Una “coach” para ingresar a las mejores universidades del mundo

Todos los profesionales que entrena son aceptados en especializaciones y maestrías de primer nivel. Hasta dos años puede durar este proceso que diseñó a la medida de los colombianos.

Mariana Suárez Rueda
28 de febrero de 2016 - 04:53 a. m.

Tienen entre 24 y 35 años. Son más hombres que mujeres. Algunos no dominan el inglés y otros tienen serias falencias en matemáticas básicas, pero todos anhelan hacer una especialización o maestría en alguna de las 30 mejores universidades del mundo: Chicago, Harvard, Oxford, Columbia, NYW... Todos los profesionales que Alejandra Corredor ha entrenado han sido aceptados. La garantía de éxito de su asesoría es del 100%. “Pasan o pasan”, dice con orgullo esta ingeniera civil de los Andes, que aprovechó su experiencia laboral en un ambiente altamente competitivo para diseñar un exitoso programa de entrenamiento dirigido a colombianos que sueñan en grande.

Ingresar no es fácil. En este momento hay inscritas 40 personas. Todas tuvieron que pasar el filtro de la entrevista. Un encuentro por el que Alejandra no cobra y en el que analiza el perfil y los objetivos de cada persona, además de cerciorarse de que haya empatía. “Busco que sea gente que tenga voluntad, tiempo, ganas de hacer las cosas, temple, y que vaya a aguantar el proceso”. Quienes sólo quieren hacer una especialización por la experiencia de vivir en el exterior no son su target, “pues para ello no tienen por qué presentarse a una de las mejores instituciones de educación superior del planeta”, enfatiza.

Antes de comenzar el entrenamiento formalmente se firma un contrato, pero sus especificaciones se discuten personalmente y varían de acuerdo a cada caso, por eso Alejandra prefiere no dar muchos detalles. El tiempo que toma el proceso es relativo. Así como hay profesionales que llegan con la claridad del programa y la universidad a los que quieren postularse, hay otros que todavía no están muy enfocados o que modifican sus planes en el camino.

Y por supuesto no faltan las historias de profesionales que desean cursar un MBA, una maestría en políticas públicas (MPP) o en leyes (LLM) en Estados Unidos o Gran Bretaña y no saben comunicarse en inglés o han sido rechazados en repetidas oportunidades. Pero para esta asesora en riesgos, que cursó un MBA en la Universidad de Chicago con una beca parcial en 2008, una época en la que este tipo de beneficios no eran fáciles de obtener —en su primer día de clase fue la quiebra de Lehman Brothers— y realizó la pasantía en París en una de las cinco aseguradoras más grandes del mundo, nada es imposible.

El secreto de su éxito radica en gran medida en el conocimiento que ha adquirido sobre los procesos de selección de las universidades de alto nivel. Alejandra conoce exactamente el espíritu de cada una, lo que buscan en un estudiante, los méritos que se requieren para acceder a una beca y hasta los más ínfimos detalles para la elaboración apropiada de una hoja de vida, el ensayo, las cartas de recomendación y los videos que muchas de estas instituciones exigen hoy en día con el propósito de evaluar el manejo del lenguaje (ver breves).

También ha aprendido a ayudar a sus alumnos a lidiar con el estrés, el peor enemigo a la hora de salir bien librado del GRE, una prueba que mide matemáticas, inglés y razonamiento y que se exige en la mayoría de universidades de Estados Unidos, o el Gmat, que evalúa también inglés y matemáticas. “He visto candidatos bilingües, con los mejores promedios académicos, fallar en estos exámenes, casi desmayarse o quedar totalmente en blanco por cuenta de la presión de obtener buenos resultados”.

De hecho, cuenta, existen estudios que demuestran que se puede bajar hasta 12 puntos percentiles en los resultados por cuenta de la ansiedad. Su recomendación es apoyarse en un profesional o recurrir a métodos cuya efectividad ha sido probada, como el curso en línea Learning How to Learn. Asimismo, ha tenido casos de profesionales que no tienen ni idea de matemáticas y escasamente pronuncian un par de frases en inglés. Entre seis meses y dos años puede durar su preparación para superar estas pruebas que resultan indispensables en el proceso de postulación.

Durante el tiempo que lleva como entrenadora, Alejandra ha podido identificar una serie de errores comunes en los aspirantes que buscan su asesoría luego de fracasar una o varias veces. Para empezar, no conocen la universidad en la que quieren estudiar, no se han preocupado por hacer una pequeña investigación sobre su historia y enfoque, y por tanto no manejan su lenguaje. “Esto es clave en el ensayo y en la entrevista”.

Otra falencia frecuente es que no hay coherencia entre la vida profesional y el programa e institución a los que se está aspirando. El contenido y la extensión de la hoja de vida es otro de los errores garrafales. Para los MPP puede que haya la libertad de presentarla de dos páginas, pero en el caso de los MBA o LLM sólo debe ser una. Y en ese espacio hay que condensar la experiencia académica, profesional y destacar los adicionales, “aquellas actividades que te muestran como una persona interesante con capacidad de aportar a los demás”.

Entre las muchas recomendaciones que ha descubierto esta entrenadora para garantizar el éxito de sus alumnos, y que por supuesto no reveló en su totalidad para este artículo, finaliza con una clave: “Lo mínimo que buscan es una persona con un año de experiencia profesional, que ojalá haya tenido un ascenso en su trabajo”.

Claves para ser admitido

Entrevista: Además de preparar las respuestas en su forma y contenido es clave la presentación personal, para lo cual se recomienda escoger un atuendo neutro y ningún accesorio que resulte muy llamativo; hay que llegar a tiempo y saludar a todo el mundo en el edificio.

Carta de intención: En este ensayo es vital reflejar que hay una coherencia entre la vida profesional y los motivos por los cuales se aspira a determinada universidad y programa. El candidato debe especificar su propósito de vida y cersiorarse que se relacione con su elección.

Hoja de vida: Debe ser de una o máximo dos páginas e incluir, además de la experiencia académica y profesional, las actividades que hagan al candidato interesante. Ojo con la forma de presentarlas. No es lo mismo ser aficionado a la cocina a saber preparar platos de 20 países.

Por Mariana Suárez Rueda

 

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