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Viene un cambio histórico en el capitalismo

Se reducirá la interferencia política en los bancos, se fomentará un uso más eficiente del capital y se fortalecerán las protecciones a una minoría de accionistas.

Tony Barber
14 de septiembre de 2013 - 09:00 p. m.
José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, el banco nacionalizado creado en 2010 a partir de siete cajas o bancos de ahorro regionales, sí tendrá que salir a vender parte de sus activos. / EFE
José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, el banco nacionalizado creado en 2010 a partir de siete cajas o bancos de ahorro regionales, sí tendrá que salir a vender parte de sus activos. / EFE

Al igual que las murallas de la ciudad bíblica de Jericó, las fortificaciones del moderno capitalismo mediterráneo parecían inexpugnables. Sin embargo, ya comienza a escucharse el sonido de las trompetas que podrían derrumbarlas.

A causa de las presiones internas y externas, los jerarcas de las finanzas de España e Italia están a punto de desmantelar la participación cruzada industrial, que han resguardado durante casi seis décadas como si se tratase de torres repletas de tesoros.

Una vez se desenrede la participación cruzada de bancos, aseguradoras y compañías no financieras, estas instituciones tendrán relaciones más sanas y reglamentadas con los inversionistas, los políticos y los supervisores. Sin embargo, mucho depende de cuán comprensivamente se desmantele el orden anterior. El panorama no es claro en España ni en Italia.

En la Italia posterior a 1945, Enrico Cuccia, un emperador ermitaño de las finanzas, amasó extensos holdings industriales por la que entonces era la intachable causa de la recuperación económica nacional. Su vehículo fue Mediobanca, un banco de inversión con sede en Milán.

Hubo una historia similar en la España posfranquista, cuando los banqueros asumieron participación en grupos privatizados, como Repsol, la compañía de gas y petróleo, y Telefónica, la operadora de telecomunicaciones. Pero los financistas también minimizaron, sabiéndolo, la influencia extranjera sobre las grandes empresas y, con la aquiescencia del Estado, crearon bancos con vínculos a políticos, a grupos industriales y a fortunas familiares que se extendían por las falanges del poder nacional.

A causa de cinco años de una crisis económica que no ha dado tregua, por fin llega un cambio al sur de Europa. Los líderes empresariales y los supervisores europeos están comenzando a actuar. En Mediobanca y Generali, una aseguradora con sede en Trieste, los ejecutivos prometieron vender unas participaciones, que alguna vez fueron valiosas, en aeropuertos, hoteles, medios y telecomunicaciones. Su dinero y experticia serán canalizados a las actividades centrales de la banca comercial, la banca de inversión y los seguros. En pocas palabras, Generali y Mediobanca están perdiendo su apetito por ser los poderes ocultos tras el gran empresariado italiano. Ambos están considerando vender sus intereses en Telco, que generan pérdidas y que es una compañía de holdings que tiene una participación de 22,4% en Telecom, Italia. Lo harían después del 28 de septiembre, cuando se levanten las restricciones sobre las ventas.

El arrojo, sin embargo, parece tener límites. Mediobanca no se está comprometiendo a vender su participación de 13% en Generali. Tampoco es seguro si UniCredit, el banco más grande de Italia en términos de activos, la familia Benetton o el grupo Finivest de Silvio Berlusconi venderán su participación en Mediobanca. Aun así, los viejos pactos de accionistas plutocráticos, las cascadas de holdings de compañías, los favores para los amigos y la ineficiente distribución de recursos se ven amenazados. Pudieron cumplir un propósito en la década de los 60, cuando compañías como Fiat, un ícono del éxito industrial de la posguerra, florecieron bajo el ala de Mediobanca. Sin embargo, 50 años después no van a contribuir a la solución de los problemas económicos de Italia más que una carta de crédito firmada por Cósimo de Médici.

En España, ningún banco es tan central para la red de participaciones cruzadas como Caixabank, de Barcelona, con su participación en compañías como Repsol, Telefónica, Gas Natural y Abertis, el grupo de infraestructura. No obstante, Caixabank no parece tener afán en vender. Bankia, que es el banco nacionalizado creado en 2010 a partir de siete cajas o bancos de ahorro regionales, sí va a vender. Los supervisores europeos exigieron que lo hiciera como condición para el rescate de 24.000 millones de euros a Bankia, que se aprobó hace un año. Fijaron unos términos similares para NCG Banco, con sede en Galicia, el Catalunya Banc y el Banco de Valencia. En otras palabras, la presión para sacudir las viejas estructuras de propiedad en España es, sobre todo, externa, mientras que en Italia el afán es interno. Para ambos países, sin embargo, la urgencia financiera es el motivo principal para el cambio.

Las ventas de activos de Bankia ya están reformando el panorama industrial de España. En junio, el banco vendió una participación de 12% en el International Airlines Group, la compañía que nació en 2011 a partir de la fusión de British Airways e Iberia. El negocio de 675 millones de euros eliminó toda la influencia directa de España sobre Iberia, que alguna vez fue un emblema de la identidad nacional y de su presencia mundial.

En principio, la reforma al capitalismo italiano y español reducirá la interferencia política en los bancos, fomentará un uso más eficiente del capital y fortalecerá las protecciones que tienen una minoría de accionistas. En general, este fue el feliz desenlace cuando Allianz, Deutsche Bank, Dresdner Bank y Munich Re vendieron sus participaciones industriales desde finales de la década de 1990 en adelante. No fue un proceso fácil: Dresdner se volvió un banco todavía más débil y compañías como Karstadt cayeron en bancarrota. No obstante, sería una lástima que el temor por remezones similares bloqueara reformas que debieron hacerse hace mucho tiempo en Italia y España.

Por Tony Barber

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