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La fórmula del mejor colegio público de Colombia

El colegio Alexánder von Humboldt fue elegida como la institución no privada más destacada de Colombia. Aunque reconoce el apoyo, reclama más atención.

María Paulina Baena
26 de noviembre de 2015 - 03:50 a. m.

Más de 30 docentes y 22 establecimientos educativos de varios departamentos fueron galardonados por el presidente Juan Manuel Santos y la ministra de Educación, Gina Parody, la noche del lunes, con incentivos económicos y tabletas como un homenaje a su labor.

Varias categorías fueron premiadas, entre ellas el mejor maestro, la mejor institución pública y privada, la mejor escuela normal superior y la institución con más “pilos”. El colegio Alexánder von Humboldt de Barranquilla ocupó el primer puesto entre los mejores colegios públicos. El Espectador habló con su rector, José Rodolfo Henao, para conocer su fórmula del éxito. Dijo que esta no es la primera vez que el colegio gana la distinción y que en los últimos tres años, antes de oficializar los premios, ha sido merecedor del reconocimiento.

El colegio está en la zona metropolitana de Barranquilla, no supera los 800 estudiantes y se especializa en alumnos excepcionales o superdotados. “Potenciamos al niño a través de tres aspectos: exploración, agrupamiento por talento, en donde hay momentos del día en que nos reunimos lingüistas con lingüistas, matemáticos con matemáticos y químicos con químicos para definir distintos tipos de inteligencia, y acompañamos el desempeño excepcional de nuestros estudiantes”, aseguró Henao.

De los resultados más recientes en las pruebas Saber, 42 alumnos de 60 tenían derecho a las becas para el programa Ser Pilo Paga del Gobierno, pero 35 fueron seleccionados al final con un puntaje superior a 318, que es el corte exigido por el programa. Y del total de alumnos sólo tres estuvieron por debajo de 300 puntos en las pruebas. La mayoría de ellos, como contó Henao, eligen carreras afines a las ciencias naturales, a las ingenierías, a la genética o química pura y durante su trayectoria escolar desempeñan olimpiadas de astronomía, matemáticas y física.

Según el rector Henao, niños superdotados hay, en promedio, unos 3 o 4 por curso. Además, por norma de la Constitución, estos estudiantes deben estar amparados bajo un ambiente que les permita su desarrollo. Pero ese, justamente, es el problema al que se enfrenta el colegio, porque “la llamada gratuidad de la educación es darle a un chico $72 mil para mantenerse al año. Somos el mejor de Colombia, no tenemos más de 32 estudiantes por aula, pero somos de los colegios que menos reciben dinero, entonces tenemos que hacer un malabarismo para subsistir”, aseguró.

Por eso los$ 130 millones son un reconocimiento importante, pero no suficiente. En lo primero que se invertirán, como contó el rector, es en el cambio de cielos rasos, techos y pisos de seis salones. Los padres colaboran a veces con aires acondicionados, la administración debe ser siempre austera y los niños que necesitan salir para alguna olimpiada son financiados por el Club Rotario de Barranquilla o algún empresario.

Los problemas con los pilos tampoco son menores. Justo durante esta llamada con El Espectador tenía sobre su escritorio el caso de un estudiante que había ocupado el segundo puesto de ingeniería en la Universidad Industrial de Santander (UIS) en Bucaramanga. “Ellos son muy exitosos, ¿pero como se sostienen allá? Si su papá vive del trabajo informal ahí debo contactar a un empresario aun cuando mi responsabilidad llegue hasta donde se gradúa”. El segundo problema es que muchos han sido cobijados por la Universidad del Norte, pero las carreras ofrecidas no son las apetecidas.

Otros problemas con los pilos se ven en las escuelas normales. Por ejemplo la escuela normal superior Francisco de Paula Santander de Málaga, Santander, obtuvo el premio a la institución que sacó a la mayor cantidad de pilos del país. De 60 graduados, 31 obtuvieron los mejores puntajes del país.

Teresa Moreno Torres, rectora de la escuela normal le explicó a El Espectador que el resultado se debe, en gran medida, al enfoque del colegio porque la directriz de una normal está en formar profesores. Pero ese mismo hecho ha provocado un dificultad adicional. Como contó Moreno la mayoría de pilos eligen universidades como los Andes, la Sabana y la Universidad de Santander (UIS) en carreras como ingeniería, medicina o derecho. Sin embargo, muy pocos continúan su formación como docentes y, entonces, se pierde el sentido para lo que están hechas las normales.

“Nuestra propuesta para el ministerio es que se genere un programa de pilos para las normales y así fortalecer la capacitación de maestros. En las normales después de 11 hay dos grados más y luego siguen el convenio con otra universidad, pero, a veces, cuando se ganan la beca abandonan sus estudios como maestros”, comentó Moreno, rectora de la escuela normal Francisco de Paula Santander, que fue también nominada a mejor institución.
 

 

 

mbaena@elespectador.com 

Por María Paulina Baena

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