Embajada de EE. UU. en Jerusalén: ¿Un hito histórico o la bofetada del siglo?

Este lunes el estadounidense inaugura su sede diplomática en la ciudad sagrada, justo el día en que se celebran 70 años de la proclamación del Estado de Israel.

Alfred Davies
14 de mayo de 2018 - 02:00 a. m.
Personas cerca al consulado de EE.UU. en Jerusalén, donde estará la nueva embajada. / AFP
Personas cerca al consulado de EE.UU. en Jerusalén, donde estará la nueva embajada. / AFP
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En diciembre, cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, los muros de la ciudad vieja se iluminaron de rojo, blanco y azul, además de estrellas, los colores y símbolos de la bandera estadounidense. Hoy, cuando se realiza oficialmente la apertura de la delegación diplomática, las banderas de EE. UU. ondean en todas las calles.

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En el Puente Calatrava, situado en el principal acceso a Jerusalén, y en los jardines cercanos a la embajada, carteles con el lema “Trump make Israel great” y “Gracias, presidente Trump” dan la bienvenida a los cerca de 800 invitados que asistirán al evento. Hoy, 14 de mayo, se celebra en la ciudad sagrada la inauguración de la nueva embajada, exactamente 70 años tras la proclamación del Estado de Israel. En ese país se considera el traslado un éxito diplomático de proporciones enormes, un “hito histórico”, según el primer ministro Benjamín Netanyahu, quien agradeció a Trump por “su justa y valiente decisión”.

La inauguración de la embajada también cae un día antes del Día de la Nakba (la catástrofe), fecha conmemorativa en el calendario de Palestina, que recuerda el desplazamiento de más de 700.000 palestinos en 1948, como consecuencia del nacimiento del Estado de Israel.

Por su parte, el presidente palestino, Mahmud Abás, afirmó que el traslado representa “la bofetada del siglo” y que EE. UU. ya no puede ser un mediador en las negociaciones de paz. La comunidad internacional también reaccionó con desaprobación. Cuando Trump anunció su decisión, 128 países votaron en la Asamblea General de la ONU en contra de dejar a Jerusalén como la capital israelí. Sólo ocho naciones votaron junto a Washington: Honduras, Guatemala, Israel, Islas Marshall, Micronesia, Nauru, Palau y Togo.

La nueva embajada será instalada en el edifico del consulado estadounidense en Arnona, un barrio en el sur de Jerusalén. “Al principio la embajada temporal de Arnona tendrá los despachos del embajador y de un número reducido de personal”, le dijo a la AFP una fuente de la administración estadounidense. “Durante las primeras fases del traslado de la embajada, el embajador trabajará a medias entre Tel Aviv, donde está la actual legación, y Jerusalén, porque es un proceso de varios años”, añadió.

El edificio, que abrió sus puertas al público en 2010, alberga los servicios consulares, que se mantendrán en el mismo lugar. La embajada está situada a unos dos kilómetros del turbulento barrio palestino de Jabal Moukaber, donde nacieron varios de los autores de ataques antiisraelíes recientes. El alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, anunció el martes que una rotonda cercana a la embajada será bautizada con el nombre de "Plaza Trump". “Poner nombre a esta plaza es nuestra manera de demostrar nuestro amor y nuestro respeto por el presidente y el pueblo estadounidenses”, dijo en un comunicado.

Del lado israelí, el presidente Reuven Rivlin estará presente en la ceremonia, además del primer ministro Benjamin Netanyahu. De la administración de Trump, se espera la presencia de Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro, además de la hija de Donald Trump, Ivanka, y su marido Jared Kushner, consejero superior del presidente Trump. El presidente estadounidense anunció que no iba a asistir, aunque sí enviará unas palabras.

A la ceremonia de hoy se espera la llegada de 800 invitados. El periódico israelí Haaretz contó que menos de la mitad de embajadores extranjeros en Israel aceptaron la invitación: de los 30 embajadores que asistirán a la inauguración, sólo tres provienen de la Unión Europea: Hungría, la República Checa y Bulgaria. La UE ha expresado sus preocupaciones sobre el traslado y ha afirmado su apoyo al “consenso internacional” por el que, en cualquier futuro acuerdo de paz, Jerusalén sería capital de Israel y Palestina, según dijo en diciembre Federica Mogherini, alta representante de la UE para Asuntos Exteriores.

Además de su importancia religiosa (en esta ciudad confluyen las tres religiones monoteístas: judaísmo, islam y cristianismo), Jerusalén posee un gran peso político. La mayoría de los israelíes consideran la ciudad como su capital “eterna e indivisible”, mientras que los palestinos quieren que Jerusalén Este sea la capital de un futuro Estado palestino. En 1967, durante la llamada Guerra de los Seis Días, Israel, frente a una coalición árabe, conquistó Jerusalén Este, y en 1980 proclamó toda la ciudad su capital con la “Ley de Jerusalén”, en una “violación del derecho internacional” según la ONU.

En su discurso el 6 de diciembre, Trump aseguró que su reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel “no es más que el reconocimiento de la realidad” y, según dijo el mandatario en marzo, Jerusalén ya “está fuera de la mesa”, por lo que las negociaciones de paz pueden avanzar más fácilmente. Por su parte, Benjamin Netanyahu dijo que cualquier proceso de paz en el futuro debe incluir a Jerusalén como capital israelí.

Khalil Shikaki, director del Centro Palestino para la Investigación y Estudio de Políticas Públicas, asegura que la declaración tendrá el efecto opuesto. También afirma que “el pueblo palestino hoy cree que la paz está más lejana, porque la decisión de Estados Unidos incentivará a Israel para avanzar en la construcción de asentamientos en Jerusalén Este, y así, cualquier acuerdo sobre el futuro de la ciudad será cada vez más difícil de alcanzar. Si EE. UU. hubiera dicho que sólo reconoce Jerusalén Oeste (con las fronteras de 1967) como la capital israelí, la reacción palestina probablemente habría sido diferente”.

Avital Leibovich es la directora del Comité Judío Estadounidense y sirvió durante más de 20 años en las Fuerzas de Defensa de Israel. Ella asegura que las embajadas en cuestión se trasladarán a Jerusalén Oeste, y por eso el traslado de EE. UU. “no está relacionado con Jerusalén Este”. En términos del proceso de paz, “es difícil tener un diálogo cuando el 7 % del presupuesto de la Autoridad Palestina va dirigido a pagos a terroristas y a sus familias”, agregó.

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Además del golpe para el proceso de paz, otra fuerte preocupación en la región es el estallido de violencia. Desde la declaración de Trump, encuestas conducidas por la organización dirigida por Shikaki revelan un aumento significativo del apoyo a la violencia y una disminución preocupante al respaldo a una solución diplomática de dos estados, porque la percepción del pueblo palestino de que “la paz es posible, que la diplomacia es viable, o que los israelíes quieren paz o que Estados Unidos pueda ser un mediador sincero”, ha disminuido. Según dice Leibovich, “la cuestión de la potencial violencia debe dirigirse a la Autoridad Palestina y sus intentos de calmar la situación o, tal vez, incitarla”, porque “extremistas y terroristas violentos, como Hamás, han anunciado que protestarán en contra de la decisión de forma violenta”.

Las tensiones crecen actualmente en la región. Desde que empezaron las protestas de la Gran Marcha del Retorno en la Franja de Gaza, el pasado 30 de marzo, más de 40 palestinos han muerto, según información de la agencia EFE. Palestinos que están participando en las protestas denuncian el bloqueo con el que los israelíes someten a Gaza y reclaman el regreso de los refugiados palestinos, cuyos descendientes suman más de 5 millones, según la ONU. Las protestas culminarán mañana, el Día de la Nakba, acciones que Israel considera como “una amenaza para su soberanía territorial”.

Aunque la mayoría de países se opone al traslado de la embajada, pues consideran que antes debe lograrse la firma de la paz que permita la creación de un Estado palestino, hay excepciones. Guatemala inaugurará su sede diplomática en Jerusalén el miércoles. El portavoz presidencial guatemalteco, Heinz Hiemann, indicó que el Gobierno de Israel pagará el viaje y cubrirá los gastos del presidente Jimmy Morales y su comitiva, que partirá el próximo 14 de mayo a Jerusalén para inaugurar, dos días más tarde, la embajada de Guatemala.

Honduras también anunció el traslado de su sede diplomática a la ciudad santa, por lo que el gobierno Israelí dijo que ampliaría sus programas de cooperación, según declararon autoridades de ambos gobiernos. Paraguay es otro de los que evalúan el traslado de su embajada. De la Unión Europea, el gobierno rumano adoptó una proposición de traslado de su embajada a Jerusalén. El mandatario de ese país, Klaus Lohannis, se opuso a la decisión y pidió la renuncia de la primera ministra, Viorica Dancila. Por el momento Dancila no cuenta con el apoyo necesario para el traslado, pero el país podría convertirse en el primer Estado de la UE en trasladar su embajada, representando un rechazo de la postura de la Unión.

Shikaki asegura que, si las esperanzas del gobierno israelí se convierten en realidad y otros países imitan a Estados Unidos, los palestinos “perderán toda esperanza de apoyo internacional a su causa, mientras que los israelíes sentirán que la comunidad internacional ignorará sus violaciones al derecho internacional”.

Por Alfred Davies

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