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En una jornada falta de impulsos y sin razón aparente, Wall Street se cubrió el miércoles de rojo para encadenar su tercera sesión a la baja por primera vez en lo que va de 2013, con lo que el Dow Jones de Industriales perdió la simbólica barrera de los 15.000 puntos.
Sin datos macroeconómicos a los que poder agarrarse, los inversores neoyorquinos decidieron volver a volcarse por las ventas mientras sigue planeando sobre las bolsas mundiales el miedo a que los bancos centrales empiecen a poner fin a sus medidas de estímulo monetario.
Y es que si en Estados Unidos parece cada vez más claro que el dinero fácil de la Reserva Federal no estará ahí para siempre, en Japón el BOJ decide no tomar más pasos de flexibilización monetaria y en Europa las compras de deuda del BCE podrían estar en riesgo mientras el Constitucional alemán evalúa su legalidad en ese país.
Todo ello ha creado un "cóctel Molotov" que ha provocado que Wall Street empiece a ver más real el riesgo a la temida corrección, en todo caso inevitable en un parqué que acumula una impresionante subida superior al 14 % en lo que va de año y que se ha anotado innumerables récords históricos desde enero.
Los inversores también miraban hacia las protestas en Turquía como un posible factor de inestabilidad, por lo que la volatilidad se instaló en Wall Street: el índice VIX que mide la volatilidad en el índice S&P 500 se disparó el 8,9 % hasta superar los 18 puntos.
Así, el Dow Jones perdió el 0,84 % o 126,79 puntos para quedar en las 14.995,23 unidades, el selectivo S&P 500 se dejó otro 0,84 % y el índice compuesto del mercado Nasdaq se llevó la peor parte con un retroceso del 1,06 %.
Si las pérdidas del Dow Jones no fueron más pronunciadas fue gracias a la tecnológica Hewlett-Packard, que subió el 2,76 % después de que su consejera delegada, Meg Whitman, no descartara que la firma pueda elevar sus ingresos en el ejercicio fiscal 2014.
También se salvó de la sangría en ese índice Pfizer tras anunciar que Teva y Sun han acordado pagar 2.150 millones de dólares para zanjar la batalla legal que mantenían desde hace casi diez años con esa farmacéutica, que las acusó de violar la patente de uno de sus medicamentos para el reflujo gástrico.