El calvario que padeció fotógrafo colombiano en EE.UU. antes de ser deportado

Omar Díaz pasó por ser interrogado, después esposado como si fuera un delincuente y luego recluido en el centro de detención de Krome, en Miami.

redacción internacional
01 de marzo de 2017 - 01:07 p. m.
Imagen tomada por el fotógrafo Ómar Díaz el día en que fue informado en Migración de Estados Unidos sobre su deportación. / Instagram omdiazar
Imagen tomada por el fotógrafo Ómar Díaz el día en que fue informado en Migración de Estados Unidos sobre su deportación. / Instagram omdiazar

Ómar Díaz, un fotógrafo colombiano que planeaba pasar un tiempo en Miami vio sus sueños frustrados cuando llegó a Estados Unidos y se convirtió en uno más de los extranjeros que debe someterse a las rigurosas políticas migratorias del presidente Donald Trump.

El calvario que tuvo que padecer lo plasmó en una carta - a la cual tuvo acceso Semana.com - en la que relata detalladamente todo lo que debió sufrir durante tres días antes de ser deportado del país norteamericano, el pasado 22 de febrero. (Para recordar: María Fernanda Gardeazábal, el rostro colombiano de la deportación en la era Trump)

Cuenta que al llegar al aeropuerto fue conducido por los agentes migratorios a una sala llena de latinoamericanos, entre los que pudo contar a 20 médicos cubanos, cinco colombianos y un afroamericano que al parecer había perdido su pasaporte en Dinamarca. 

Tras algunos minutos, uno de los agentes lo llamó para entrevistarlo sobre la razón de su viaje. “Me preguntó de dónde venía, por cuánto tiempo me iba a quedar y de repente comenzó a hacer mucho énfasis en mi último viaje a Estados Unidos”.

Ese viaje, en el que según Ómar, se había demorado seis meses. El temor empezó a apoderarse de él, quien titubeaba para dar su respuesta. El agente lo acorraló aún más y le dijo: “Tú y yo somos personas grandes, que saben que en este país hay que trabajar, ni siquiera yo puedo darme unas vacaciones de seis meses, tú qué hacías para ganar dinero, y ten cuidado con lo que dices, porque no tengo paciencia hoy". Ante esta especie de amenaza, Ómar consideró que lo mejor era decir la verdad, esperanzado en que esa verdad lo salvara y pudiera continuar con su viaje.

“Sí, ganaba 5 dólares, más propinas. Ok”, fue la respuesta.

El oficial latinoamericano identificado como Santiago junto con otro policía inspeccionaron la maleta de Ómar y le preguntaron: “¿Vienes solo con 200 dólares?”.

Luego, lo llevaron a un cuarto vacío con un rollo de papel higiénico, un colchón, almohadas de avión y cobijas de distintas aerolíneas. “El cuarto también tenía un sanitario de metal que en la parte de arriba se convertía en un lavamanos, estaba oficialmente encanado en el aeropuerto, me habían quitado los cordones para evitar intento de suicidio”. Finalmente le informaron que iba a ser deportado.

Después le fue permitido llamar a sus familiares para contarles lo que había pasado. “Las lágrimas me brotaban de los ojos por las ilusiones rotas que los demás tenían en mí. Ilusiones simples de abrazos y de besos”. Tras esto, se enteró que sería deportado en dos días (22 de febrero) en un vuelo que cubría la ruta Miami-Medellín, a las 1:35 pm.

Ómar fue esposado antes de su traslado a un destino que él desconocía por completo. Sin imaginárselo, a las 2:40 am del siguiente día fue llevado al centro de detención de inmigrantes de Krome, en Miami.

Dice que la patrulla de la Policía se parqueó al frente de un edificio de no más de tres pisos rodeado por rejas, alambres de púas y seguridad. “Veía adelante personas con las piernas y las manos esposadas subiendo a varios camiones. Eran inmigrantes. Acababa de llegar a la prisión de Krome”.

Allí relata ingresó a las 5:00 am y le fue entregado un atuendo de color azul para que se vistiera y le quitaron todas sus pertenencias. Luego le entregaron una pulsera de identificación en la que se leía “Colombia-054”.

“En Krome se podían distinguir los azules que éramos los poco peligrosos, los naranjas que eran delincuentes y los rojos que eran muy peligrosos”, detalla.

El colombiano relata que su dormitorio tenía más o menos 60 camas, con sillas para ver la televisión, un baño con 6 retretes, dos lavamanos circulares. Al desayunar, almorzar o cenar estaban siendo vigilados todo el tiempo.

“Las voces y los oficiales de seguridad son imponentes (…) Hay horas para todo, desayuno-recreo-dormir-aseo-recreo-televisión-almuerzo-recreo-dormir-aseo-recreo-televisión-cena.  Los rostros de la inmigración tenían las banderas de Colombia, Haití, Venezuela, Brasil, China, Honduras, El Salvador, Albania, Mexico, Haití, Guinea, Etiopía, Eritrea y Cuba”.

Al siguiente día, el que sería el último, quiso darle un tono de positivismo a lo que le estaba sucediendo y jugó baloncesto pero al saltar hizo un mal movimiento y la rodilla se le salió de la posición.

“En el cuarto dieron el llamado del Sick Call, todos voltearon a verme para que fuera a ver al doctor. El oficial me dijo que no podría ayudarme con la pierna por hoy, pero que tal vez mañana, le di la espalda y después escuché: ‘Colombia, ¿Tu eres 054?, alista todo, te vas para tu país, no le des nada de tus cosas a nadie’”. Y así fue trasladado al aeropuerto de Miami y luego deportado a Colombia.

Ómar logró tomar algunas fotos con su celular, de la cual publicó una a través de Instagram en la que se observa cuando fue conducido al cuarto vacío del aeropuerto, antes de ser trasladado a la prisión de Krome.

Por redacción internacional

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