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Las ventajas del exilio comunitario

Durante las negociaciones previas a la integración económica, Londres aseguró diferentes mecanismos para mantener una economía independiente. Hoy podría marcharse sin mayores complicaciones.

Wolfgang Münchau / Financial Times
19 de enero de 2013 - 09:00 p. m.
Fue en Downing Street, hogar del primer ministro británico, donde se definió que el Reino Unido debía mantener la autonomía monetaria frente a Europa. / AFP
Fue en Downing Street, hogar del primer ministro británico, donde se definió que el Reino Unido debía mantener la autonomía monetaria frente a Europa. / AFP

¿Debería seguir el Reino Unido en el corazón de Europa?

Si usted cree que es allí precisamente donde se encuentra el Reino Unido, entonces la respuesta bien puede ser “sí”. Sin embargo, esto ocurriría si se está viendo la situación desde una gran distancia (como desde el Departamento de Estado en Washington, por ejemplo) o si usted sufre de una distorsión en su perspectiva.

Si se mira el asunto desde el interior de la Unión Europea, el Reino Unido dejó de estar en el corazón de Europa hace 20 años, cuando el entonces primer ministro, John Major, negoció la posibilidad de no entrar al euro. Tony Blair, su sucesor, confirmó esa posición a finales de los años 90.

Es sorprendente que ahora haya un debate dentro del Reino Unido por la membrecía. La gente se pregunta algo lógico: ya que no estamos en la Eurozona, y probablemente nunca estaremos, ¿cuál es la idea de estar en la Unión Europea?

La pertenencia es prácticamente irrelevante en términos macroeconómicos para un país que es a la vez grande y no está en la Eurozona. El presupuesto de la Unión Europea es diminuto y el libre comercio y el libre flujo de capital seguirán estando en cualquier escenario concebible. Puede haber razones para permanecer, pero ninguna de ellas es macroeconómica.

Si descendemos un nivel, al de las industrias individuales, incluida la financiera, el impacto de la membrecía es más sutil. Pero es importante observar de forma realista cómo se desarrollará la Unión Europea durante los próximos 10 años y no romantizar la versión liberal y de libre mercado del pasado, cuando Mario Monti o Lord Brittan aún eran comisionados.

Durante el próximo decenio, la Unión Europea probablemente se enfocará en las consecuencias institucionales de la crisis de la Eurozona, profundizará su integración y cambiará los tratados europeos para que eso sea posible.

En el acuerdo para la unión bancaria, el Reino Unido se ha asegurado una protección si pierde la votación en temas relacionados con supervisión; no obstante, la Eurozona encontrará la manera de usurpar estos y otros poderes del mercado único. Una señal de ello provino hace poco de Christian Noyer, presidente del Banco de Francia, quien dijo que la unión monetaria no permitiría que la City de Londres dominara para siempre el mercado de seguros relacionados con el euro.

Dudo que la membrecía a la Unión Europea pudiera eventualmente proteger al Reino Unido de una inevitable toma de poder. Un mercado único en un régimen de moneda única es una bestia muy distinta que uno en una unión aduanera. En la primera categoría, el propósito es ajustar los salarios y los precios; en la segunda, es el libre comercio. Italia necesita un mercado laboral único europeo; el Reino Unido, no.

Entonces, ¿qué pierde el Reino Unido si sale de la Unión Europea? La membrecía le da una serie de libertades fundamentales, de movimiento de trabajo, bienes, servicios y capital. Los estados miembros son parte de la unión aduanera y, por supuesto, un proyecto en construcción de mercado único, que se detuvo mucho antes de completarse. El Reino Unido puede conservar muchos de estos beneficios. Si no la unión aduanera, sí casi todos los demás.

Las políticas extranjera y de seguridad comunes no han cumplido las exageradas expectativas de la década pasada. Incluso en este tema puede ser posible, e incluso lo más conveniente para todos, mantener algún tipo de participación y cooperación. ¿Pero es lo suficientemente importante para mantener la membrecía?

¿Qué pasaría con los beneficiarios en el Reino Unido de los fondos de la Unión Europea, como, por ejemplo, las universidades? Como contribuyente neto al presupuesto comunitario, el Reino Unido podría compensar cualquier institución e incluso le sobraría dinero.

La mejor razón para seguir en ella no es tener la impresión de estar en el corazón de Europa, sino mantener las cosas simples y, quizás, tener la flexibilidad de cambiar de opinión sobre el euro más adelante, en caso de que cambie la situación política o económica. No obstante, en ese caso, Londres siempre podría ser admitido de nuevo, así que ni siquiera ese argumento convence.

La conclusión general es que la discusión sobre la membrecía gira en torno a diferencias casi invisibles entre tonos de gris.

Por Wolfgang Münchau / Financial Times

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