La paradoja de Helen: votó por Trump y ahora su esposo será deportado

Helen Beristain no creyó que su esposo Roberto, quien vivía desde 1998 en EE. UU. y era propietario de un concurrido restaurante, cupiera en la categoría de "bad hombres" que se propuso acabar Donald Trump.

Redacción Internacional.
28 de marzo de 2017 - 08:22 p. m.
AFP.
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Cuando la carrera hacia la presidencia de EE. UU. quedó definida entre Hillary Clinton y Donald Trump, Helen Beristain empezó a debatirse entre los discursos de ambos candidatos. Finalmente, le llamó la atención la serie de promesas de Trump, quien, entre otras, se comprometió a expulsar a los inmigrantes indocumentados que cometieron delitos en EE. UU. Ella vio magnífica la propuesta y hasta pensó que eso también significaba facilidades para que los inmigrantes que trabajan y realmente aportan al país se convirtieran en ciudadanos estadounidenses. Fue así que el martes 8 de noviembre Helen se acercó a su puesto de votación y marcó al candidato republicano Donald Trump, quien hoy ocupa la Casa Blanca.

Varias semanas después, Helen atraviesa un verdadero calvario y es el nuevo rostro de la deportación masiva de ciudadanos hacia sus países de origen. ¿La razón? A su esposo Roberto Beristain, un mexicano que es propietario de un concurrido restaurante en Indiana, será deportado. Roberto, de 43 años, vive en Estados Unidos desde 1998 y nunca ha faltado a ninguna de sus citas con el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés); tampoco ha violado la ley y no tiene antecedentes penales.

Es por eso que la familia Beristain no se explica por qué el pasado 6 febrero, cuando viajaron hasta Indianápolis para una visita de rutina a las oficinas de inmigración, Roberto fue detenido por los agentes estadounidenses. La razón que les dieron fue simple y data de hace más de 16 años: en el 2000, luego de un viaje a las cataratas del Niágara en Canadá, los oficiales fronterizos se percataron que Roberto llevaba un par de años viviendo en EE. UU. sin documentos.

Ese 5 de octubre del 2000, a Roberto le advirtieron que debía abandonar el territorio estadounidense en 60 días demanera voluntaria. Roberto no cumplió. Él dice que se quedó porque Helen estaba embarazada y tenía varios quebrantos de salud. Lo único cierto es que, así, la solicitud se convirtió en una orden de deportación.

Desde ese entonces, Roberto, Helen y sus cuatro hijos, vivieron en Estados Unidos. La única condición que tenía Roberto era presentarse anualmente a las oficinas de inmigración; las mismas en las que fue detenido hace pocas semanas, y posteriormente conducido a una prisión del condado de Kenosha, Wisonsin. Según Adam Ansari, el abogado de la familia, la deportación a México se realizará este viernes.

"Ojalá no hubiera votado", dijo días después Helen al diario South Bend, lamentándose por haber creído en la promesa de Trump de deshacerse de los “bad hombres”, un término que ella nunca pensó que aplicaría para su esposo, pues su restaurante es uno de los más populares del norte de Indiana, e incluso genera más de 20 empleos.

La familia de Roberto y Helen, como muchas otras luego de que se posesionó Trump, se fracturará después de esta semana cuando la ICE concluya el proceso de deportación. No obstante, el caso de Helen se torna especialmente curioso y evidencia la muy efectiva estrategia del presidente de EE. UU. cuando en su campaña recurrió al orgullo americano.

Por Redacción Internacional.

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