“La cercanía con el Gobierno me volvió más realista”: Brigitte Baptiste

Tras estar por casi una década al frente del Instituto Humboldt, esta bióloga decidió apartarse de su cargo para volver a la academia. Asegura que deja un gran centro científico, aunque admite que le faltó trabajar más con indígenas y campesinos.

Sergio Silva Numa / @SergioSilva03
26 de julio de 2019 - 03:00 a. m.
Brigitte Baptiste estará al frente del Instituto Humboldt hasta agosto. / David Schwartz - Cromos
Brigitte Baptiste estará al frente del Instituto Humboldt hasta agosto. / David Schwartz - Cromos

La imagen de Brigitte Baptiste es familiar para buena parte de Colombia. Desde que fue nombrada directora del Instituto Humboldt a finales de 2010, su voz empezó a sonar con frecuencia en medios de comunicación y espacios públicos. Poco a poco, esta bióloga, con una maestría en estudios latinoamericanos y un doctorado en ciencias ambientales, se abrió un importante lugar en las discusiones ambientales. También en las conversaciones sobre género. “Nada más queer que la naturaleza”, tituló una de sus conferencias TED. “Naturalmente transgénero, impúdica y pagana. No soy la institución ni fabrico verdades electorales”, es como se presenta en Twitter. (Acá: Brigitte Baptiste, nueva rectora de la Universidad EAN .)

Después de casi una década y más 72.000 seguidores en esa red social, Baptiste dejará su cargo en el instituto para regresar a la academia. Será la rectora de la Universidad EAN, donde, como ecóloga, volverá a la faceta que más la satisface: ser profesora.

¿Por qué deja el Instituto Humboldt?

Básicamente, por temas familiares. Diez años de antigüedad en una tarea interna de gestión me han alejado un poco de la academia, han hecho que no pueda estar al día en lecturas y en otras cosas. Ya siento que tengo que moverme. Venía pensándolo desde principio de año, y entre las circunstancias familiares y que el instituto queda estabilizado en el nuevo Gobierno, ya me puedo ir sin crear mucho trauma.

Ahora asume la rectoría de la EAN. ¿Qué le puede aportar una bióloga a una escuela de negocios?

La EAN ha ido evolucionando. De ser una escuela de negocios pasó a ser una escuela que considera que los negocios son una forma de hacer emprendimiento sostenible. En los últimos años han comprendido que los temas ambientales son absolutamente críticos y que requieren una aproximación particular. Eso es lo que me han pedido: que trate de generar una perspectiva distinta de capacitación y trabajo para la universidad, donde ellos puedan ofrecer un nicho para los estudiantes y la academia, en el cual se desarrollen procesos de construcción de sostenibilidad. La oferta ha sido muy generosa porque voy a estar a cargo de una rectoría muy académica y orientada por la ciencia y la innovación. Otra persona estará a cargo de los temas administrativos.

En Colombia no suele ser fácil mantenerse al frente de entidades públicas de carácter científico por tanto tiempo. Un buen ejemplo es Colciencias. ¿Cuál fue su secreto?

El secreto es, en gran medida, la arquitectura institucional de los institutos. Tanto el Humboldt como el Invemar (Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras), el Sinchi (Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas) y el Instituto del Pacífico son institutos mixtos que tienen juntas directivas presididas por el Gobierno, pero en ellas también están sentados representantes de las universidades, de las ONG y del sector privado, que claramente equilibran las fuerzas de la política y garantizan que la institución se dedique a los temas a que debe dedicarse. Entonces creo que, más que el talento de los directores, tiene que ver con esa estructura de planeación y funcionamiento. El director del Invemar ya tiene más de 20 años a cargo del instituto. Lo mismo el del Sinchi. Yo soy la oveja negra: me voy sin necesidad de hacerlo sino por decisión propia.

¿Cómo hizo para eludir los intereses políticos?

Hay que construir una estrategia muy robusta y unos acuerdos sobre cuáles son los temas en los que debe trabajar la institución. Hay que construir equipos técnicamente fuertes y procesos de control de calidad internos que garanticen que las toneladas de hojas de vida que envían los distintos interesados cojan mal camino. Es decir, si la gente quiere trabajar en los institutos es, por supuesto, bienvenida, pero tiene que pasar un examen riguroso por parte de comités y por parte de los directores de proyectos para no llenarnos de burocracia. Por otro lado, hay que reconocer que los intereses políticos son legítimos y los institutos entienden las necesidades y proyecciones que, por ejemplo, tienen los legisladores. Y se requiere una interacción con ellos. Entonces hay que construir otros canales de comunicación para poder captar las preguntas y preocupaciones de los buenos políticos, que hay muchos.

Después de estos diez años, ¿cuál logro destacaría?

El posicionamiento del Humboldt como un instituto de investigación de excelencia, tanto dentro del país como afuera. Eso se debe a un trabajo cuidadoso de comunicaciones, de publicaciones, de selección de temas estratégicos y de un relacionamiento constante con los grupos de interés. Los institutos fueron creados para resolver problemas, para construir conocimiento aplicado, que siempre estará en medio de tensiones.

¿Qué le hubiera gustado hacer y no pudo?

Muchas cosas. Nos faltó tener más capacidad de apoyo a las comunidades locales, especialmente a pueblos indígenas y campesinos, que son bastante invisibles en términos de gestión ambiental y requieren un acompañamiento para que su historia y su conocimiento sea reconocido como parte del manejo territorial. No logramos, por ejemplo, producir material bibliográfico abundante sobre la biodiversidad de los territorios indígenas de Colombia. Y estamos hablando de más de un 30 % del país más biodiverso. También nos quedamos muy cortos a la hora de hacer un trabajo adecuado sobre la economía de la biodiversidad. Es uno de los retos de la nueva dirección: tratar de afianzar una perspectiva más aplicada del uso de la biodiversidad.

Ha sido docente, investigadora y “administradora”. ¿Cuál faceta prefiere?

Definitivamente, la docencia es la más satisfactoria. Lo digo porque tengo síndrome de abstinencia, pero la academia es la que permite profundizar en muchos temas, profundizar con diligencia y con menos temor a equivocarse cuando uno estudia juiciosa un tema. Eso es lo que me ilusiona también de volver a la universidad. Seguro implicará diseñar un curso especial para que el mensaje de la sostenibilidad y el emprendimiento sostenible se enriquezca con mi experiencia y con mi carrera como ecóloga.

En comparación con la persona que asumió la dirección del Instituto Humboldt y la de hoy, que entra a la EAN, ¿cambió alguna postura?

Muchas cosas han cambiado. Indudablemente, la cercanía con el Gobierno ha hecho que me vuelva mucho más realista. Algunas personas interpretan eso como si hubiese sido cooptada, pero cuando uno se enfrenta a las decisiones que tienen que tomar los dirigentes o líderes en cualquier dirección entiende que la ciencia que hemos hecho es bastante abstracta e, incluso, bastante inútil para ayudar al desarrollo del país. Hoy mi perspectiva es mucho más humilde en torno al alcance de la investigación en relación con las decisiones. Colombia debería ser un poquito más consciente de cómo organiza su investigación para, por lo menos, alcanzar alguno de los objetivos de desarrollo sostenible.

En ese trabajo tuvo que enfrentar muchas discusiones ambientales y estar en medio de varias polémicas. ¿Cuál fue la más compleja?

La delimitación de páramos, un tema que todavía está vivo y en el que estamos trabajando activamente desde hace ya 10 años, porque tiene incidencia importantísima en los modos de producción y en la vida de las comunidades rurales de alta montaña. Pero también porque tiene implicaciones en el manejo de las cuencas hidrográficas. Es un tema que sube y baja en términos de tensión. Eso es lo más interesante. Lo que debo agradecer siempre es el respeto que los tres gobiernos en los que he estado y la decena de ministros han tenido por el respeto a la autonomía institucional. Eso es muy importante: los institutos de investigación requieren autonomía completa y respeto por el trabajo académico para poder cooperar.

Si le pudiera hacer una última recomendación al presidente Duque, ¿cuál sería?

Que fortalezca la capacidad de investigación de los institutos. Son un invento fenomenal que hemos desaprovechado. Colombia tiene casi mil investigadores exclusivamente dedicados a la construcción de sostenibilidad en los institutos mixtos, tanto del sector ambiental como de otros sectores. Podríamos sacarla del estadio con esa capacidad, porque ningún país del mundo ha sido tan ingenioso en ese desarrollo. Es un ejemplo que cada vez que viajo lo destacan los gobiernos de otros países. De hecho, una parte importante de mi labor ha sido contribuir a la creación de institutos similares al Humboldt en muchas partes del planeta, incluso en países que no esperaría que los requirieran.

¿Qué está leyendo?

Los estatutos de la EAN.

Por Sergio Silva Numa / @SergioSilva03

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