Jornada única: ¿disminuirá la brecha entre colegios públicos y privados?

Un estudio realizado por la Fundación Empresarios por la Educación revive la necesidad de resolver esta discusión. Aunque empezó a darse hace tres años, su implementación ha sido deficiente. Solo para construir la infraestructura se requieren $7,1 billones.

Paula Casas Mogollón
03 de enero de 2019 - 02:00 a. m.
La Secretaría de Educación de Bogotá informó que el 14 % de estudiantes de colegios públicos están vinculados a la jornada única.  / Archivo El Espectador
La Secretaría de Educación de Bogotá informó que el 14 % de estudiantes de colegios públicos están vinculados a la jornada única. / Archivo El Espectador

Después del intenso debate en torno a la educación superior que Colombia vivió en los últimos meses, este año el país deberá enfrentar otra discusión pendiente, vital para la enseñanza de los menores: la necesidad de implementar la jornada única en los colegios. Se trata de un debate de más de tres años que aún no se ha logrado resolver, como lo reveló el informe “Ideas para Tejer”, de la Fundación Empresarios por la Educación, publicado hace unos días. (Lea: “La implementación de la jornada única se hará de manera gradual, seria y con sentido”, Ministra de Educación)

El objetivo del Gobierno de Juan Manuel Santos era acercar el rendimiento y la calidad de los colegios públicos al de los privados, pues los resultados de las pruebas PISA de 2015 reflejaron que la brecha entre las instituciones oficiales y las privadas era de 39 puntos; es decir, un año de escolaridad.

Ante esa decisión, en aquella época la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) aseguró que cerca de tres millones de estudiantes que asistían a la jornada de la tarde, de la noche y los fines de semana tenían que ser redistribuidos en 3.000 nuevos colegios. Además, alegaban que los planteles no estaban en la capacidad de alcanzar los objetivos.

A esta objeción se le sumó la del Banco Interamericano de Desarrollo y la compañía McKinsey, que en un estudio evaluaron esta propuesta y concluyeron que aumentar el número de horas de clase no contribuiría a mejorar los resultados académicos. Sin embargo, en los últimos años se identificó que el proyecto combatió problemas sociales.

Según el informe de la Fundación Empresarios por la Educación, la jornada única ha demostrado impactos positivos en la reducción de las tasas de criminalidad entre los jóvenes, en la de embarazos en adolescentes y en la del consumo de sustancias psicoactivas. Aunque, aclara, hasta el momento no hay evaluaciones tan claras que reflejen los resultados académicos.

“Los países que tienen mayor desempeño educativo pasan mayor tiempo en la escuela. La jornada única en Colombia, con nuestros contextos de pobreza y violencia particulares, puede ayudar a garantizar un ambiente digno para niños y jóvenes que si no están en un aula de clases, estarían en la calle expuestos a condiciones de riesgo”, explica Andrea Parra, asesora de la línea de conocimiento de esta fundación.

No obstante, el estudio también señaló que es complejo implementarla en zonas rurales dispersas, ya que no cuentan con las condiciones necesarias para hacerlo, como por ejemplo la infraestructura y el pago extra a maestros. Un análisis publicado por el Ministerio de Educación en 2014 mostró que el 13,8 % de los niños entre 12 y 15 años en estos lugares no asisten a la educación secundaria. (Puede leer: Medio millón de niños de colegios oficiales terminarán 2016 en Jornada Única)

“Para esta zona tendría que pensarse en una alternativa distinta a la extensión de la jornada. Hay otros contextos allí que deben tomarse en cuenta, como por ejemplo la participación de los jóvenes en labores de cultivo. No se trata en todo caso de replicar el mismo esquema que en la zona urbana”, aclara Parra y añade que se debe buscar una pronta solución, pues, actualmente, el 11,5 % de las personas del campo mayores de 15 años no saben leer ni escribir.

Pero este no es el único problema que afronta la jornada única. La infraestructura, los programas de alimentación, la preparación de maestros y el pago extra son desafíos que debe superar. La fundación estima que los grandes costos para construir la infraestructura educativa faltante son aproximadamente de $7,1 billones. Según Parra, estos son recursos importantes con los que el sistema educativo no cuenta, por eso, en el gobierno Santos solo se alcanzó el 12 % de cobertura.

En estos tres años, la jornada única no solo mostró los puntos más débiles de la educación en Colombia, como la poca infraestructura adecuada, la falta de preparación de docentes y los líos de corrupción de los programas de alimentación escolar. También ha beneficiado a más de ocho millones de estudiantes. Bogotá es la ciudad que más avance ha tenido en su implementación. La Secretaría de Educación informó que el 14 % de estudiantes de colegios públicos están vinculados a la jornada única. El objetivo es que en 2019 llegue al 17 %. (Lea también: “Colombia tiene un problema: está aumentando la desescolarización”)

Para este cuatrienio, la ministra de Educación, María Victoria Angulo, explicó que su implementación servirá para llevar oportunidades en materia deportiva y artística a los colegios, y no solo a ciencias básicas, como lo hizo el Gobierno pasado. Aunque hasta el momento la jornada única ha dado pequeños pasos en la reducción de la brecha entre la calidad de colegios públicos y privados, se espera que para 2025, como es la meta, se implemente en todo el país.

Por Paula Casas Mogollón

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