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¿Qué falla con la educación? es una de esas preguntas que siempre tendrán muchas respuestas y uno de los grandes debates a los que se enfrentan gobiernos, padres, instituciones, educadores y, por supuesto, estudiantes. Es una inquietud que ha llenado páginas y que ha puesto a reflexionar a más de uno a través de productos virales como el documental “La educación prohibida”.
Las empresas —y los emprendedores— de ninguna manera pueden quedarse al margen de la discusión. Uno de los frentes desde los cuales estas entidades tienen que ver con el apoyo a la enseñanza es el desarrollo de tecnologías y metodologías para la educación y generación de conocimiento. Sin embargo, el error en el que se ha incurrido en esos esfuerzos ha sido concebir la tecnología como fin y no como medio.
De esa manera lo sostiene David Palacios, CEO y cofundador de InncubatED, una incubadora de emprendimientos para la innovación en educación. A través de los proyectos que adelantan se han generado, por ejemplo, currículos para la enseñanza de química e ingeniería para niños entre 6 y 16 años.
“Hay que cambiar el modelo educativo y los programas tradicionales no lo están haciendo”. Para él, el poder está en manos de los emprendedores y las startups, porque por lo general son “grupos de personas que no tienen nada que perder, que se están arriesgando, que son jóvenes y que piensan y ven las cosas de forma distinta”.
En definitiva, no se trata de añadirle tabletas y computadores al mismo modelo en que el profesor habla y el estudiante se calla. “Generar engagement o motivación no es una tarea tan difícil como se piensa. Todos somos curiosos por naturaleza”.
Matar la curiosidad es justamente una de las consecuencias del pesimismo frente al futuro, que, según Palacios, se reproduce muchas veces en el modelo educativo tradicional. Por esa razón, innovar para la educación es impactar en la formación de los emprendedores del futuro, en un país donde el desempleo juvenil ronda el 16%.
Como lo ha asegurado Luz María Jaramillo, socia gerente de EY Colombia, “ante este panorama local y mundial de desempleo juvenil, las empresas y el Gobierno colombianos deben ver el emprendimiento como una genuina herramienta para recuperar y sostener las economías; esto significa inculcar en los jóvenes una mentalidad para tomar riesgos, emprender negocios, generar empleo y convertirse en dueños de su propio destino”.
En ese sentido, la formación de emprendedores comienza en las aulas, sacando provecho de los recursos digitales y tecnológicos. Desde el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, con recursos que en la última convocatoria llegaron a los $2.800 millones, se han insertado contenidos digitales que desarrollan innovadores nacionales en los equipos que entrega el Gobierno.
En Colombia, donde el ciudadano promedio lee alrededor de dos libros al año, los textos digitales también son un medio “amigable para que esta generación pueda leer y tener acceso a la lectura. Los que nacimos leyendo en papel, vamos a seguir leyendo en papel. El libro digital tiene que estar pensando en digital”, opina Enrique González Villa, presidente de la Cámara Colombiana del Libro.
Una de las razones de ser de empresas como Inncubated es que justamente esas metodologías y herramientas estén disponibles y que, al final, lo que se esté formando sean los pequeños, medianos y grandes empresarios del futuro.
Para David Palacios, la tarea para romper paradigmas, como el modelo de enseñanza, tiene que ser conjunta. La incubadora, en su caso, está conformada por expertos en educación. La idea es que los conocimientos sectoriales se combinen con el talento de los emprendedores.
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@alejandra_mdn