Como en cualquier ciudad de Colombia, la vida de los trabajadores informales de Medellín transcurre entre el trajín del rebusque y los vaivenes propios de su inestable cotidianidad. Desde 2012, sin embargo, los paisas decidieron incorporar a la informalidad de sus vidas el hábito de la escritura, un componente de estabilidad que les ha permitido escapar de su rutina para rescatar y narrar aquellas historias que diariamente se tejen en las calles de la ciudad, pero de las que poco o nada se habla.
Hace dos años, un grupo de trabajadores encabezado por el exvendedor ambulante Robinson Sepúlveda, se embarcó en la compleja labor de producir el periódico de La Calle, un medio de comunicación alternativo con el que pretenden dar visibilidad a la realidad del 46,7% de medellinenses que, según cifras del DANE, vive en la informalidad. Después de 10 ediciones publicadas y con el ánimo de elevar la calidad de sus contenidos, los periodistas de La Calle acudieron a la facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, donde recibieron formación en diversas áreas del periodismo por parte de docentes como Luis Carlos Hincapié, Ximena Forero, Camilo Arboleda, Carlos Peña, Juan Castro, Carolina Londoño y Ana Carmona, quienes prepararon y dictaron sus talleres de manera voluntaria.
"Vimos una excelente oportunidad para transferir nuestros conocimientos en el ámbito de las comunicaciones y la literatura hacia la sociedad", cuenta Mauricio Castaño del Centro de Investigaciones y Extensión de Comunicaciones (CIEC). "Después de 40 horas de intercambio de experiencias –agrega– certificamos a 20 periodistas de La Calle en ámbitos como el de la reportería, la investigación, la redacción, los géneros periodísticos, la fotografía y el diseño gráfico".
Después del diplomado el equipo de La Calle, conformado por vendedores ambulantes, trabajadores de la construcción, tenderos, taxistas, mecánicos, cargueros, entre otros, volvió a la búsqueda de nuevas historias. "Estamos convencidos de que vidas como las nuestras no son más que relatos en busca de un narrador", dice Robinson Sepúlveda.
"Todo el mundo habla sobre la informalidad. Las cifras inundan las páginas de los periódicos y de las pantallas de televisión; el Estado asegura que somos cada vez menos los informales; las alcaldías ya no hallan qué hacer para ofrecer más oportunidades. Sin embargo, nadie recuerda que detrás de las estadísticas y las gráficas hay experiencias verdaderamente humanas", señala Sepúlveda con vehemencia.
Devolverle un rostro humano a una realidad en la que se desenvuelve la mitad de la población colombiana es, precisamente, el objetivo de los periodistas de La Calle. Según el DANE, entre octubre y diciembre de 2013 el 49% del total de colombianos ‘ocupados’ tenía un empleo informal. De estos, el 51,9% eran hombres y el 48,1%, mujeres.
"La idea es que el lector de este periódico despierte de su letargo de indiferencia y se dé cuenta de la manera cómo funciona la vida de una persona que vive del rebusque", anota Sepúlveda, quien hace 10 meses dejó su puesto de dulces ambulante para dedicarse a la dirección del periódico. “Estoy convencido de que a través del periodismo lograremos transformar las mentes de los ciudadanos apáticos”, dice.
Se espera que el próximo abril salga la edición número 13 de La Calle. Cada una de las ediciones pasadas ha contado con 100 mil ejemplares y ha sido distribuida de manera gratuita en 80 puntos de la ciudad de Medellín con el apoyo de la Alcaldía de esa ciudad. "La idea es buscar otras fuentes de financiación", precisa Sepúlveda.
Según Mauricio Castaño, la facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, a través de su programa de extensión solidaria, seguirá brindado este tipo de capacitaciones a las personas que trabajen en proyectos similares a los de este periódico alternativo. "Próximamente haremos una convocatoria para organizaciones comunitarias o agrupaciones de ciudadanos que necesiten formarse en comunicación social y literatura para desarrollar sus iniciativas periodísticas", concluye.