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“La tasa de interés es de poca importancia”

Lo dice Claudio González, presidente de la Fundación Microfinanzas BBVA, quien advierte que las subidas de los tipos de interés por parte del Emisor no les quita el sueño a los clientes crediticios de bajo monto.

SERGIO DAVID GONZÁLEZ
29 de noviembre de 2015 - 02:00 a. m.

De acuerdo con un estudio realizado por The Economist Intelligence Unit, aunque Colombia no tiene una estrategia singular, formalizada y documentada para la inclusión financiera, el Gobierno ha implementado una serie de iniciativas en educación financiera orientada a ampliar el acceso a cuentas bancarias y ha encontrado en el microcrédito una alternativa eficaz para aumentar los usuarios en el sistema financiero.

Las microfinanzas en Colombia se han convertido en una herramienta de apalancamiento para que pequeños y medianos empresarios incrementen sus recursos y así evitar que acudan a prestamistas informales, como el “gota a gota”, o también conocidos como “pagadiario”, modalidades con intereses tan altos que llegan al 10% y en algunas ocasiones el 20%.

Claudio González, el presidente del directorio de la Fundación Microfinanzas BBVA, es costarricense, estuvo de visita en Colombia y ha dedicado su vida profesional en buscar la penetración del sistema financiero. Dice que las tareas pendientes son muchas en el ámbito de las microfinanzas en Colombia y en la región señalando que se debe incorporar a poblaciones vulnerables y marginales, ampliar la gama de servicios y hacerlos más apropiados a las circunstancias de los clientes, llevar los costos a niveles razonables y garantizar la sostenibilidad de las entidades. Así comenzó su conversación con El Espectador.

¿El crecimiento de las microfinanzas puede ser atribuida al desarrollo de la clase media?

No tiene una relación directa en el sentido de que las microfinanzas presentan sus servicios a un segmento más bajo, que está cerca de la línea de pobreza. Cuando estamos hablando de poblaciones de vulnerabilidad las microfinanzas facilitan el progreso de los vulnerables a la clase media.

¿Quiénes acuden a las microfinanzas?

Las microfinanzas han estado íntimamente relacionadas con la informalidad, con esos trabajadores de cuenta propia que aún no tienen una empresa formal establecida y trabajan de la mano de obra familiar, con quizás uno o dos empleados o en algunas ocasiones, solo.

En promedio, ¿cuánto se presta?

En la Fundación Microfinanzas BBVA consideramos que el promedio de préstamo en América Latina es de US$1.400, pero la mediana de nuestra clientela está entre US$400 y US$500.

¿En qué se invierte?

Se trata de hogares relativamente diversificados y con frecuencia hay unos miembros del hogar que son productores, otros salen a vender esos productos y encontramos combinación de artesanía sencilla y comercio, o talleres de mecánica, salones de belleza, pequeños electricistas o gente que vende comida en la calle. En la última década las microfinanzas han ingresado con fuerza en las zonas rurales y ya contamos casi con un 20% del grupo, que están involucrados en la agricultura.

¿Cómo otorgar créditos a personas sin información disponible?

Lo que ha hecho a las microfinanzas una revolución en la historia financiera es que se ha llegado a segmentos de la población que no tienen historia, de hecho, estaban invisibles para los banqueros, y las microfinanzas se han acercado a esta clientela visitándola en su hogar, en su taller y conocerla cara a cara y levantar la información en el instante, tratando de construir con un cliente que no tiene estados financieros y que todo lo guardan en su cabeza y le ayudamos más allá a ver cuánto se le puede prestar para que estas personas ahorren. Se consulta con vecinos para calcular la confianza del cliente.

¿Qué factores priman a la hora de otorgar un microcrédito?

Se tienen en cuenta características intangibles como su creatividad. Si es trabajador, ordenado, se piden referencias a vecinos y así empezamos a trabajar con estos clientes. Creamos relaciones y así les damos historia crediticia a los que no la tienen. Partimos de la buena fe y de la habilidad del oficial de crédito para descubrir las verdaderas características de este cliente a través de la conversación y la observación en detalle.

¿Quieren diferenciarse de la banca tradicional?

La banca tradicional tiene una tecnología diferente, porque ellos saben cómo están sus estados financieros, sus certificados de pagos de impuestos, su estudio de factibilidad, en cambio nosotros hacemos una pequeña apreciación que con el tiempo se va mejorando porque se conoce mejor al cliente. Al inicio damos un monto pequeño para saber cómo se comporta, después se pueden ampliar los plazos y ofrecer nuevos productos, pero los vamos conociendo en el camino.

¿Los créditos informales como el gota a gota afectan al sector formal?

Sin duda las microfinanzas ofrecen alternativas que no existen en mercados informales, pero nunca se van a reemplazar, porque si no tengo dinero y me enfermo en la noche y no tengo plata para la medicina, pues miro a ver si un amigo, familiar o en casos peores agiotista me presta, y sabemos que estas fuentes informales no dan la oportunidad de crecer y salir de la pobreza. Lo que hacemos para que las finanzas sean productivas es dar préstamos de mayor monto en mejores condiciones, sin abandonar esas fuentes informales les damos un servicio que les permite invertir y estabilizar su consumo.

¿El incremento de las tasas del Emisor afectan las microfinanzas?

Para los pobres y pequeños productores la tasa de interés es de poca importancia, es insignificante en el costo de obtener fondos, lo que realmente les afecta a los pobres es lo que llamamos los costos de transacciones, porque si una señora tiene que cerrar su tienda por dos horas para ir a realizar una operación de crédito perdió más dinero que si le tocara pagar una tasa de interés cinco veces más alta de la que le están cobrando. Si suben la tasa de interés es poco lo que les va a afectar, pero lo que sí está frenando las microfinanzas es el techo en las tasas de interés.

¿Por qué?

Es grande la diferencia entre los países donde existen techos, y en los que no los hay para las tasas de interés. Donde hay techo para que la actividad sea rentable los montos tienen que ser mayor, entonces los más pobres se quedan afuera. Lo ideal es que no exista techo, Colombia tiene esta medida y a pesar de eso las microfinanzas están creciendo, pero si se quiere atender a personas más pobres es necesario no contar con un techo en las tasas de interés.

¿La desaceleración económica impacta el sector de microfinanzas?

Quienes más se favorecen del crecimiento económico de un país son los de más abajo, pero a la vez los que más sufren de la falta de crecimiento son los de más abajo, entonces si no existieran las oportunidades de las microfinanzas las crisis serían más fuerte, este es un colchón para mantener la paz social.

¿La tecnología actual de banca tradicional también aplica a las microfinanzas?

Todas estas nuevas tecnologías de información y comunicaciones permiten transformaciones profundas en el sistema financiero y facilitan unas cosas más que otras, porque se pueden hacer transferencias de fondos de una ciudad a otra por medio del celular, pero en las microfinanzas por medio de una llamada no podemos saber si a la señora que le vamos a prestar es confiable, eso sólo lo determinamos con las visitas presenciales que hacemos.

¿Eso quiere decir que es difícil implementar estas nuevas herramientas?

En el caso de las microfinanzas tenemos un gran dilema y es que nuestro éxito está basado en el desarrollo de las relaciones personales y la tecnología las convierte impersonales, lo que dejaría a muchas personas desentendidas. Estamos buscando un equilibrio virtuoso entre la tecnología y la relación personal. Tenemos el caso de un crédito agropecuario, en donde nuestro asesor va al campo con una tableta, pero está verificando la información que brinda el cliente. Ya son elementos de la tecnología que nos permiten alimentar la información de nuestros clientes y programarles los pagos y diseñarles un perfil de deuda que se acomode a la realidad.

Por SERGIO DAVID GONZÁLEZ

 

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