes de chorizo y arepa, las matronas tenían su mejor venta de desayunos y dos o tres vendedores ambulantes calentaban la mañana ofreciendo tinto. En eso, la voz del presidente Juan Manuel Santos —aún opaca por la madrugada— sonó en la televisión. Los manifestantes, en torno a la pantalla, escucharon silenciosos, limitándose a rechazar las explicaciones oficiales con escépticos movimientos de cabeza.

Terminada la alocución, un caficultor tomó el megáfono: “¡Ya escucharon al presidente, y lo mismo de todos estos días: nada de nada! Vamos a mostrarle que los caficultores no somos limosneros y que este paro es justo”.

Los manifestantes, que ya habían colmado las bahías, se desparramaban sobre uno de los carriles. La policía protegía el convite obligando al tránsito a reducir la velocidad. Y a pesar de la muchedumbre y de la ventaja que tenían sobre las unidades policiales, los caficultores decidieron, en vez de cerrar la vía, marchar lentamente en los dos carriles hasta Pereira —unos 25 kilómetros—.

“Vamos a mostrarle al presidente y a la burocracia de la Federación que no somos violentos, que esto es una protesta pacífica”, se escuchó por el megáfono. “No tenemos palos y las únicas piedras son las que hay en el suelo, que ni nos atrevemos a mirar”.

DOS. A media mañana y en Remolinos, sector a la entrada del municipio de Belén de Umbría, cerca de mil caficultores ya habían cerrado la vía que comunica a Riosucio y Anserma con Pereira. Sentados sobre la calzada con sus morrales, los manifestantes atravesaron ramas y árboles de café cargados con granos verdes.

A su vez, las mujeres fijaron los plásticos sobre maderos y guaduas para levantar sus tiendas de campaña, al tiempo que otras armaron pequeños fogones para las ollas comunitarias. Algunos jóvenes acompañantes de la marcha clavaron sus carpas junto a la vía mientras coreaban las consignas: “¡Por la dignidad cafetera, unidos en este paro nacional!”.

De Belén de Umbría llegaban noticias: que todos los negocios están cerrados: ni tiendas ni almacenes de ropa ni cafés ni panaderías. Que entre Apía y Santuario los caficultores ya cerraron la vía y son más de dos mil. Que la gente de Calarcá ya comenzó a subir al Alto de La Línea. Que los indígenas productores de café del Cauca se tomaron las vías. Que en Bolombolo están todos los caficultores del suroeste antioqueño y marchando pacíficamente. “El Gobierno cree que los caficultores somos los únicos afectados. Pero somos más de 600 municipios en Colombia los que dependemos del café. Si no hay café, ¿con qué plata van a funcionar estos pueblos?”, dijo uno de los manifestantes.

En el extremo sur del bloqueo aguardaba un contingente de por lo menos 60 policías —entre patrulleros y agentes del Esmad—. La orden impartida era que si luego de los últimos diálogos que se estaban haciendo en ese momento no se alcanzaba el levantamiento del paro, habría que desbloquear la vía por la fuerza.

TRES. A la una de la tarde, los marchantes de El Jazmín llegaron al viaducto César Gaviria y se detuvieron. ‘Paleto’ explicó: “Es un descanso de 20 minutos. Vamos a llegar a la Plaza de Bolívar de Pereira y vamos a comunicar nuestros reclamos”. En la televisión ya se veían los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes en la vía La Línea y en algunos sectores del departamento del Huila; también en Remolinos. “A nosotros no nos ha pasado eso. La policía se ha portado muy bien”.

Iguales noticias recibieron del plantón en el sector de La Marina, entre los municipios de Apía y Santuario. “Nos dicen que tampoco han sido golpeados por la policía. Allá sigue el paro, la vía bloqueada y la gente está llena de ánimo. Y nosotros, después de que salgamos de la Plaza de Bolívar iremos a apoyar los caficultores de Remolinos. Sabemos que hubo enfrentamientos, pero allá todos nosotros seremos más fuertes. Y si seguimos así, el paro será indefinido”.

En Remolinos, en el extremo norte del bloqueo, un bus de transporte intermunicipal que cubría la ruta Riosucio-Pereira estacionó al lado de la calzada. Su conductor, Héctor Jaime Gutiérrez, dijo que los pasajeros que traía se bajaron y atravesaron el bloqueo a pie, con la esperanza de encontrar transporte al otro lado. Dijo, además, que él debía regresar a Anserma a esperar el desenlace.

 

*@cronista77

Por Juan Miguel Álvarez*

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