La migración por el Darién, "la montaña de la muerte", un nuevo intento para llegar a EE.UU.

la selva del Darién colombiano y panameño se ha convertido recientemente en la ruta de miles de migrantes provenientes del Caribe, Asia y África para llegar a Estados Unidos. Mientras que en 2006 solo 79 personas cruzaron por la región, en 2016 la cifra se disparó a 30.055, según la OIM.

- EFE
27 de mayo de 2019 - 02:24 p. m.
Mapa de la región del Darién, compartida por Colombia y Panamá, por donde cruzan los migrantes con rumbo hacia Estados Unidos.  / Mapa de los contribuidores de CMG Lee y OpenStreetMap.
Mapa de la región del Darién, compartida por Colombia y Panamá, por donde cruzan los migrantes con rumbo hacia Estados Unidos. / Mapa de los contribuidores de CMG Lee y OpenStreetMap.

En Peñita, una aldea indígena enclavada en la selva del Darién panameño, la ribera del río Chucunaque está plagada de pequeñas embarcaciones en las que cada semana llegan centenares de migrantes en su peligrosa ruta hacia un futuro incierto en Norteamérica.

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Las aguas se agitan por momentos debido a las copiosas lluvias típicas de esta época del año, lo que no impide que los migrantes, hombres, mujeres y muchos niños de todas las edades y procedentes del Caribe, Asia y África, conviertan el caudal marrón de este río en un rudimentario balneario para asearse y lavar sus ropas.

"La montaña de la muerte"

"En esa selva he tenido suerte (...) yo mismo vi personas muertas allí", comentó a Efe Joseph Casseus, un haitiano de 40 años que viaja con su esposa embarazada, de 39 años, y que tras vivir varios años en Brasil decidió "buscar otro camino ... a ver si llegamos a Estados Unidos".

"No tenemos familia aquí", argumentó Joseph al descartar la idea de quedarse en Panamá, a donde han llegado por el río y a pie por la selva, límite natural con Colombia, más de 11.100 migrantes sólo este año en su tránsito hacia el norte, según cifras del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront).

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Un total de 1.516 haitianos, cubanos y otros procedentes de África o Asia se amontonan en una especie de campamento mientras que otros 1.560 se hallan en Bajo Chiquito, al otro lado del río Chucunaque y primer punto al que llegan los migrantes.

"Ese clima tropical de la selva de Darién es muy complejo, alberga cualquier cantidad de situaciones de riesgo", dijo a Efe el comisionado Yadiel Cruz, ejecutivo de la Primera Brigada Oriental del Senafront.

Hace un mes, seis migrantes que descansaban en las orillas del Chucunaque murieron ahogados, entre ellos dos niños, tras ser arrastrados por una fuerte corriente de agua, relatan los lugareños.

Edue Kemplet, un haitiano de 28 años que llegó a Peñita con su esposa e hijo procedente de Chile -donde vivió 6 años-, cuenta que en una montaña que atravesaron en Colombia le robaron todas sus pertenencias y dinero.

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"Comenzamos muy difícil en Colombia. En la 'montaña de la muerte' algunos demoran 6 días para llegar al primer campo, otros hasta 20 días (...) Haitianos, indios y africanos murieron en la montaña", relató este hombre, que dijo tener licencia para operar grúas de horquilla, la ocupación que tenía en Chile.

La cubana Lisandra Farray Rodríguez, de 30 años y embarazada de cinco meses, narró casi la misma historia de hambre y pérdida de todas sus provisiones y dinero en esta aventura. Dijo que lleva un mes en Darién y que ha solicitado refugio para quedarse en Panamá.

El flujo migratario en Darién, una nueva realidad

"La migración en Darién llegó para quedarse y esto es una premisa que tenemos que tener presente", aseguró a Efe el oficial de Programas de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Panamá, Gonzalo Medina.

Las cifras de la OIM parecen respaldar esa afirmación: mientras en 2006 solo 79 personas cruzaron el Darién, en 2012 subió a 1.777 para luego dispararse en 2015 a 29.289 y en 2016 a 30.055, cuando en su mayoría eran cubanos que buscaban llegar pronto a EE.UU. ante el histórico deshielo de las relaciones con Cuba, que llevó finalmente a la abolición de las normas migratorias favorables a los isleños.

"La mayoría ya estaban en algunos países de Suramérica como Brasil, Argentina o Venezuela, pero la situación económica actual de esos países les ha empujado a viajar a Norteamérica", afirmó Medina.

Este año, la OIM ha identificado entre los migrantes una mayor cantidad de familias acompañadas de niños, lo que "es una característica muy particular de este flujo", destacó el funcionario, y afirmó que la mayoría de estos migrantes "cruzan el Darién en grupo, sin la ayuda de coyotes o traficantes".

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Pero aclaró que, en todo caso, "las rutas que usan las redes del crimen organizado para el trasiego de armas y droga son las mismas que usan los migrantes".

En Peñita, los migrantes permanecen unas dos semanas mientras son sometidos al programa de flujo controlado. Los que viajan en grupos familiares están en unas carpas apiñadas dentro de al menos cuatro galpones. El agua potable disponible llega en camiones y cuentan con un paramédico y un "enfermero de combate" del Senafront.

Peñita, una aldea de la etnia Emberá Wounaan de unos 800 habitantes, ha dejado de ser una localidad fantasma y la actividad comercial que se limitaba a los miércoles, con la llegada de víveres y otros enseres por el río, se extiende ahora toda la semana con ventas callejeras.

Ropa, calzados, pañales, chips para teléfonos, enrutadores de señal inalámbrica, son algunas de las mercancías que ofrecen vendedores ambulantes venidos de otras provincias, mientras en el pueblo se han improvisado pequeñas fondas y hasta una oficina para transferencia de dinero que se anuncia con un cartón.

"Mientras no sea un riesgo a la seguridad y convivencia ciudadana estaremos aquí para que estas personas migrantes puedan realizar un tránsito realmente complaciente, recuperándose del trauma sufrido en los caminos ", dijo el comandante del Senafront. 

Por - EFE

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