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Un lío de sangre tras la venta de Lafrancol

Dos socios que vendieron antes de que una multinacional comprara la empresa dicen que los estafaron. Según presidenta de la compañía, todo se hizo conforme a la ley.

Alexánder Marín Correa
06 de marzo de 2013 - 10:00 p. m.
La venta de la farmacéutica Lafrancol a la multinacional chilena se concretó en casi un billón de pesos. / El Colombiano
La venta de la farmacéutica Lafrancol a la multinacional chilena se concretó en casi un billón de pesos. / El Colombiano

Un billón de pesos (casi US$562 millones) pagó el año pasado la multinacional chilena Recalcine (CFR) por la compra del laboratorio Lafrancol, uno de los productores de medicamentos genéricos más grandes de Latinoamérica. La histórica negociación dejó felices, y de paso con las manos llenas, a los socios dueños de la empresa al momento de la venta. Sin embargo, la celebración del gran negocio hoy se ve empañada por una disputa entre familiares, la cual empieza trámite en los tribunales colombianos.

En una orilla de este enfrentamiento están los hermanos Michael y Viviane Ventura, dueños hasta 2010 del 7% de la compañía. En la otra, su prima Esther Ventura, quien aparte de haber sido también accionista, fue la presidenta de la farmacéutica por casi 30 años. La controversia radica en el sinsabor que hoy sienten los hermanos Ventura por haber vendido sus acciones antes de tiempo y haber quedado por fuera del gran negocio de la venta de Lafrancol.

En medio de la inconformidad, los hermanos Ventura dicen que hace dos años fueron engañados y que su prima les ocultó información financiera de la empresa para hacerles creer que ésta valía menos y así comprar las acciones a bajo precio. Sin embargo, los últimos dueños de la farmacéutica aseguran que los hermanos Ventura vendieron voluntariamente y sin presiones, en un momento en el que no estaba en los planes de los accionistas vender la compañía. Incluso, lo que buscaban era fortalecerla.

La razón de la inconformidad de los hermanos Ventura tiene cifras concretas. En 2010 vendieron sus acciones por US$5 millones (casi $9.000 millones), que era lo que les correspondía de una empresa avaluada para entonces en US$70 millones. Sin embargo, de haber seguido como accionistas cuando los chilenos pagaron US$562 millones, hubieran recibido US$40 millones (casi $70.000 millones). Es decir, cerca de ocho veces más de lo que recibieron al momento de vender.

A pesar de que existen los documentos que indican que la negociación de las acciones en 2010 se hizo conforme a la ley y, además, que los hermanos Ventura renunciaron sin presiones a su participación en la farmacéutica, ellos dicen que fueron engañados. Por esta razón presentaron ante la Fiscalía una denuncia penal contra Esther Ventura por estafa. En un escrito de 18 páginas, conocido por El Espectador, Viviane y Michael Ventura relataron cómo fue la negociación de sus acciones. Dicen que les ocultaron información, lo cual los llevó a tomar una mala decisión, y que la única que se benefició fue su prima.

Argumentan que con la negociación en 2010 se lesionó su patrimonio, “ya que de forma premeditada, con el objetivo de excluirnos de recibir la parte que nos correspondía de la venta de la empresa Lafrancol, fuimos compelidos a vender nuestra participación de forma anticipada y fuimos engañados de forma sistemática, en el sentido de que se nos hizo entender que la compañía valía mucho menos de lo que se podía obtener en el comercio”.

La noticia de la denuncia fue una incómoda sorpresa para los salientes dueños de la farmacéutica, quienes indicaron que para la época en la que Esther Ventura negoció con sus primos no estaba en los planes de los accionistas vender la compañía y que, por el contrario, querían fortalecerla. Sin embargo, sin buscarlo, llegó la posibilidad de vender a un excelente precio y lo hicieron. Por este motivo, calificaron la denuncia de los hermanos Ventura como el típico caso en el que se quiere usar lo penal para resolver un lío comercial.

Históricamente, la empresa farmacéutica fue la parte principal del patrimonio de la familia Ventura en el último siglo. Viviane y Michael, tras la muerte de su padre Michael Ventura-Pauly (uno de los principales accionistas), recibieron en 1989 una parte de la compañía como herencia. Ambos vivían fuera del país, por lo que nunca estuvieron al tanto del manejo de la empresa y sólo recibían los dividendos. “Dejamos todo en manos de nuestra prima Esther. Tuvimos una relación familiar y cercana con ella”, indicaron.

Sin embargo, la relación entre los primos se empezó a deteriorar. Según Viviane y Michael Ventura, para evitar litigios con sus familiares contemplaron la opción de vender sus acciones. La negociación comenzó en 2009, y para ella Lafrancol contrató un avalúo de la empresa, el cual determinó que el precio de la farmacéutica era de US$40 millones. Por su parte, Michael contrató otro que, pese a que dice no haber tenido acceso a toda la información, según él hablaba de un valor cercano a los US$200 millones.

A partir de ambos avalúos se iniciaron las negociaciones. Por el 7% de su participación, con el avalúo contratado por la farmacéutica, los hermanos Ventura debían recibir casi US$3 millones. Con el estudio que contrató Michael, debían recibir casi US$14 millones. Tras varias discusiones se llegó a un acuerdo de cerrar el negocio en US$5 millones.

El año pasado se conoció la noticia de la venta de Lafrancol por US$562 millones, lo que generó la inconformidad de los hermanos Michael y Vivianne Ventura. “Esther se aprovechó de la confianza familiar que depositamos en ella, para asaltarnos en nuestra buena fe. No actuó con transparencia, no nos informó la situación real de nuestras acciones y la compañía, y con esto logró obtener lo que legítimamente nos corresponde por un precio muchísimo menor del que hubiera tenido que pagar de haber actuado correctamente”, dice la denuncia penal.

Frente a la acción judicial que inicia trámite en la Fiscalía, Esther Ventura y sus abogados, a través de un escrito, le indicaron a El Espectador que desconocen los motivos y los detalles de la acción judicial, pero que los sorprende tal decisión, ya que Lafrancol “siempre se rigió por las normas aplicables a las sociedades colombianas, bajo el estricto respeto de todos los accionistas y con una debida y oportuna entrega de los estados financieros de la compañía”.

Explicaron que la relación comercial con el señor Michael Ventura, cuya participación era del 3,44%, terminó en 2010 cuando él puso voluntariamente en venta sus acciones, y que la relación comercial con Vivianne Ventura, quien en 1998 y 1999 había vendido parte de sus acciones, terminó en 2001, cuando vendió lo que restaba de su participación.

Agregaron que en la compra de acciones se siguieron todas las reglas de las transacciones comerciales y que tan legal fue la negociación, que en 2010 se concretó. Tanto Vivianne como Michael contaron con la asesoría del abogado Jaime Lombana, e incluso firmaron un documento de transacción donde quedaron satisfechos.

“La venta de Lafrancol en diciembre pasado no la buscaron los accionistas. De hecho, teníamos un plan para consolidarnos en el mercado. En 2012 los accionistas aceptaron la oferta de CFR Pharmaceutical, quien se interesó en la compañía al considerarla bien manejada, líder en el mercado y un vehículo para fortalecer su expansión y su llegada a Colombia. Dicha venta fue pública, como lo ordenaba la Bolsa de Valores de Chile, y se informó en detalle sobre la transacción”, concluye Ventura en el escrito.

De acuerdo con el balance financiero de 2010 que conoció El Espectador, para los años 2009 y 2010, tenía activos por casi $200 mil millones, ingresos operacionales cercanos a los $270.000 millones por año y utilidades operacionales cercanas a los $40.000 millones. Para ese mismo año, según el informe de revisoría fiscal, documento de la firma Deloite, Esther Ventura contaba con casi el 12% de las acciones de la compañía.

Por ahora, este enfrentamiento apenas comienza trámite en la justicia penal, en la que la familia Ventura, que durante 101 años fueron los dueños de la farmacéutica más importante del país, tendrá que verse la cara para resolver ante un juez las inconformidades que no se pudieron aclarar en el campo familiar.

Twitter: @alexmarin55Email: jamarin@elespectador.com

La trayectoria de Lafrancol

El Laboratorio Franco-Colombiano es una de las compañías farmacéuticas más reconocidas del mercado colombiano. Tiene 102 años de experiencia y sus laboratorios están ubicados en Cali y en la zona franca del Pacífico.

Ha sido defensora en diferentes espacios de debate en este sector: de la calidad y fabricación de medicamentos genéricos.

Con 102 años de experiencia en el país, inició sus labores importando medicamentos de Europa y hoy exporta en promedio US$200 millones y produce más de 220 productos entre los cuales los anticonceptivos ocupan el 30% del mercado colombiano.

 En 2010, cuando Lafrancol cumplió sus 100 años de trayectoria, el presidente de la República, Juan Manuel Santos, le otorgó la Orden del Mérito Industria. Actualmente es propiedad de la Corporación Farmacéutica Recalcine (CFR).

Lafrancol, en manos extranjeras

El año pasado el Laboratorio Franco-Colombiano (Lafrancol) fue comprado por la compañía chilena Corporación Farmacéutica Recalcine (CFR), que a su vez ha adquirido, en diferentes porcentajes, farmacéuticas importantes en Canadá, Vietnam e India.

Lafrancol era un laboratorio familiar dirigido por Esther Ventura y su esposo Juan María Rendón, y no contaba con inversión extranjera. Su compra, por US$562 millones, contó con el visto bueno de la Superintendencia de Industria y Comercio.

Ahora el reto de CFR, presente en 20 países, es convertir esta nueva adquisición en la empresa farmacéutica líder en Colombia.

Por Alexánder Marín Correa

 

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