El futuro desaplicado

El bajo nivel de los estudiantes colombianos levanta un manto de dudas sobre el desempeño de la economía en los próximos años. Según expertos, la mala educación generaría caídas en la productividad.

David Mayorga
15 de diciembre de 2013 - 04:45 p. m.
Colombia ocupó el puesto 62 en la prueba educativa realizada en 65 países. / EFE
Colombia ocupó el puesto 62 en la prueba educativa realizada en 65 países. / EFE

El mal sabor de boca se propagó rápidamente entre los expertos tan pronto se supo la amarga noticia: los estudiantes colombianos tienen el segundo peor desempeño educativo de América Latina. Así lo dejaron en evidencia los resultados de las pruebas Pisa 2012, una medición de aptitudes en matemáticas, ciencias y lectura, promovida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

A todas luces, los números son desalentadores: los 9.073 estudiantes que representaron al país obtuvieron 376 puntos en matemáticas (el promedio de la prueba fue de 494), 403 unidades en lectura (de 496) y 399 en ciencias (de 501). Eso le valió la casilla 62 de la tabla, un rendimiento a nivel regional que es superior, únicamente, al peruano (puesto 65).

Pero el análisis posterior es aún más negativo: según expertos, este desempeño le pasará factura al país en el mediano plazo porque educará trabajadores menos competentes, lo cual le restará productividad y competitividad a la economía.

“Los procesos modernos requieren conocimientos alfanuméricos cada vez más sofisticados. Por ejemplo, el desarrollo de Alemania no sólo implica formación de capital, sino desarrollo de conocimiento, lo cual les brinda grandes ventajas a sus obreros. Todo aquello que redunde en un crecimiento mediocre de esta variable tendrá un impacto en la productividad”, explica César Ferrari, catedrático de la Universidad Javeriana y Ph.D. en Economía.

Según la teoría, un empleado muy bien preparado incrementa las posibilidades de generar valor agregado en el interior de las compañías, el cual contribuye a la expansión económica. Uno de los indicadores claves para medir esa relación es el del PIB per cápita, el aporte que cada persona le entrega a la economía.

Y las proyecciones del Fondo Monetario Internacional dibujan un panorama aterrador: de las cuatro principales economías de América Latina, la colombiana muestra un comportamiento más débil en su evolución (ver gráfico).

Sin embargo, esa tendencia puede atender a otros factores. Para Beltrán Benjumea, country mánager de la firma de cazatalentos Michael Page, el mercado laboral está demasiado concentrado en la profesionalización hasta el punto de que no está generando trabajadores técnicos para posiciones estratégicas en sectores como el minero y el petrolero, los actuales dinamizadores del crecimiento.

 “Faltan electricistas, fontaneros, soldadores..., un montón de oficios que el país no está generando por centrarse en graduar a un montón de universitarios que no van a encontrar trabajo tan fácilmente”, asegura, no sin antes afirmar que “la experiencia laboral tiene una incidencia mucho más directa en la productividad”.

 El propio análisis de las pruebas Pisa reconoce el incremento en la inversión educativa por parte de Colombia de 48,4% en 2002 a 60% en 2010, fondos que se utilizaron en garantizar un cubrimiento universal. Para los analistas es urgente centrar la discusión y las políticas en su calidad.

 

Así lo reconoce Ferrari: “No se puede poner a un obrero que carezca de conocimientos alfanuméricos a operar un robot, por ejemplo, o a interpretar información de ese tipo, porque su rendimiento no será óptimo”.

Por David Mayorga

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