Brasil: ¿Golpe militar o salvación?

La polémica por el aniversario 55 de la dictadura militar brasileña no termina. Una juez de una corte de apelaciones anuló la decisión de otra magistrada que prohibía la conmemoración de la fecha. ¿Qué va a pasar este domingo cuando muchos recuerdan el 31 de marzo de 1964?

Beatriz Miranda Côrtes
30 de marzo de 2019 - 05:55 p. m.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, con el alto mando militar de su país, al que le pidió celebrar el golpe de 1964.  / AFP
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, con el alto mando militar de su país, al que le pidió celebrar el golpe de 1964. / AFP

En medio de la polémica que se ha desatado en Brasil por cuenta del 55º aniversario del golpe de Estado, que en 1964 instauró una dictadura de 21 años en Brasil, parece no tener fin. La propuesta de "celebrar" la fecha este domingo salió del presidente, Jair Bolsonaro, quien dividió los ánimos al pedir, a través de su portavoz, que los cuarteles realizaran las "conmemoraciones debidas", del levamiento militar que derrocó al presidente João Goulart. 

Después de eso llovieron críticas, respaldos y medidas de jueces en ambos sentidos: una prohibiendo la celebración y este sábado, otra jueza las autorizó. 

En medio del agitado ambiente que desató la fecha, que se recuerda este domingo, se hace necesario repasar los hechos de la época.

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El contexto internacional a finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta pesentaba una gran complejidad: con el triunfo de la Revolución Cubana, el  1° de enero de 1959, la construcción del Muro de Berlín en 1961, y la crisis de los mísiles en 1962, se creó un temor generalizado ante el peligro de una guerra entre las dos grandes potencias.  

Se reformuló el concepto de Seguridad Hemisférica del Tratado de Río de Janeiro, por medio del cual se puso en marcha una nueva división de trabajo: Estados Unidos asumiría la defensa regional ante una eventual agresión externa, mientras que los países latinoamericanos serían equipados y preparados para mantener la paz en sus fronteras. 

La toma de posesión del presidente, João Goulart, ocurrió en un contexto de gran efervescencia social y política, agravado por la crisis económica y financiera del país, el incremento de la deuda externa y de la inflación. 

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Dos semanas después de la posesión de Goulart, el canciller Affonso Arinos reafirmó el discurso de la Política Exterior Independiente.  Arinos expresó la determinación de Brasil de superar los dilemas del enfrentamiento ideológico, la necesidad de asumir una postura independiente en el sistema internacional, reafirmó la importancia de los derechos humanos y sociales; En resumen, el Gobierno brasileño reivindicaba su derecho a mantener relaciones con cualquier país, más allá de su carácter ideológico.  

En 1962, el canciller brasileño, San Tiago Dantas, define el principio fundamental de la Política Exterior Independiente: “La consideración exclusiva del interés de Brasil visto como un país  que aspira su desarrollo”.

La política exterior independiente provocó  rechazo  entre la élite conservadora debido a que ésta defendía una estrecha alianza con Estados Unidos, por medio de acuerdos políticos, económicos y de seguridad, con el objetivo de maximizar  el desarrollo económico del país, el cual justificaba las relaciones  preferenciales de dependencia con el Gobierno americano. La escuela Superior de Guerra denominaría estas nuevas relaciones de dependencia como "relaciones de interdependencia” 

La crisis económica, política y social se agudizaba y el proceso inflacionario se convirtió en una lucha a muerte, para toda la sociedad brasileña, por la supervivencia y no podía terminar de otra manera que colocando esta sociedad frente a la necesidad de una solución de fuerza. 

El 13 de marzo de 1964, el presidente João Goulart  realiza unos comicios con el objetivo de movilizar la población en pro de las reformas de base. Su pretensión era reducir la concentración de la renta y de tierra en el país e iniciar la reforma agraria en el país.  

No obstante, grupos vinculados a sectores conservadores protestaron en contra del Gobierno, considerado por ellos como una puerta de entrada para el comunismo. Promovieron en São Paulo, la Marcha de la Familia con Dios por la Libertad, logrando reunir cerca de 500.000 personas. Esta movilización representó el apoyo tácito de segmentos de la población a la posterior caída del Presidente por parte de los militares el 1° de abril de 1964.

Entre el 31 de marzo y el 1° de abril, los militares ocuparon importantes edificios gubernamentales, sin resistencia de los seguidores del Gobierno.  La caída de João Goulart marca el inicio del Régimen o Dictadura Militar en Brasil (1964-1985).

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El 2 de abril, Ranierro Mazzili asume interinamente el Gobierno.  Se inicia en todo el país una larga y triste noche que va a durar 21 años: prisiones de líderes políticos, sindicales y campesinos.  João Goulart se exilia en Uruguay. 

El Supremo Comando Revolucionario decreta el Acto Institucional número 1:(A1-1), interrupción de mandatos legislativos, suspensión de los derechos políticos de cualquier ciudadano, punición de los integrantes de la administración pública y determina la elección indirecta del Presidente de la República para el día  31 de enero  de 1966. Muchos dolorosos actos institucionales aún estaban por venir.   

La lista de personas incluidas en el A1-1 llegó a ser compuesta por 3.500 personas: diputados federales y estatales, oficiales de las Fuerzas Armadas, líderes políticos. sindicales y funcionarios públicos. El 11 de abril es elegido como Presidente de la República, el Mariscal Castelo Branco. 

El golpe militar de 1964, el cual pondría en marcha una revolución a favor de la democracia y  en contra de la influencia comunista en el territorio brasileño, tuvo desde el principio matices de autoritarismo.  En junio de 1964 fue creado el Servicio Nacional de Información. En este período histórico se dieron cierres temporales del Congreso.    

Entre 1966 y 1968, los estudiantes fueron los voceros de las insatisfacciones de la clase media ante la política económica del gobierno Castelo Branco. En junio de 1968 ocurrió  la Paseata de los Cem Mil. En este mismo año, los obreros que habían vivido innumerables intervenciones en sus sindicatos realizaron las primeras huelgas.  

Ventiún años largos años transcurrieron. En 1985, en un día lluvioso una gran pancarta se movía en el Congreso Nacional: ¡Buenos día democracia!, decía. Era el comienzo de la redemocratización, que trajo la libertad después de un víacrucis de muertos, desaparecidos, torturas fríamente ejecutadas, cadáveres ocultados, exilio y  censura. Para no repetir el camino recurrido, Don Evaristo Arns había entregado al país su informe: Brasil: Nunca Mais.

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El 2 de abril de 2014, una organización no gubernamental de Estados Unidos, el Archivo de Seguridad Nacional (NSA), divulgó documentos oficiales desclasificados que demostraron la alianza entre Washington y los miltares brasileños que derrumbaron el gobierno del presidente João Goulart. 

Desde entonces, Brasil ha sobrevivido y revivido innumerables veces. Tres mandatarios –Fernando Henrique Cardoso, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff–, los cuales habían sido víctimas de la dictadura militar e íconos de la resistencia, fueron elegidos democráticamente.

Innumerables sobresaltos políticos, sociales y económicos, pero jamás se pensó que  un Presidente le pediría al Ministerio de Defensa que llevara adelante las “conmemoraciones debidas en relación al 31 de marzo de 1964”.    

Ante la perplejidad solo resta lamentar ante el intento de cambio de  narrativas históricas Ojalá este giro discursivo no signifique el retorno de días sombríos.

* Profesora Universidad Externado de Colombia 

Por Beatriz Miranda Côrtes

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