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Viaje a la génesis de Hyundai

De Seúl (Corea del Sur) salen las ideas de una empresa que vende más de cinco millones de unidades en el mundo. Este año, pese a los líos por la representación de la marca en Colombia, espera poner 20 mil nuevos vehículos. El Espectador conoció su principal planta de producción.

Óscar Guesguán Serpa*/ Seúl (Corea del Sur)
17 de abril de 2016 - 02:00 a. m.

Esta semana se prendió de nuevo la pelea por la representación de Hyundai en Colombia. El Juzgado Sexto Civil del Circuito de Bogotá decretó una medida cautelar que favorece los intereses de Carlos Mattos, quien por más de veinte años distribuyó la marca en el país. Que “durante el trámite del presente proceso, (la casa matriz) se abstenga directamente o a través de interpuestas personas, agentes o distribuidores suyos distintos a Hyundai Colombia Automotriz y su red, a desarrollar labores de promoción, comercialización o venta de vehículos automotores en Colombia”, ordenó el tribunal.

El hecho de que la decisión exija la suspensión –por lo menos provisional– de la distribución por parte de otra empresa, deja en graves problemas a Neocorp, pues aunque nada tenga que ver con el enfrentamiento Mattos-Hyundai (casa matriz), la medida implicaría que los nuevos encargados del mercado tengan que frenar su estrategia para 2016. Entre tanto, advirtió la empresa del grupo Eljuri, propietarios de Neocorp, que al no ser notificada de la decisión “continuará operando en concordancia con los derechos y deberes que le otorgan los contratos que ha suscrito”.

La pelea no es de poca monta, pues Hyundai está entre las seis marcas más vendidas en Colombia y es una de las que mejor comportamiento han tenido en el servicio público, especialmente en los taxis. Es tan importante que de los 20 mil carros coreanos que espera vender Neocorp en Colombia este año, el 30 % serán amarillos. Sin embargo, la indicación de Hyundai Corea es que, sin dejar de atender el mercado de los taxis, se mejore el perfil de la marca para introducir los nuevos desarrollos, como la marca Génesis y la referencia Ioniq.

Así trabaja la casa matriz de Hyundai

En el Este de Asia, en Corea del Sur está el centro de operaciones donde nació la marca. Son necesarias, cuando menos, 20 horas de vuelo desde Bogotá para llegar a Seúl, su capital. El avión ambienta al visitante de lo que se encontrará cuando vuelva a poner sus pies en tierra. Las opciones de comida son dos o un platillo conocido (sándwich, pollo o carne) y la otra de nombres impronunciables, generalmente picantes.

Si hay algo que sucede al visitar la capital surcoreana, es que se rompen los imaginarios que algunos occidentales que no han visitado Asia tienen sobre esos países. Especialmente Seúl es una ciudad muy similar a Nueva York, por lo menos el distrito de Gangnam (sí, a esa zona de la ciudad se refiere la canción). Almacenes de las marcas más famosas del mundo y miles de personas que caminan vestidas con las últimas tendencias de la moda.

Un amante de la arquitectura se volvería loco allí. Edificios altos con diseños llamativos se superponen a calles tradicionales con letreros de luces en las que hay toda clase de restaurantes y bares. Los olores particulares de pescado, especias e incluso un aroma picante se van infiltrando en la nariz. A las afueras de esta occidentalizada ciudad asiática las industrias son las protagonistas.

La planta Hyundai Steel cuenta con unos gigantescos y fríos domos, con ventanas triangulares, en los que se almacena el acero, materia prima que utiliza la marca para hacer carros, aviones e incluso puentes. Dichos materiales están divididos entre lo importado de Australia y lo de Brasil. La diferencia entre uno y otro es su tamaño. El primero está compuesto de trozos que no superan la dimensión de una uva y el segundo es un poco más fino, granos muchísimo más pequeños.

Luego de que estos materiales son combinados, comienza el proceso de fundición: hilos de tonos rojizos y ardientes empiezan a moverse en recipientes. Suben y bajan. En Hyundai Steel se produce el acero para las ochos plantas productoras de carros que tiene la empresa en el mundo. Las altas temperaturas permiten moldear el material gracias a un proceso industrial que termina por convertir la aleación en placas. Este material circula por una banda transportadora en donde recibe grandes cantidades de agua para enfriarlo. Allí concluye la primera etapa de producción de un vehículo. Las placas terminan enrolladas como si fueran cinta y listas para ser enviadas a las plantas de Seúl, Estados Unidos, Brasil, República Checa, Rusia, India y Turquía.

Hacer carros: un trabajo de dos

Entrar a Asan Plant, ubicada a las afueras de Seúl, es vivir la profundidad del debate por la automatización y el papel del ser humano en la industria. No es una discusión nueva, pero este año revivió en el Foro de Davos, donde se habló de la “cuarta revolución industrial”, un proceso que reemplazaría a más de cinco millones de trabajadores en los próximos cinco años.

Pero, ¿qué tiene que ver esta situación con Hyundai? Pues casi todo. El 89 % de los procesos de su factoría son automáticos. En 32 mil metros cuadrados, los seres humanos son los encargados de aprobar el trabajo de las máquinas. Probar que cada parte, perforación o ajuste de la carrocería del vehículo cumpla con todos los estándares de calidad.

Brazos electrónicos programados van tomando las piezas para unirlas con otras. Caminar por allí es como invadir un espacio que pertenece a las máquinas, todas diseñadas y puestas a funcionar por la propia Hyundai. Cada 52 segundos una sinfonía, igual a la que usan los vendedores de helados para anunciar su paso, confirma que la carrocería de un carro está lista, y también que el robot de acero hizo bien su trabajo.

El ambiente genera curiosidad. Es probable que cuando un ingenuo visitante recorra el lugar, lo haga con la cabeza gacha, prevenido porque uno de esos brazos lo tomará por la parte superior del cuerpo y no le quedará más remedio que mecerse de lado a lado tratando de luchar contra ese robot diseñado para hacer carros. Claro, la posibilidad de que eso pase es nula.

Los operarios –muchos son jóvenes– solamente verifican y atornillan sillas, timones y puertas. Una operación repetitiva y rutinaria, que solo se ausenta en los pequeños descansos suficientes para fumarse un cigarrillo o tomarse un café. Otros prefieren fijar los ojos en sus celulares, aprovechando el tiempo libre para conectarse a ese otro mundo que es la internet.

Luego de que las partes del carro han pasado por los brazos de un robot, circulado por bandas y han sido verificadas por los técnicos, se hace un recorrido corto para verificar que cada una haya quedado en su sitio. Eso en términos de calidad, pero Seúl es el primer test drive que aprueba o no un vehículo.

Recorrer la capital de Corea del Sur se convierte en una experiencia similar a la de estar en un concesionario con carros en circulación. La H de Hyundai abunda en las carreteras. Los amantes de los carros fácilmente pueden darse el lujo de ir señalando marcas y modelos. El consumo de los coreanos, en gran medida, va orientando a la empresa sobre el éxito o el fracaso de cada edición.

En este momento la gran apuesta de la marca son los carros eléctricos y la incursión en los de lujo. Todos salen de esa arena rojiza que viene de Brasil y Australia. Las calderas para fundir el acero siguen prendidas, pero las ideas para no apagarlas están en su cuartel de Seúl. Muchas cosas pasan antes de que usted se siente en la silla de su carro.

* El Espectador conoció las instalaciones de Hyundai en Seúl por invitación de Neocorp y la Casa Matriz.

Por Óscar Guesguán Serpa*/ Seúl (Corea del Sur)

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