Publicidad

“El capitalismo es una máquina de seducción”

El filósofo y sociólogo francés, que visitó nuestro país para presentar su más reciente libro, “La estetización del mundo”, devela por qué todo es posible de convertirse en una mercancía. La guerra en Colombia no es eterna, dice.

Steven Navarete Cardona
06 de septiembre de 2015 - 02:00 a. m.

No es la primera vez que Gilles Lipovetsky visita el país y sacude el campo académico. Afirma que se siente “una nueva esperanza por la paz”. Sus construcciones teóricas hablan de cómo el mundo ha perdido la confianza en el futuro y de una mayor individualización. Con libros que se han convertido en verdaderos clásicos, como El imperio de lo efímero, La era del vacío y La pantalla global: cultura mediática y cine en la era hipermoderna, se ha ganado un lugar clave en el pensamiento social contemporáneo. En diálogo con El Espectador habló del ecologismo, de la guerra contra el Estado Islámico, del desencanto de la sexualidad, del proceso de paz en Colombia y el hiperconsumo.

¿Qué piensa del actual proceso de paz que tiene lugar en La Habana?

Creo que existe una voluntad real para salir de este conflicto, hay mucha esperanza. No soy un estratega, así que no le puedo dar fórmulas, pero no hay ninguna guerra eterna, todas tienen fin, hasta las más cruentas. No veo por qué la que se libra en Colombia se pueda escapar a ese destino.

¿Los conceptos que usted propone se podrían adaptar a la diversa realidad latinoamericana?

La hipermodernidad se puede definir como la radicalización de los principios de la modernidad. Esto sucede en la técnica, en la organización del mercado o en las dinámicas del individualismo. Es evidente que estos procesos no suceden de la misma forma en todas partes. Pero si tomamos la dimensión del mercado, podemos ver que su lógica es absolutamente planetaria –salvo algunos países, como Corea del Norte–, las lógicas de competencia y liberalización del mercado suceden con intensidad. La hipermodernidad no quiere hacer tabula rasa o eliminar el pasado y la tradición necesariamente, sino que es compatible con ellas. El hecho de que existan formas de tradición que cohabitan en el mundo contemporáneo, no es la señal de que la hipermodernidad sea un mito, sino que las sociedades se han vuelto muy complejas pues en ellas cohabitan formas diferentes.

Usted también ha hablado de la desaparición de las ideologías, pero en América Latina se encuentran en auge...

Es cierto, no podemos hablar de la desaparición pura de las ideologías. Debemos matizar esta idea. Por ejemplo, la ecología está bien afincada a nivel global y es diferente de las ideologías de la modernidad, porque es un poco pesimista y centrada en el miedo: a la técnica, a la ciencia, al futuro, en contraposición a las ideologías de la modernidad, que eran optimistas y creían en el progreso. El ecologismo no cree en el progreso “porque progreso significaría crecimiento y nos lleva a un desastre”. Ya no tenemos ideologías que nos puedan prometer un futuro diferente como era el caso de las ideologías que primaron en el siglo XX. ¿Que sí el ecologismo radical puede triunfar? Soy realmente pesimista.

¿Entonces es el fin de las utopías?

Nuestra falta de entusiasmo es lo que caracteriza en la actualidad. Hay pocas cosas que nos hacen soñar, las ideologías ya no lo hacen, las utopías se han centrado en metas más pequeñas, ya no piensan en cambiar el mundo.

Algunos le han criticado su visión sobre la pacificación de los hábitos individuales cuando el mundo tiende a una guerra global. Mire lo que sucede con Estado Islámico y la destrucción del patrimonio cultural en Siria…

Cuando hablo de pacificación de los hábitos, me refiero al plano individual. La guerra es una acción colectiva y no individual. No estoy tan seguro de que Occidente no podría intervenir más en estos países para garantizar el equilibrio del mundo. La pacificación democrática, no significa un rechazo radical de toda forma de violencia. No soy un estratega, no tengo la solución para este problema, pero me parece que los golpes militares y el apoyo que les está dado a los estados de Medio Oriente son bastante sustanciales.

¿Por qué el capitalismo ha podido absorber todo aquello que le ha tratado de hacer frente?

El capitalismo es una máquina de seducción y para ello usa el consumo. Cuando se dice que este sistema de producción manipula a los individuos a través del mercadeo, la publicidad, que se ejerce una especie de dominación a través de los medios de comunicación, es un desacierto. Hay que decir que el capitalismo seduce a los individuos porque propone permanentemente cosas nuevas, espectáculos, ropa, objetos. No hay un solo campo que escape a la novedad. Esto es algo que fue promovido por las vanguardias artísticas. El capitalismo tomo el liderazgo y esta tendencia se ve día tras día.

Explíquenos un poco más ese mecanismo de seducción.

Se basa en los placeres, las sensaciones, las emociones y la belleza. Las personas critican el mundo en el que estamos, pero al mismo tiempo encuentran en él una fuente de atracción. La potencia del capitalismo está en responder a los deseos del hombre moderno, es por esto que logró imponerse en el planeta, como no lo lograron las profecías marxistas. Como el capitalismo no es un sistema centralizado, es capaz de tomar las fuerzas que son opuestas e integrarlas en dinámicas mercantiles, por ejemplo el Che Guevara se volvió un afiche y esto aplica para casi todo.

¿Entonces estamos condenados al hiperconsumo?

Creo que sí, entendiendo por mercantilización del mundo el hecho de que el mercado absorbe casi todo. Esta lógica comenzó en Europa, se ha extendido en muchos países y los chinos están pasando por este modelo, la mercantilización de los deseos, de las necesidades, es algo planetario. La idea de la mercantilización completa de los modos de vida no significa que se excluyan otros sentimientos, otras apuestas.

¿Cómo cuáles?

El mercado está cada vez más presente en la educación, pero el ideario de socializar a los niños, de educarlos, no es mercantil. Es lo mismo que sucede con el científico, él investiga por su pasión por descubrir, por ayudar a la humanidad. Lo que descubra se venderá o se regalará, pero en principio lo que lo mueve es esa pasión, el artista pinta por su pasión, luego lo vende. Esto es lo que, en algún modo le da sentido al mundo. Si solo tuviéramos las mercancías, sería un mundo muy triste. Pero dejemos esta fetichizarían intelectual del mercado. De eclipsar toda la vida con el mercado.

 

* Traducción de Sébastian Longhurst - Lengua Viva Traductores 

Por Steven Navarete Cardona

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar