Tras las huellas de Virginia Gutiérrez de Pineda

La santandereana revolucionó el estudio de las estructuras familiares en el país. Quinta entrega de la serie “Grandes maestros” de la Universidad Nacional.

steven navarrete Cardona
07 de marzo de 2016 - 11:40 p. m.
Tras las huellas de Virginia Gutiérrez de Pineda

La historia de las ciencias sociales en el país es fascinante. Contiene cientos de microhistorias, de relatos inacabados, de bocanadas acompañadas de un tinto y cigarrillo en las cafeterías estudiantiles, de debates políticos y de orgasmos eufóricos al amanecer, de reuniones de científicos sociales que se juntan en la casa de alguna mano generosa para incentivar a los demás a investigar, a encontrar regularidades sobre el pasado y su peso en el presente.
 
Reuniones que se inician con conversaciones sobre ‘Campesinos de los Andes’, una obra clave de Fals Borda, luego se pasa a debatir los aportes de Lévi-Strauss y terminan al ritmo de las canciones de Cheo Feliciano e Ismael Rivera.
 
Esta historia, o mejor, estas múltiples historias están llenas de amores pujantes, estudiantiles, idealistas y muy nobles, como el de Virginia Gutiérrez de Pineda y Roberto Pineda Giraldo: antropólogos, científicos sociales, humanistas, cómplices en las noches frías, en sus proyectos por comprender lo inhóspito y que se daba como inmutable, sin historia. Pero hasta aquí no hemos dicho nada sobre la mujer que se esforzó por mostrar que la configuración de las familias es una construcción histórica y social, algo que para muchos será algo obvio, pero que en el siglo XX impactó el pensamiento de muchos, resultando en una poderosa herramienta para las reivindicaciones sociales y jurídicas que cientos de personas dieron para que les fueran reconocidos sus derechos, llegando a las luchas en la actualidad.
 
Ese mismo esfuerzo por desnaturalizar la realidad lo emprendían otros pensadores al otro lado del mundo, como Michel Foucault que estudiaba la historia de la locura, del panóptico y fue reconocido mundialmente.
 
Los aportes de Virginia han calado como buena semilla, entre periodistas e investigadores sociales como deja ver los trabajos de la profesora de antropología de la Universidad Nacional, Ximena Pachón, que ha seguido en parte su legado.
 
“Ella, quien por algunos años incursionó en los estudios etnográficos y a partir de 1954 dedicó su actividad investigativa a dos temáticas fundamentales, la medicina popular y la familia, instituciones que nunca antes habían sido objeto del escrutinio de la antropología nacional. Fue la investigadora que de manera pionera inició la investigación sistemática y científica sobre la familia”, anota Pachón en uno de sus artículos.  
 
Para comprender el legado de esta pionera, hay que señalar que las instituciones que estudió jugaron un papel clave en su vida.
 
Gutiérrez de Pineda se formó a temprana edad en el Instituto Pedagógico Nacional, donde los más entusiastas jovencitos recién egresados de las licenciaturas, ponían en práctica los más modernos métodos pedagógicos. Así fue que aquella adolescente que se transformaba en mujer, y que venía de un ambiente dominado por ‘machos’, en el cual su opinión no era respetada ni valorada, pudo alzar la voz, seguir sus inquietudes, sus pasiones. 
 
Al analizar la biografía de Virginia, es claro que su vocación como antropóloga se materializó en la Escuela Normal Superior, varios historiadores coinciden en ello, el gran semillero de las ciencias sociales en Colombia, que formaría pensadores como Jaime Jaramillo Uribe, entre tantos otros. Jóvenes sedientos de conocimientos, de conocer el país y sus gentes se educaron con curtidos republicanos exiliados de la guerra civil española, investigadores franceses perseguidos por sus ideas, y alemanes que se oponían al ascenso del nazismo, como Miguel Fornaguera, Paul Rivert y Ernesto Gulh. Una historia que las investigadoras Aline Helg, Martha Cecilia Herrera y Ximena Pachón han reconstruido de estos círculos intelectuales.
 
Como bien han señalado estas investigadoras, los esposos Pineda cualificarían su formación en Estados Unidos entrando en contacto con los académicos más reconocidos en el campo de la antropología médica y cultural.
 
El par de esposos, compañeros y cómplices, volverían a la Universidad Nacional, ya no como estudiantes sino como maestros. Virginia como profesora del Departamento de Sociología y Roberto impartiendo cursos de geografía urbana, geografía humana, sociología de la medicina, entre otras.
El trabajo de esta pionera de la antropología en el país fue reconocido con diversas distinciones entre ellas la medalla al mérito Camilo Torres en 1963 y Mujer del año en Colombia 1967 entre otros.
 
Entre sus obras claves se encuentran ‘Familia y cultura en Colombia’ y ‘Estructura, función y cambio de la familia en Colombia’, obras que marcaron el rumbo de la antropología como ciencia en el país. 
El año pasado el Banco de la República anunció que la figura de Virginia Gutierrez, de la mujer, de la antropóloga, sería inmortalizada en el billete de $10.000. Un reconocimiento propio, para quien contribuyó de manera loable a la construcción de las ciencias sociales en el país.
 

Por steven navarrete Cardona

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