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“La escuela debe ser un modelo de diversidad”: Denise Vaillant

Esta doctora en educación insiste en la necesidad de reformar el sistema educativo. Dice que la región necesita crear ambientes más colaborativos para los estudiantes.

Tatiana Pardo
25 de agosto de 2016 - 04:28 a. m.
Denise Vaillant, experta en educación y autora de más de cien libros y publicaciones. / Fundación Compartir
Denise Vaillant, experta en educación y autora de más de cien libros y publicaciones. / Fundación Compartir

En los últimos años Latinoamérica ha logrado importantes avances en educación. Su principal logro, quizás, es el aumento de la cobertura. Pero mientras cada vez hay más estudiantes que pueden ir a los colegios, aún hay grandes vacíos en términos de calidad. Así lo muestra el informe “Construyendo una educación de calidad: un pacto con el futuro de América Latina”, presentado esta semana por la Fundación Santillana.

¿Qué debe hacer, entonces, la región para mejorar? Para Denise Vaillant, doctora en educación de la Universidad de Québec à Montréal, en Canadá, docente universitaria y asesora de varios organismos internacionales, esta parte del continente necesita una transformación profunda si quiere obtener mejores resultados.

Según Vaillant, que estuvo en Colombia presentando su libro El aprendizaje bajo la lupa: Nuevas perspectivas para América Latina y el Caribe, coescrito por Inés Aguerrondo, el sistema de educación actual debe ser reformado. ¿Cómo? Con el uso de las nuevas tecnologías, creando ambientes más colaborativos y respetando la diversidad.

¿Qué debería tener en cuenta el modelo escolar ideal?

La primera regla se refiere al mandato de uniformidad: un sistema escolar organizado para la homogeneización debe transformarse para atender las diferencias culturales, poblacionales e individuales, pues hay que partir del hecho de que la región es diversa. La segunda se refiere al modelo de administración: un sistema escolar, una institución educativa y una dinámica de aula rígidos, organizados desde el “deber ser”, deben transformarse en un marco flexible, donde se pueda aprender a aprender. La tercera regla sugiere una transformación en el entorno de trabajo, un lugar más colaborativo donde se puedan formar redes de aprendizaje. Y la última tiene que ver con la importancia de incorporar las nuevas tecnologías digitales y revaluar la necesidad de que el docente siempre esté presente físicamente.

Ustedes sugieren que la homogeneidad que tienen las escuelas en la región reproduce la inequidad social. ¿Cómo se logra cambiar ese sistema?

Se ha buscado homogeneizar a toda costa cuando, para lograr equidad, no significa que a todos haya que darles de lo mismo y de la misma manera, sino que todos lleguen a los mismos logros aunque sea de diferente manera. Nuestras escuelas se han segmentarizado y hay que empezar a pensar en escuelas más diversas, donde se puedan integrar niños, niñas y adolescentes de diferentes sectores sociales.

¿No sería importante también que los docentes fueran heterogéneos: gais, indígenas, negros, etc.?

Claro que sí, y desde hace décadas se ha venido trabajando en este tema. El problema radica en hacer de la escuela un modelo de respeto hacia el otro, hacia la diversidad, por ejemplo, porque hay muchas cartillas y documentación bastante robusta que indican la importancia de que los niños se eduquen en escenarios diversos. Sin embargo, si los textos lo dicen, pero la escuela no es democrática ni respetuosa con la diversidad, estamos en un tremendo problema, muy difícil de solucionar.

¿Un sistema escolar donde diferentes clases sociales, orientaciones sexuales y razas conviven armoniosamente no es una utopía?

Creo que sí, pero es así como se generan los cambios en educación, que además son lentos, porque involucran a muchos actores, con diferentes ideologías y valores. Son temas de alto voltaje. Todos estos procesos sociales llevan su tiempo. Hay todavía sectores de la población muy reacios a ciertos cambios sociales, que se resisten a la idea de respetar la orientación sexual, por ejemplo. Si analizamos una línea de tiempo, vemos cómo los procesos sociales han venido cambiando, contrariamente a lo que pasa con la escuela, que pareciera ser que sigue igual, que no se adapta como debería, o no lo suficiente.

Por Tatiana Pardo

 

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