Colombiano indocumentado héroe del 9-11 lucha en EE. UU. contra su deportación

Un delito cometido hace 30 años tiene a este colombiano a punto de la deportación. Su labor en la limpieza de la Zona Cero ha hecho que muchos, incluido el gobernador de Nueva York, clamen por su liberación.

ÁLVARO CORZO V.
24 de junio de 2017 - 09:00 p. m.
Carlos Humberto Cardona con su familia.  / Cortesía
Carlos Humberto Cardona con su familia. / Cortesía

No fue un día cualquiera para Giselle, de escasos 12 años. Esa tarde de verano descubrió la peor noticia de su vida. En la mesa del comedor encontró una carta dirigida a su padre, Carlos Humberto Cardona. En ella decía que el gobierno de los Estados Unidos estaba formalmente informándole sobre el inicio de su proceso de deportación.

No lo pudo creer. Por un instante pensó que era una equivocación, no sabía bien lo que significaba. Sin embargo, con el pasar de los minutos comenzó a sentir un ardor bien fuerte cuando entendió que podría perder a su papá para siempre.

“Lloré mucho, estaba muy confundida”, me dice Giselle desde su casa en Poughkeepsie, al norte de la ciudad de Nueva York. “Esa noche, cuando volvió del trabajo, le pregunté sobre la carta. Él, como si fuese nada, me dijo: no, tranquila, mijita, nunca nos van a separar”.

Hoy, ese miedo de Giselle es más fuerte que nunca. Su padre fue detenido el pasado 24 de febrero por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) mientras espera su juicio de deportación a Colombia. Desde entonces se encuentra recluido en la cárcel de Nueva Jersey.

El camino del indocumentado

Cardona huyó de Colombia con escasos 17 años, en 1987. En ese entonces, sus dos hermanos, que vivían con él en Cali y eran policías, fueron asesinados. De inmediato, el joven, temiendo por su vida, en medio del apogeo de la guerra contra el narcotráfico que se vivía en la capital del Valle del Cauca, se vio obligado, como muchos otros colombianos, a huir del país sin mirar atrás.

Atravesó México y llegó a la frontera de Estados Unidos por el estado de Texas, como muchos otros indocumentados. Desde allí se abrió paso hasta Queens, Nueva York, donde encontró refugio y un pequeño pedacito de patria. Comenzó a trabajar en lo que podía hasta que finalmente encontró lo suyo en la construcción.

En esos primeros años, un hecho marcaría la suerte que lo tiene hoy al borde de dejar nuevamente a su familia para regresar a Colombia en contra de su voluntad.

En 1990, Cardona se declaró culpable de una fallida venta de drogas en Nueva York. Su abogado, Rajesh Barua, asegura que él estaba junto al implicado y que no era quien traficaba con las drogas.

Desde entonces, el caleño ha tenido una conducta ejemplar y no ha cometido ninguna otra falta. Su récord policial ha sido perfecto. Sin embargo, el pequeño error que cometió en el 90 podría quitarle todo casi treinta años después.

“Desde niña, siempre le preguntaba a mi papá que cuándo visitaríamos por fin a la familia en Colombia. Le rogaba que me llevara a conocer Cali. Siempre me decía: no, mijita, el próximo año, sin saber en realidad que no había opción alguna de que me cumpliera ese sueño”.

Carlos nunca le mostró el miedo de su deportación a su hija. Tanta era su confianza de que nada pasaría que no dudó dos veces en unirse a la remoción de escombros de la Zona Cero, luego de los ataques del 9-11 en el 2001.

“Mi papá siempre me ha ensañado que tenemos que ayudar a los demás, no importa lo mucho o lo poco que podamos hacer por ellos”, dice Giselle, quien hoy sueña con realizar un máster en pedagogía para convertirse en maestra.

Así fue como Cardona trabajó durante meses en la remoción de escombros en la Zona Cero de Nueva York.

Sin saberlo, esto sería para él, como para muchos otros trabajadores, una sentencia para su salud.

“Él inhaló todos esos humos en el World Trade Center, sus pulmones quedaron mal, el asma es lo peor. Hoy en día mi papá no sólo tiene graves problemas pulmonares sino también gastrointestinales”, explica Giselle.

Durante la última década, Cardona ha tenido que recibir terapias respiratorias y cuidados especiales para sobrellevar sus afecciones, razón por la cual, confiesa su hija, su salud es una de las mayores preocupaciones de su padre.

“La primera vez que logré verlo, a principios de mayo, me abrazó bien fuerte, lloramos y me dijo que su mayor miedo, además de tener que dejarme, es no poder contar con la ayuda médica para sus afecciones en Colombia”.

Los tiempos de Trump

Cardona ya había sido arrestado por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) en abril de 2011. No obstante, esos eran otro tiempos para los indocumentados en Estados Unidos.

De acuerdo con documentos de la corte, Cardona obtuvo una orden de libertad condicional bajo supervisión debido a sus “problemas respiratorios crónicos causados por su tiempo como trabajador en la recuperación de la Zona Cero en Nueva York”.

“No sé por qué Trump se ha ensañado en separar a familias de personas como la de mi papá, que son honestas y trabajadoras. Pudieron haber cometido un error, pero son personas valiosas que también lo arriesgaron todo por este país”, dice la joven.

Todo cambió este febrero para el colombiano, luego de la orden ejecutiva que promulgó Donald Trump. En esta, básicamente se estableció que todos los indocumentados en EE. UU. eran potencialmente deportables. Esa misma semana ICE revocó su orden de supervisión y lo detuvo a Cardona cuando se presentó a su chequeo.

El colombiano fue uno de los cerca de 41.300 detenidos por agentes de ICE durante los primeros 100 días del gobierno de Trump.

La semana pasada, su abogado interpuso una demanda judicial pidiendo a un juez federal de Brooklyn que el Departamento de Seguridad Nacional y el Servicio de Ciudadanía decidan sobre una aplicación básica de residencia, argumentando que Cardona está casado desde 2014. Hace tres años volvió a casarse con Liliana, una ciudadana estadounidense.

A Giselle, como a muchos otros miembros de su familia, la anima el caso de otro colombiano, Juan Vivares, también residente de Nueva York y a quien recientemente le congelaron su deportación y le otorgaron libertad condicional. Esto se logró luego de una fuerte campaña de presión por parte de la comunidad y de los políticos de la Gran Manzana.

“Lo primero que hice cuando supe que habían arrestado a mi papá fue abrir una campaña de crowdfunding para conseguir dinero con que pagar sus abogados, así como para contar su historia”.

Y así fue. Con la ayuda del abogado, y después de tocar muchas puertas, lograron llamar la atención de grupos proinmigrantes y medios de comunicación en Estados Unidos. Estos comenzaron a hacer eco de la situación irónica de Cardona: un hombre que después de haber arriesgado su vida por la ciudad de Nueva York hoy enfrenta su deportación.

Ha sido tal el apoyo en los últimos días que el propio gobernador del estado de Nueva York, Andrew Cuomo, le otorgó este miércoles un indulto a Cardona, en señal de agradecimiento por la ayuda que prestó en labores de recuperación tras el atentado del 9-11.

“Espero que mi acción no sólo permita la reunión de Cardona con su mujer y su hija, sino que también lance un mensaje sobre los valores de justicia e igualdad sobre los que se fundó la ciudad de Nueva York”, afirmó Cuomo en su comunicado.

Sin embargo, este indulto no necesariamente garantiza la permanencia de Cardona en EE. UU. Con este perdón, el colombiano podrá reabrir el caso de su orden final de deportación demostrando que las bases para su deportación ya no son válidas.

En un intento similar por frenar la deportación de la indocumentada Liliana Cruz Méndez, el gobernador de Virginia la absolvió de igual forma de un delito menor. Pero eso no bastó para evitar la deportación de esta madre de dos menores de edad a El Salvador.

ICE explicó que su expulsión fue legal, ya que esta orden no estaba sujeta al crimen del cual fue absuelta, sino al simple hecho de que estaba en el país de forma ilegal.

“Hay que tener fuerza y creer en Dios, él es el único que lo puede todo. Sin su ayuda y su guía no hay manera de sobreponerse a las adversidades. Lo único que espero es que liberen a mi padre y que algún día tenga la oportunidad de conocer por primera vez a Colombia e ir a Cali. Eso sí, de la mano de mi padre”.

Por ÁLVARO CORZO V.

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