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"Los procesos en educación tardan una generación"

La Fundación Pies Descalzos inaugurará en dos meses su sexto colegio en Colombia, en el barrio La María de Cartagena. Su directora, Patricia Sierra, asegura que lo más difícil ha sido luchar contra la politiquería y la falta de calidad y constancia de los maestros.

Redacción Vivir
14 de diciembre de 2013 - 09:00 p. m.
Patricia Sierra, directora ejecutiva de la Fundación Pies Descalzos.  / Cortesía
Patricia Sierra, directora ejecutiva de la Fundación Pies Descalzos. / Cortesía

En el barrio La María, de Cartagena, en un sector conocido como Lomas del Peyé, se está levantando un megacolegio de 7.790 metros cuadrados. En esas aulas y esos corredores, que todavía lucen en obra negra y que son obra de la Fundación Pies Descalzos, recibirán clases 1.700 niños y jóvenes a partir del 19 de febrero del próximo año.

“Invertir en educación es precisamente lo que consideramos que puede romper las cadenas de la pobreza”, señaló Shakira sobre este proyecto que quiere impactar a unos 30 mil habitantes de los sectores de San Bernardo, La María y San Francisco. “Lo que tratamos de construir es una renovación del sector —explicó el arquitecto Giancarlo Mazzanti—. Que el colegio pueda servir también como un centro de producción que genere nuevas formas de aprendizaje y de trabajo”.

Patricia Sierra, directora ejecutiva de la Fundación Pies Descalzos, habla de los retos que tendrá este nuevo colegio, que es el sexto de la Fundación del país. Además reflexiona sobre el momento por el que está pasando la educación.

La noticia más mala que hemos recibido este año en educación es sin duda el pobre resultado de Colombia en las pruebas Pisa. Ustedes que trabajan en este sector, ¿cómo leen este hecho?

Los niños en los países con mejor educación acuden por lo menos 280 días al año al colegio. Aquí, en promedio y yéndonos muy bien, asisten 160 días. La gran diferencia está en que ellos están inmersos en un lugar de aprendizaje, y nosotros no creemos que el aprendizaje lo dé sólo la escuela, en nuestro modelo decimos que hay una escuela dentro y otra fuera de los muros. Pero si el niño está en una comunidad donde además no hay espacios educativos, no hay un parque, no hay grupos donde la gente converja a hablar, es muy difícil. Sólo en el Chocó el reto es llegar a 128 días de asistencia al año. Nosotros fuimos el colegio con mayor asistencia y alcanzamos 158.

¿Qué se está haciendo mal?

No podemos seguir pensando que la educación se mide con los niños que son buenos en matemáticos y buenos para leer, debe ser un proceso que además de dar respuesta a pruebas como esta, dé respuesta a la formación de esos ciudadanos que queremos. A nuestros niños les va bien cuando se hacen pruebas en las que se compite, pero en las pruebas Pisa no porque hay que razonar, inferir; nos va muy bien cuando el ejercicio es de aprendernos cosas de memoria, cuando no hay que inferir ni ser creativo para responder. También tiene que ver cómo se está evaluando y cómo están dispuestos los espacios de clase.

¿Cuáles han sido las barreras para crear modelos de calidad educativa?

Lo más difícil son los maestros. Hay muchos maestros que no tienen vocación, porque no sólo se necesita conocimiento sino vocación. Cualquier profesión tiene que ver con dos cosas: conocimiento y pasión por lo que haces.

¿Cuál ha sido el reto más difícil?

Cuando nosotros llegamos al Chocó el reto mayor era que los maestros no sabían cuántos niños tenían ni cómo se llamaban. Entonces uno se preguntaba: ¿cómo se puede hablar aquí de calidad? Nosotros veníamos a capacitar, pero primero tuvimos que ver si administrativamente se podía organizar ese colegio: conozcamos primero a los niños, miremos si existe un currículo, cuáles son los horarios...

Usted insiste también en que la inasistencia a clases es uno de los mayores problemas…

Cuando va la gente a visitarnos en el Chocó dice: ¿qué tanto han hecho? Y les respondo: “Creo que ustedes no lo van a visualizar mucho, pero los que vinimos sí sabemos que los niños faltaban unos tres días a clase por semana y ahora nunca faltan”. El que los niños vayan todos los días a estudiar para nosotros ya es un reto, y no porque aprendan o no aprendan, sino porque están menos fuera, solos. Ese es un logro para nosotros: que estén en la escuela, en los salones, anteriormente nunca estaban en un espacio de aprendizaje.

¿Cuando llegan a trabajar con los maestros es posible cambiar su actitud?

Nos pasa algo difícil: por decisiones políticas cambian los maestros con mucha frecuencia. Nosotros invertimos un dinero y unos recursos muy importantes capacitando maestros y las secretarías de Educación los cambian de un momento a otro, entonces nos toca comenzar otra vez el proceso. Se pierde todo lo que hemos hecho.

 ¿Por qué incluso en estos colegios, donde está detrás una figura como Shakira y además cuentan con el respaldo de profesionales, sigue siendo difícil aumentar el nivel?

Creo que vamos a estar en un nivel más alto en 5 años, antes no. Los procesos en educación tardan mínimo una generación. Hoy entran estos niños de Cartagena a noveno, pero traen unas bases de toda una vida. La educación es un proceso.

En términos de donantes, ¿cómo han ido cambiando los modelos financieros de la fundación?

La cooperación europea ha variado mucho por la crisis mundial, está muy golpeada. Ahora tenemos muchos donantes privados, la mayoría extranjeros.

Por Redacción Vivir

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