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Gerardo Molina, pensamiento y acción

En la memoria de quienes vivieron con intensidad las últimas cinco décadas, recuerdan al promotor de la Ley Orgánica de la Universidad Nacional de Colombia y a la figura central del movimiento ‘Firmes’ a 25 años de su muerte.

Ricardo Sánchez Ángel*
04 de abril de 2016 - 11:31 p. m.

Son ya conocidos algunos datos biográficos de Gerardo Molina, uno de los intelectuales más sobresalientes del siglo pasado. Nació en Claritas, vereda del municipio de Gómez Plata, en Antioquia el 6 de agosto de 1906, allí se enfrentó al cura párroco por propiciar la lectura escritos renovadores. Era hijo de campesinos acomodados, lo que le marcó su carácter de serenidad y paciencia. Se matriculó en el Liceo y en la Facultad de Derecho de la Universidad de Antioquia de donde fue expulsado por organizar la rebelión a favor de la reforma académica inspirada en el movimiento de Córdoba. Prosiguió en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional donde se graduó de abogado. Fue su profesor y miembro de los Consejos Directivos de la Universidad hasta ser rector entre 1944-1948.
 
Quisiera rescatar que su rectorado fue de reconocidas ejecutorias al estimular la extensión cultural, la revista y la editorial, la conformación de laboratorios, el profesorado de tiempo completo y la apertura de nuevos programas. Con la creación del instituto de Filosofía y Letras y el Instituto de Ciencias Económicas adscritos a la Facultad de Derecho; el Instituto de psicología y el laboratorio de Psicotecnia de la Facultad de Medicina y de manera sustantiva la Facultad de Ciencias, además amplió el carácter nacional de la Universidad al comenzar las sedes en Palmira y Manizales.
 
Como escribe Jaime Eduardo Jaramillo en su análisis sobre la rectoría de Molina, ‘Universidad, Política y Cultura’. La rectoría de Gerardo Molina 1944- 1948, reinventó la tradición y superó conservando, siendo un hito fundamental en la historia de la universidad y de la cultura nacional. Su estilo fue el diálogo con estudiantes y profesores en sintonía con las instituciones y la sociedad. La capacidad renovadora, de trabajo en equipo dejó huella en la vida académica, con su horizonte laico, moderno, nacional e internacional.
 
El rectorado de Molina tuvo la oposición cerrada de la jerarquía católica, todos a una, con la inventiva de ser comunista, al igual lo vetaron Juan Lozano y Lozano y Calibán, connotados columnistas. Germán Arciniegas ha recordado que Pio XII le preguntó en su momento: ¿Cómo le va con Gerardo Molina? Esto, porque Molina era la bete noir de la iglesia. En 1954 las sotanas y los báculos se aterraron de nuevo cuando fue nombrado rector de la Universidad Libre, cargo al que renunció, pero lo fue entre 1960-64, con unas ejecutorias notables para la consolidación de esta institución. Y pensar que Molina ejerció como nadie las virtudes de la tolerancia, la ecuanimidad, la serenidad y la razón ilustrada. Doctor Honoris Causa en Ciencias Sociales de la Universidad de Antioquia así como de Ciencias Humanas de la Universidad Autónoma.
 
El 9 de abril de 1948 cuando se asesinó a Gaitán, Molina participó en la Junta Revolucionaria al lado de Jorge Zalamea, Diego Montaña, Carlos Restrepo y otros, inmerso en el torbellino del estallido social. Vino luego el exilio en París donde continuó sus estudios y publicó un periódico de oposición a la dictadura de Rojas Pinilla, Colombia Libre, en edición bilingüe. Allí amplio sus horizontes intelectuales y políticos.
 
Gerardo Molina se destacó como maestro universitario, estudiante de la libertad y dirigente político en la orilla de izquierda. En compañía de Luis Eduardo Nieto Arteta, Antonio García y otros, fundó el ‘Grupo Marxista’ en la década de 1930 y la Liga de Acción Política en 1943. Bebió en las canteras del socialismo y siguió en forma heterodoxa al marxismo como método de las ciencias sociales.
 
Tuvo la obsesión de la investigación, escribiendo Proceso y Destino de la Libertad (1955, actualizado en 1989), Las Ideas Liberales en Colombia en tres tomos (1970, 1974, 1977), Breviario de ideas políticas (1981), Las Ideas Socialistas en Colombia (1987), La formación del Estado en Colombia y otros textos compilado por Gonzalo Cataño (1994)  alcanzaron varias ediciones. Se han editado por parte de Darío Acevedo las compilaciones Testimonio de un Demócrata (1991) y El Magisterio de la Política (1992) al igual que la edición de Mario Aguilera, Gerardo Molina y la Universidad Nacional de Colombia (2001). El mismo Acevedo publicó su biografía Gerardo Molina: El intelectual y el Político (1986), y Ricardo Sánchez Gerardo Molina el Educador (1997). Con las obras de Gerardo Molina las ideas políticas alcanzaron la mejor exposición combinando documentación, claridad y rigor.
 
Fue representante a la Cámara entre 1933 y 1935 en fórmula con Baldomero Sanín Cano y senador entre 1935-39 siendo ponente de la Ley Orgánica de la Universidad Nacional de Colombia. Molina fue profesor de derecho laboral, ideas políticas y constitucionales. Participó de la fundación de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC) y fue su asesor con Diego Luis Córdoba y otros.  Entre 1939 y 1941 volvió a la Cámara en representación del sindicalismo. Personero de Bogotá en 1942 y designado en 1946 como asesor en la Comisión de Asuntos Sociales y económicos de las ONU. En 1962 vuelve a la Cámara como disidente del M.R.L. Fue candidato presidencial en 1982 emulando con Luis Carlos Galán, Belisario Betancur y López Michelsen.
 
Sus cuatro discursos televisivos son obras maestras de la pedagogía política. Retornó al Senado en 1982 y estuvo hasta 1986 con el movimiento ‘Firmes’ de orientación democrática y socialista buscando aglutinar a las izquierdas colombianas. Fue fundador del Comité Permanente de Derechos Humanos con el excanciller Alfredo Vásquez Carrizosa, Hernando Hurtado, Héctor Abad Gómez entre otros, para enfrentar el Estatuto de Seguridad durante el gobierno de Julio César Turbay (1978-1982).
 
Son memorables los debates que adelantó en el Congreso durante la Reforma Constitucional de 1936. En esa oportunidad planteó la necesidad de una nueva constitución. Son distintos los momentos en que el parlamentario Gerardo Molina defendió la universidad pública y en especial la Nacional.  Murió en su ley en 1991 a la edad de 84 años rodeado del aprecio de sus familiares y compatriotas. El Consejo Superior Universitario de la Universidad Nacional de Colombia, honrando su memoria, aprobó los Acuerdos 089 de 1991 y 023 de 1998 creando la Orden Gerardo Molina.
 
*Decano de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional

Por Ricardo Sánchez Ángel*

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